Al rojo vivo (1949)El final: James Cagney, gángster con complejo de Edipo no resuelto, desaparece con una explosión (de gas) gritando aquello de “¡La cima del mundo, mamá!”. Por muy icónica que sea dicha línea, es el policía Edmond O'Brien quien pone la guinda.
La frase: “Alcanzó la cima del mundo, y la cima del mundo le estalló en la cara”.
Si fuese más larga: “Al menos ahora está con su madre”.
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