OPINIÓN

Split Infinity: el muy mediocre ‘Regreso al futuro’ cristiano

Split Infinity: el muy mediocre ‘Regreso al futuro’ cristiano
Split Infinity: el muy mediocre ‘Regreso al futuro’ cristiano
Split Infinity: el muy mediocre ‘Regreso al futuro’ cristiano

Hay que creer que Dios tiene un plan para todos nosotros. Y en ese plan, se incluyen pruebas de todo tipo, algunas más duras que otras, que servirán para templar nuestro carácter. No me cabe duda alguna de que el cine cristiano no es sino otra manera de que el señor ponga a prueba a su pueblo. No hay otra explicación para tanta tortura.

Ya os hablamos por aquí de una de las pelis navideñas de Kirk Cameron, así como de la llamada ‘Fast & Furious Cristiano'. Las dos nos resultaron absolutamente insufribles, repletas de leccioncillas aburridas y risibles. Y sobre todo, muy aburridas. En el caso de Split Infinity (1992, Stan Ferguson), no me la quise jugar. La película tenía una colección de buenas críticas, que la vendían como una de las mejores del subgénero. Los fans la llamaban incluso “El regreso al futuro cristiano”. Como diría James Wallestein: “wow, que pasada”.

La cosa prometía y… resultó ser una decepción total. La culpa es mía: efectivamente, es mejor que la mayoría de estas producciones, pero aun así es un rollazo insufrible. Ahora les aviso, como un profeta avisaría del fin del mundo.

Lo primero que vemos según comienza la película es… ¡UNA FOTO DE DONALD TRUMP! Peor arranque imposible. Trump es el ídolo de AJ, una jovencita que vive en una granja con su familia, y absolutamente obsesionada con el dinero y con TRIUNFAR. Como si fuera una Zack Morris en femenino, tiene hasta su pequeña empresa en el instituto, en la que revende chucherías para lucrarse.

AJ siente ascopena por su abuelillo, un hombre sencillo que viste fatal y que ha pasado toda su vida en la granja, que no quiso vender en su durante la depresión: como bien sabemos, hay quien se forra con las crisis, y él prefirió no hacerlo. ¡PRINGAO! Y ha vivido feliz, como le cuenta a su nieta en un discursito: “Dios tiene un plan para todos, y el suyo era criar una familia y ser feliz con ella”. No le convence: su plan pasa por forrarse a cualquier precio.

Un día, AJ se cae por el granero, y al caer al suelo, se encuentra transportada a 1929, en plena depresión, y conoce a su abuelo en su juventud, a quien tendrá que ayudar. Como Marty McFly, levantará revuelvo entre los chavales de la época con su moda extraña, su desparpajo y conocimiento del futuro. . ¿Qué es un transbordador espacial? ¿Y por qué llevas esa ropa tan extraña ya atrevida? En su caso, en lugar de tocar la guitarra, luchará contra el machismo y montará un parque de atracciones con el espacio y el futuro como gimmick. Todo sea por salvar la dichosa granja y conseguir que el futuro no cambie.

Lógicamente, con este viaje al pasado, AJ aprenderá valiosas lecciones sobre lo que es verdaderamente importante y, sobre todo, que hay que confiar en la destino: Dios tiene un plan para ti y hay que aceptarlo, pensando que al final todo saldrá bien un poco por que sí. Y si tienes problemas económicos, pues por algo será y al final el señor mandará un viajero en el tiempo para ayudarte.

La película es la primera producción de Features Film for Families, una pequeña productora mormona situada en Utah, ciudad conocida por muchos como “la Hollywood del medio oeste”. Y anda que se lucieron. La labor de Ferguson es de un mediocre y un insípido que asusta. El acabado es similar al de los peores telefilmes de Antena 3 de los 90, esos que se titulaban “Inocencia perdida”, “Deseo letal” o cosas parecidas, y cuyo rostro más familiar solía ser una ex vigilante de la playa o el hermano mayor de ¿Quién es el jefe?. Esos.

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Os aseguro que estamos ante el viaje en el tiempo más coñazo de la historia del cine. El director prácticamente renuncia a hacer nada interesante o divertido con su premisa y opta por una película familiar… que aburrirá a casi toda la familia. Ni siquiera los fans del cine chungo podrán disfrutar de un trasnochado discurso cristiano metido con calzador, porque hasta eso está diluido en un guión, a cargo de un tal Leo Paur que no se comió un torrao. Merecido, porque aquí juega sobre seguro y a no molestar ni a creyentes ni a no creyentes, ni a republicanos ni a demócratas, ni a urbanitas ni a corazones rurales. Lo que viene a ser un petardo de p*ta madre.

Por lo visto, en Faimily Features no quedaron muy satisfechos con la labor de Ferguson, de Paul ni de la actriz Melora Slover: ninguno volvió a trabajar en ningún largo. Como mucho, destacar la labor del músico Kurt Bestor, que entrega un score muy propio de una película de chavales de los 80 y que se lo cree bastante más que el resto de los responsables del film, creando ese curioso efecto donde la música indica con convicción que debes reírte, o emocionarte… pero lo que sucede en pantalla ni te hace gracia ni te emociona lo más mínimo.

Al igual que la joven AJ aprendió a valorar la vida sencilla y dejar en manos de la divina providencia el futuro, yo también he aprendido una lección: fiarme menos del cine cristiano y sus embaucadoras promesas. Ojo, que no soy el único: la compañía que produjo esto ha sido investigada varias veces bajo acusaciones de fraude y estafa. Si no han acabado en la cárcel, no dudéis, es parte del plan de Dios.

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