Así acogió 'Twin Peaks' la crítica española en los 90

Leyendo la hemeroteca, uno se da cuenta de que en nuestro país, al menos en un principio, Twin Peaks cayó muy bien. La serie de David Lynch y Mark Frost gustó a la práctica unanimidad de la crítica... al menos, al principio.

Incluso Carlos Boyero, que en una ocasión dijo que Terciopelo azul le ponía de los nervios y que las únicas películas de David Lynch que le gustaban eran El hombre elefante y Una historia verdadera, escribió en el diario El Mundo cosas tan elogiosas como estas: “El convencionalismo, la moralina, la factura cutre y los habituales tópicos que amamantan a las series televisivas han cedido el protagonismo en Twin Peaks a lo imprevisible y a lo nunca visto. […] La colaboración entre el lirismo del músico Angelo Badalamenti y la turbiedad emocional de Lynch consigue efectos embriagadores. […] El retorcimiento ha engendrado arte en la pequeña pantalla”.

Hubo, sin embargo, algunas voces en contra de la serie, aunque para ello prácticamente hubiera que pedir perdón, tal era el furor en España por Twin Peaks.

En un artículo publicado en El Mundo en diciembre de 1990, el escritor Leopoldo Alas, sobrino-biznieto de Leopoldo Alas 'Clarín' (el autor de La Regenta), confesó que la serie le había gustado tan poco que apenas consiguió ver entero el primer capítulo.

Para el escritor y un amigo suyo: “Aunque los múltiples defensores del amanerado culebrón insistían en la ironía y en el sentido del humor que latía tras la trama, nosotros no percibíamos más que una engolada seriedad y una pedantería vacua”.

Leyendo a Leopoldo Alas, da la impresión de que la falta de entusiasmo por Twin Peaks se vivía con cierta verguenza. “Félix y yo agachamos las orejas porque personas muy preparadas, con cuyas sólidas opiniones solemos además coincidir, aplaudían Twin Peaks”, apuntó. Y, tal vez por eso, el escritor tuvo que apoyar sus críticas en los testimonios de otras cuatro personas que, como su amigo y él, no compartían el entusiasmo por Twin Peaks; de ahí también que su artículo se titulara Ya somos más de cinco. Parece que no eran muchos más.

Peor que la serie propiamente dicha fue recibida su emisión por parte de Telecinco. Se criticó a la cadena, concretamente, por los excesivos cortes publicitarios que emitía, gracias a cada uno de los cuales lograba embolsarse más de millón y medio de pesetas.

Así, Carlos F. Heredero se quejaba en Diario 16 de que “la estrecha filosofía publicitaria de Tele 5 haya vuelto a ser tan insensible y tan depredadora como de costumbre, destrozando impunemente cada pocos minutos la continuidad y la tensión de una narración tan cerrada y tan obsesiva como la construida por Lynch”.

Más duras fueron las palabras de Angel Fernández Santos, que, en un artículo de opinión en El País titulado Linchar a Lynch, escribió que Twin Peaks estaba siendo linchada por las mortadelas publicitarias de la cadena de Telecinco. “Y estamos, en efecto, viendo Twin Peaks en lonchas, por lo que el aroma del chorizo se escapa a raudales de la pantallita convertida en bandeja. Nadie ha visto Twin Peaks, sino su irrisorio cadáver descuartizado”.

Pero el grueso de las críticas surgió tras el final de la primera temporada. Telecinco había anunciado que la noche del 29 de noviembre en que se emitió el último capítulo de la primera temporada, se desvelaría la identidad del asesino de Laura Palmer. Sin embargo, el episodio terminó con el agente Cooper herido de un disparo, un cliffhanger en toda regla que cabreó a casi todo el mundo.

La escritora Rosa Montero, por ejemplo, que se había confesado fan de la serie, cambió de opinión tras ver su final, que consideró “indignante, un abuso, un fraude, una trampa comercial asquerosa". "No pienso ver la segunda parte; es más, no pienso ver más películas de David Lynch”, amenazó.

El director de cine Antonio Mercero tampoco quedó contento: "Yo no sé si Tele5 lo cortó o es así, pero me siento frustrado, engañado. Anunciaron que ayer se acababa la serie y no se ha acabado”. Más comedida fue Pilar Miró: ”Empecé viendo la serie como un thriller serio, hasta que me di cuenta de que era una tomadura de pelo, y estaré encantada de que el señor Lynch me vuelva a tomar el pelo al final”.

Otros, como Víctor Amela en La Vanguardia, consideraron un dato irrelevante la identidad del asesino: “Y nos importará ya un comino quién diablos mató a Laura Palmer”. “Mil gracias al asesino de Laura Palmer, quienquiera que sea”, añadía. La misma opinión que sostenía Javier Goñi en El Mundo: “Nunca sabremos quién mató a Laura Palmer y nunca lo querremos saber”. o  José Javier Esparza en El Correo Español: “Lo formidable de Twin Peaks está precisamente en que la trampa no tiene solución. […] ¿Una estafa? Puede ser. ¡Pero qué inteligente estafa!”.

Con la segunda temporada, sin embargo, el entusiasmo y la indulgencia de los críticos española desapareció y en la hemeroteca solamente encontramos críticas, cuando no el más absoluto silencio.

“El telespectador de Twin Peaks, si tiene la paciencia de Job como para seguirlo hasta el desenlace, va a soportar los misteriosos paseos de un fantasma japonés, la presencia de un loco escapado del sanatorio, los sueños surrealistas del agente Cooper, el hallazgo de una grabación en casette que guarda el secreto, etc…”, escribía por ejemplo Berta Singer en el ABC. “Todo de una estupidez que asusta”.

De hecho, la audiencia de la segunda parte de la serie cayó en picado, aunque con los años Twin Peaks se ha revalorizado y despierta casi tanto entusiasmo como en el 90 .