La madre española que triunfa en Toronto

Gustavo Salmerón se cuela entre los favoritos del Festival con el precioso documental sobre su madre, 'Muchos hijos, un mono y un castillo'.
La madre española que triunfa en Toronto
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La madre española que triunfa en Toronto

"Érase una madre... o era una señora recién casada que tenía tres deseos. Los tres deseos eran tener muchos hijos, tener un mono, que nunca lo había tenido de niña pequeña por varias circunstancias, y tener un castillo", dice Julita a cámara resumiendo su historia y cuando lo está contando, ella, la protagonista de este cuento, la señora recién casada, la madre, ya ha tenido todo lo que deseaba. Tuvo seis hijos, un mono que le hizo muy feliz hasta que empezó a morder a gente y tuvo que venderlo y encontró su castillo que llenó con todo lo que había ido, y seguía, acumulando en su vida. Y sus tres deseos se convirtieron en el título de la película documental que le dedicó su hijo, Muchos hijos, un mono y un castillo, que está siendo una de las favoritas en Toronto.

Gustavo Salmerón encendió por primera vez la cámara delante de su madre hace 14 años. "La encendí y descubrí que eso que había estado buscando como actor siempre, ella lo tenía, no estaba actuando. Como actor intentas estar de verdad, estar en el momento, estar muy presente, es algo que consiguen muy pocos, solo los más grandes: Meryl Streep, Gena Rowlands, Philip Seymour Hoffman o Spencer Tracy. Ella lo tiene también y me di cuenta de que tenía una película", nos cuenta el director solo horas antes de la premiere en el Festival de Toronto, su segunda parada después de pasar y ganar en el Festival de Karlovy Vary.

La madre española que triunfa en Toronto

"Le dije, 'Mamá, quiero hacer una película sobre tu vida, quiero contar tu historia. Y fui grabando. Esto fue hace 14 años y hace 11 años acabé, hice una fiesta de fin de rodaje en el castillo e incluso hicimos la foto que es ahora el póster de la película. Pensé: 'Me quedan dos meses de montaje y ya está'. Y la monté, pero cuando acabé vi que era divertida, pero no había película", continúa, aún encajando las increíbles críticas que ha ido recibiendo de críticos de todo el mundo.

Por eso siguió rodando casi una década más y pasó dos años montando. "Tengo 400 horas de material y 76 versiones de montaje", dice. Los documentales son una cuestión de paciencia, según él, y más si estás siguiendo la historia de alguien cercano. Por suerte, "la paciencia es un don heredado" de su padre, quien también aparece en la película, un personaje secundario, tranquilo, perfecto contrapunto al torbellino que es Julita.

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"Si tienes paciencia y sigues a alguien al final tienes una historia, e invitaría a la gente a que hiciera videos de su familia, sobre todo, de las viejas generaciones, personas que han vivido situaciones tan extremas y dramáticas de nuestro país, porque una Guerra Civil es algo muy gordo, y luego 40 años de dictadura, que se dice pronto", dice. De hecho, Muchos hijos, un mono y un castillo "es también un homenaje a una generación que después de todo el horror y lo que han sufrido, lo han sobrellevado, se han reído, no se deprimen fácilmente". "Mientras que mi generación o posteriores somos más quejicas, más blandos. Tenemos mucho que aprender de ellos y nosotros, las generaciones nuevas, tenemos una responsabilidad de saber cerrar la herida, enterrar y desenterrar, porque no hay otra forma, hay que abrir, limpiar, desinfectar y volver a cerrar, es doloroso pero hay que pasarlo".

En la película hace ese ejercicio de cura a través del macguffin que vertebra la película. Nunca mejor dicho. Entre las cosas que su madre acumula están las vertebras de su abuela, asesinada durante la guerra y de la que guardaron un par de vértebras que pasaron de su viudo a su hija y a su nieta, Julita.

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"Como no las encontrábamos, me dediqué a buscarlas [llegó a ir a una medium para ver si les ayudaba a encontrarlas] un poco como búsqueda de la identidad familiar, porque creo que es por eso por lo que me afecta tanto la Guerra Civil, el que no hayamos sabido enterrar a nuestros muertos de alguna manera afecta a la España de ahora", dice Salmerón. "Pero la película no va de eso, es una comedia disparatada, y por debajo está la historia de España, como ella lo vivió o como la ve ahora, desde la República a la abdicación del rey Juan Carlos".

Es una comedia disparatada gracias a su estrella, Julita, la mujer del castillo, del mono y de los seis hijos, que quieren que la entierren vestida de monja y antes de incinerarla le claven una aguja de punto para comprobar que no está muerta, que se come un bocadillo de chorizo para dormir si no encuentra sus pastillas, que tiene un tenedor extensible para pinchar a su marido por las noches cuando hace ruidos raros, que quiso ser monja y ha acabado perdiendo la fe. Una mujer muy particular y muy universal.

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