'The Witcher': Cuentos sangrientos, videojuegos de infarto

Por fin ha llegado el día que los más fieles seguidores de la saga de videojuegos creada por CD Projekt RED esperaban: The Witcher llega este viernes a Netflix y la expectación no puede ser mayor. Tras los tráilers lanzados por la plataforma y las imágenes de Henry Cavill en el papel de Geralt de Rivia (que han dado mucho de qué hablar), los fans saldrán de dudas y sentenciarán esta nueva producción que podría superar a la galardonada Juego de Tronos o, por lo contrario, convertirse en la copia barata de El señor de los anillos.

No es de extrañar la exigencia de los seguidores con respecto a la serie, si se tiene en cuenta que el estudio polaco supo plasmar a la perfección las novelas escritas por Andrzej Sapkowski, La Saga del Brujo, en las que se basan los videojuegos. Los Reinos del Norte, el Imperio de Nilfgaard y Zerrikania (entre otros) son algunos de los lugares del continente sin nombre por el que se mueve Geralt en los cinco títulos que componen la saga, y son los mismos que los fans esperan encontrarse en la producción de Netflix. Pero, ¿cómo unos cuentos fantásticos se han convertido en el fenómeno que es The Witcher ahora?

Todo empezó con la idea de convertir unos cuentos en un juego para ordenador, algo que se puso de moda y se hizo con otras novelas como El señor de los anillos, que también fue adaptada al mundo gamer. Sin embargo, quizás fuera el carácter del personaje o el universo que lo rodeaba, pero algo embaucó a los jugadores del primer The Witcher, lanzado para PC en 2007.

Ese primer título de CD Projekt tuvo cifras positivas pero no escandalosas: el juego se convirtió en uno de los más populares entre los amantes del RPG de fantasía y logró recaudar los suficiente para que cuatro años después llegase la segunda parte, The Witcher: Assasins of Kings, a Xbox 360 y ordenadores. Aunque el lanzamiento repitió el mismo éxito, fue en 2015, con el estreno de The Witcher 3: Wild Hunt, cuando la saga se convirtió en una de las más famosas hasta la fecha, con más de 10 millones de copias vendidas en todo el mundo y premiada con más de 800 galardones, entre ellos el de Juego del Año en los Game Awards 2015 (uno de los más importantes del gremio).

Los títulos cuentan las aventuras del brujo Geralt de Rivia, uno de los pocos cazadores de monstruos que quedan en la tierra inventada por Sapkowski. Geralt ha sido genéticamente modificado para desarrollar habilidades sobrenaturales (al igual que otros brujos en su tiempo), lo que le convierte en un arma viviente. En este contexto, los jugadores deberán manejar las diferentes cualidades especiales del protagonista y guiarlo misión tras misión por el continente sin nombre (tampoco recibe uno en los videojuegos) ambientado en una época de fantasía medieval donde se enfrentarán a poderosos enemigos.

Como parte fundamental de la historia (y como suele ser típico en los juegos de rol), la alquimia juega un papel importante. Los usuarios deberán crear diferentes pociones que aumentarán la vida del protagonista, regenerará su resistencia a ciertos ataques o incluso podrán hacer que Geralt vea en la oscuridad, entre otros muchos beneficios.

Igualmente, una parte importante y destacable de los juegos es la toma de decisiones: cada decisión tomada llevará a un acontecimiento diferente. Es decir, que la experiencia de juego será distinta según las opciones que se escojan a lo largo de la historia. Estas situaciones en las que el jugador tendrá que optar por recorrer un camino no se muestran como claras divisiones en la historia, sino que serán situaciones morales que reflejarán cómo es el usuario y que determinarán la mentalidad de Geralt.

Con esta base, ahora es el turno de Netflix para demostrar si es capaz de contar las aventuras del famoso cazador de brujas y embaucar a los jugadores igual que CD Projekt lo hizo con las novelas de Sapkowski. Y, si no es así, siempre nos quedarán los videojuegos.