¿Puede este documental acabar con la Cienciología para siempre?

La emisión de 'Going Clear', documental de Alex Gibney sobre la Iglesia de la Cienciología, además de exponer sus prácticas más cuestionables evidencia su incapacidad de defensa.
¿Puede este documental acabar con la Cienciología para siempre?
¿Puede este documental acabar con la Cienciología para siempre?
¿Puede este documental acabar con la Cienciología para siempre?

La religión fundada por L. Ron Hubbard en los años 50 del siglo pasado ha hecho de la celosa protección de los mecanismos de funcionamiento interno y financiación de sus estructuras (habitualmente, a través de donaciones a asociaciones vinculadas a la Iglesia de la Cienciología y su doctrina) un punto fuerte de su comportamiento institucional. Sin embargo, en los últimos años las voces críticas contra las supuestas ansias de poder e influencia política de sus dirigentes o la calificación de culto sectario que muchos defienden que debería recibir han ido haciéndose más fuertes a medida que la sociedad tenía acceso a más información sobre la organización. La publicación en 2013 del libro Going Clear: Scientology, Hollywood and the Prison of Belief, de Lawrence Wright, fue la culminación de un proceso de cuestionamiento que ha germinado durante las últimas décadas y, ahora, ha alcanzado un nuevo apogeo con la adaptación de la investigación de Wright en el documental Going Clear: Scientology and the Prison of Belief de Alex Gibney, proyectado en el Festival de Sundance y emitido por HBO el pasado 29 de marzo.

El director de documentales como Enron: Los tipos que estafaron a América (2005) o Taxi al lado oscuro (2007; gandor del Oscar) se puso en contacto con varios antiguos miembros de la Iglesia de la Cienciología —entre ellos, el director Paul Haggis (Crash), el actor Jason Beghe, la monitora Sylvia 'Spanky' Taylor encargada de tratar con John Travolta, etc.— para entrevistarlos. Mediante sus testimonios, reconstruye la historia de la Cienciología y pinta un retrato muy poco favorable de su líder, David Miscavige, quien es acusado de actuar con despotismo y crueldad contra sus subordinados.

El control que la Iglesia mantiene sobre sus miembros de alto nivel mediante escuchas telefóncias y vigilancia se trata en profundidad durante el metraje, resaltando el caso de Nicole Kidman, quien fue objeto de pinchazos telefónicos en un intento por romper su relación con Tom Cruise cuando se juzgó que era una influencia poco recomendable. Entre otras lindezas sobre el acoso al que son sometidos aquellos que no comulgan de todo con las ideas de la institución, se da cuenta de encierros, humillaciones, violencia física y amenazas con la publicación de detalles de la vida privada, como las que supuestamente recibe John Travolta en el caso de que decida abandonar el culto.

Ante acusaciones de tal calibre, ¿cómo es posible que la Iglesia de la Cienciología, siempre tan proclive a demandar a diestro y siniestro cuando no está conforme con el retrato que se pinta de ella, se haya quedado callada? Bueno, en realidad no se ha quedado callada. Desde la presentación de Going Clear en Sundance, ha organizado una agresiva campaña de publicidad atacando el filme con grandes anuncios en prensa (como señaló The New Yorker) y activismo online a través de las redes sociales (con la cuenta @freedomethics). ¿La estrategia para deslegitimar lo expuesto por Wright y Gibney? Simplemente afirmar que es todo mentira. O que el documental es aburrido.

Mike Rinder, antiguo director de Relaciones Públicas de la Iglesia de la Cienciología y uno de sus actuales críticos, cree que las demandas ya han dejado de ser efectivas por haber alcanzado un punto de no retorno. "El primero en ser llamado a declarar sería David Miscavige y el segundo Tom Cruise. Eso es algo que no podrían controlar", afirma en The Daily Beast. "Tienen tanta basura debajo de la alfombra y tantas cuestiones a las que no pueden responder que su única salida es simplemente llamar mentiroso a todo el mundo", concluye.

Lo cierto es que la emisión de Going Clear en HBO, además de levantar nuevos niveles de atención de medios y telespectadores de todo tipo que se lanzaron a las redes sociales a comentar la jugada, marcará un antes y un después en el tratamiento mediático de los asuntos de la Iglesia de la Cienciología. Está claro que sus días de secretos, movimientos bajo cuerda y velos de misterio no volverán a repetirse.

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