Detroit

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En un gesto especialmente odioso, algunas películas prologan su acción con un rótulo en el que afirman reconstruir hechos reales. En lugar de eso, Kathryn Bigelow y Mark Boal concluyen esta Detroit avisándonos de que su guion se ha levantado, en buena medida, a base de conjeturas. Una sinceridad que los honra, porque nadie tiene claro qué ocurrió en el Motel Algiers la noche del 25 de julio de 1967. Lo único seguro es que la ciudad de Michigan atravesaba entonces unos disturbios raciales de inusitada virulencia. Y lo más plausible es que varios policías (blancos) decidieran desfogarse convirtiendo aquel garito en su cámara de torturas privada, con sus huéspedes (negros, salvo dos excepciones) como víctimas.

Tal y como está el patio en EE UU, la idea de que Bigelow aborde el incidente del Motel Algiers resulta tentadora. No solo porque el eje de su obra sea la violencia, sino también porque la autora de Le llaman Bodhi es, dicho suavemente, más de derechas que Genghis Khan. El detalle está en que la directora se adscribe a un linaje (el de Hawks, Ford y Eastwood) cuyo conservadurismo no es óbice para la empatía o la simple decencia. En el caso de Bigelow, además, se añade su afán por diseccionar sucesos. Por eso el prólogo de la cinta enfoca el asunto a partir de la historia afroamericana: el éxodo de los negros a las ciudades industriales, la huida de la clase media blanca y la transformación de los centros urbanos en guetos. Asuntos que vienen todos muy al caso. Así como viene al caso que el único discurso conciliador que se oye en esta película venga del más encarnizado de los verdugos (Will Poulter).

Cuando se estrenó La noche más oscura, algunos acusaron a Kathryn Bigelow de estar en pro de la tortura. Tal vez tuviesen razón, por más que dicha película resultara catedralicia en sus logros. Tras ver Detroit, voces similares la han acusado de tibieza, cuando no de apropiarse de una causa ajena. Aquí no lo vemos de esa manera: si ambas películas tienen ‘mensaje’, es que las agresiones no deben quedar sin respuesta, bien vengan de manos de Al Qaeda o de gañanes con uniforme. Al menos, eso piensa uno cuando la cineasta mira con más simpatía a los amotinados que a las fuerzas del orden, y cuando renuncia a la visión de conjunto para encerrarnos en unas habitaciones donde la dialéctica es sencilla: están aquellos que sufren (por ser negros, por ser pobres, por acostarse con chicas blancas, por estar donde no deben…) y aquellos que hacen sufrir porque el peso de las instituciones está con ellos. Nada de persecuciones, de perros usados como armas arrojadizas, de pesquisas obsesivas o de la épica del peligro que presidía En tierra hostil, aquella buena película que la Academia empleó para un lavado de cara. En su lugar, tenemos un regodeo en la truculencia que puede recordar incluso a Funny Games, pero que este crítico ve más próximo a El campo de cebollas, aquel pequeño clásico de Harold Becker en el cual, ironía gorda, una de las víctimas era un policía. En sus momentos más flacos, Bigelow no evita la tentación de dar una de cal y otra de arena, que por algo es una señora de orden. Pero, al final, de lo que se acuerda uno es del miedo, de los golpes y de una pertinaz sensación de fracaso.

Valoración:

FICHA TÉCNICA

Detroit
  • Director:

    Kathryn Bigelow

  • Género:

    Drama, Crimen

  • País:

    EE UU

  • Sinopsis:

    Detroit, 1967. Una redada policial acabó con la muerte de tres jóvenes afroamericanos lo que provocó una activa y violenta revuelta en las calles.

  • REPARTO: John Boyega, Anthony Mackie, Algee Smith

  • GUIÓN: Mark Boal

  • VEREDICTO: Sin repetir las cotas de La noche más oscura, Bigelow le da a su país donde duele con una ración de (buscada) polémica.

  • DURACIÓN: 143 min.

  • DISTRIBUIDORA: EOne Films Spain

  • ESTRENO: 15/09/2017

  • imdb: https://www.imdb.com/title/tt5390504

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