Guía de Mega-City: 12 pistas para sobrevivir a 'Dredd'

En 1995, Hollywood fue testigo de un hecho que parecía imposible: el Juez Dredd, el justiciero más implacable del futuro, recibió una soberana paliza a cargo de... Sylvester Stallone. Con la mejor de las intenciones, el intento por parte de 'Sly' de encarnar al agente de la ley de Mega-City 1 se saldó con una de las peores películas de la carrera del italoamericano, y con el fin de la carrera fílmica del personaje... O eso creíamos: con el muy rocoso rostro de Karl Urban, este mito del cómic europeo más destrozón vuelve esta semana a la cartelera para protagonizar Dredd. Encerrado junto a una compañera novata en un rascacielos infernal, y con una oponente tan terrible como Lena Headey (la Cersei Lannister de Juego de tronos), este superpolicía se enfrenta a una situación límite en la que sólo cabe vencer o morir. A un día normal de trabajo, vamos, que le dará muchas oportunidades de pronunciar su grito de guerra: "¡Yo soy la ley!".

Como Dredd no es un personaje excesivamente conocido en España, y como adentrarse en Mega-City es (más) peligroso sin ir prevenido, CINEMANÍA te ofrece una completa guía sobre el personaje y su historia dentro y fuera de las viñetas. Para empezar, indicamos que Dredd pertenece al cuerpo de los Jueces, agentes con la prerrogativa de arrestar y condenar (muchas veces a muerte) en el acto y sin garantía ninguna para el detenido. ¿Qué clase de mundo puede producir a semejantes bestias? ¿A qué clase de comiqueros se les ocurre un personaje así? Y, sobre todo, ¿quién puede atreverse a llevarlo al cine, máxime con un precedente tan flojo? Todas las respuestas, a continuación...

En 1977, cuando saltó a los quioscos británicos por primera vez, su título resultaba de lo más futurista. Hoy, nos suena a agua pasada. Pero, en la Pérfida Albión, la fama de la revista 2000 AD es tal que sus responsables ni se plantearon rebautizarla con el cambio de milenio. Aunque también ha tenido varias revistas a su nombre (cualquiera se lo niega), el Juez Dredd lleva alojándose en esta publicación desde el comienzo de su carrera. Y entenderle es imposible si no le situamos en el brutal, satírico y despendolado universo de sus páginas: con decir que en 2000 AD debutó también un joven Alan Moore (V de Vendetta, Watchmen) deberíamos aclarar muchas cosas.

Aunque sus aventuras se desarrollen en EE UU (o más bien en sus restos radiactivos), Dredd habita en una revista británica, su guionista más fiel (John Wagner) nació también en el país de los Beatles... Y su primer dibujante fue español. Hablamos de Carlos Ezquerra, uno de esos veteranos que se curtieron dibujando cómics a destajo para la exportación, y que añadió un toque ibérico al look del personaje. Porque el escudo del juez, y el águila de su hombrera derecha, se le ocurrieron al artista barcelonés recordando el aguilucho de la bandera franquista. Normal que los responsables de 2000 AD arrugaran el morro ante su primer diseño, diciendo que "parecía un pirata español".

La conexión entre Dredd y los 'grises' fue uno de los elementos más importantes de su apariencia, pero no el único. Porque, a sugerencia del director Pat Mills, Ezquerra se inspiró en el Clint Eastwood de Harry el Sucio y en el personaje de David Carradine en La carrera de la muerte del año 2000. ¿Adivinas quién ejercía como antagonista en dicha película, producida por Roger Corman? Pues un jovencísimo Sylvester Stallone, mucho antes de Rocky y de Acorralado.

Hablar del Juez Dredd sin mencionar a Mega-City 1 es impensable. Esta megalópolis, que ocupa toda la Costa Este de EE UU tras una guerra atómica, es un entorno tan terrible que, en él, la brutalidad de los jueces es vista como algo cotidiano. Con una población de 800 millones de habitantes (aunque, en los cómics, esta cifra se redujo drásticamente hace poco) y una tasa de paro del 90 por ciento, Mega-City es un lugar en el que nadie querría vivir. Aunque, a qué mentir, otras superciudades como Mega-City 2 (en California, y llena de zombies), Ciudad Barranquilla (en Colombia) o East-Meg 1 (en Rusia) son incluso peores. Para recrear las calles de este infierno en la Tierra, los responsables de Dredd se fueron a rodar a Ciudad del Cabo, en Sudáfrica.

Vivir en Mega-City es desagradable, pero lo que aguarda fuera de sus muros es todavía peor. Porque, lectores, al páramo que se extiende más allá de la megaciudad no lo llaman la Tierra Condenada por capricho: el filme de 1995 nos mostró algunos de sus horrores, pero se quedó muy, muy corto omitiendo las hordas de mutantes, los cultos religiosos fanáticos y los tiranosaurios. Si las cosas salen bien y Dredd se convierte en una trilogía, sabemos que la segunda entrega se basará en cierto arco argumental donde nuestro juez favorito recorría dicho lugar a pie...

No carguemos la tinta, pese a todo, en los espantos de la Tierra Condenada: los habitantes de Mega-City están lo bastante majaras como para poner en peligro la vida de cualquiera... Incluso la de Dredd. Sin ir más lejos, el argumento del nuevo filme dedica una atención especial a los bloques, mugrientos rascacielos donde se hacina la mayor parte de la población. Cuando no están presenciando batallas campales dentro de dichas viviendas, como ocurre en la película entre Dredd y los secuaces de Lena Headey (Juego de tronos), los inquilinos se dedican a tirotearse entre ellos con fruición por las causas más peregrinas: es lo que, en la jerga de la megaciudad, se denomina guerra de bloques, una de las pocas cosas que pueden poner en aprietos a un juez.

Entre tanto cataclismo y abominación, encontrarse con un personaje que sabe mantener la cabeza fría, no peca de gatillo fácil y procura resolver las situaciones mediante el diálogo es un alivio. Máxime si dicho personaje es, además, una fémina tan espectacular como la Juez Anderson: encarnada en el filme por Olivia Thirlby, esta joven (a la que conoceremos siendo una novata) es uno de los pocos agentes de la ley en Mega-City a quienes Dredd considera un igual. ¿Por qué? Pues porque Anderson es una telépata, y el miembro más eficaz de la División Psi, que protege a la megaciudad de amenazas sobrenaturales. Como, sin ir más lejos...

Dado que los jueces de Mega-City 1 son unos carcas que pueden pegarte un tiro hasta por respirar, y sus delincuentes resultan incluso peores, saber que hay seres que resultan incluso más terroríficos que ellos puede escamar. Pero esos seres existen, y son los Jueces Oscuros. Sus nombres son Fuego, Miedo, Mortis y Muerte, y provienen de una dimensión paralela cuyas leyes son tan estrictas que el mero hecho de estar vivo es un delito. Según el guionista Alex Garland, si todo va bien les veremos en la tercera parte de la historia. Uy, qué yuyu...

Divagaciones aparte, ¿quieres saber por qué el Juez Dredd es un mito del cómic europeo? Pues échale un vistazo a la viñeta de arriba: es obra de Brian Bolland (el artista que dibujó al Joker más aterrador en Batman: La broma asesina) y nos muestra a nuestro héroe teniendo un contraste de pareceres con su colega el Juez Miedo. El hostión resultante, y la frase "¡Mírate en el puño de Dredd!", son emblemas de una serie en la que han trabajado ilustradores tan meritorios como Simon Bisley.

¿Cuál fue el peor pecado contra el cómic de la película de Stallone? Aparte de su mal guión y de sus efectos especiales choriceros, queremos decir. Pues muy sencillo: aunque en dicho filme 'Sly' se paseaba por Mega-City a cara descubierta, Dredd no ha mostrado su rostro jamás en los tebeos. Dentro de la historia, se supone que el jeto del justiciero está tan desfigurado por sus combates que resulta, siendo piadosos, difícil de ver. Pero la verdadera razón es otra, según John Wagner: "Dredd es la personificación de la justicia, y la justicia no tiene rostro", dice el guionista. Carlos Ezquerra, por su parte, ha apuntado que la cara de Stallone no le pega nada a su creación, y que él hubiera escogido a Schwarzenegger para el papel. ¿Qué pensará el dibujante de Karl Urban?

Pregunta peliaguda habemus, lectores, pero si nos atenemos a la opinión de sus propios creadores, así como de buena parte de sus fans... Pues va a ser que la respuesta es "no". Y ese es uno de los mayores méritos de la nueva película: aunque su sentido del deber sea sobrehumano, y aunque en comparación con los malos de Mega-City 1 resulte un angelito, el juez no es el "bueno" de sus historias, ni de lejos. Estamos hablando de un sujeto cuya única afición fuera del trabajo es leer el Código Penal, y a quien se la traen floja los motivos de los delincuentes, o el clima de asfixia social que les mueve al delito. Como demuestra Dredd, siguiendo arcos argumentales del cómic como Democracia, el protagonista no pretende hacer el bien, sino sólo que se cumplan las normas.

Trabajando en un ambiente tan cargado como el de Mega-City, con unos villanos tan malos y con un protagonista tan cuestionable, es normal que el rodaje de Dredd se crispase un poco. Lo que nadie se esperaba es que los productores apartaran del proyecto al director Pete Travis, y menos aún que lo hicieran para poner en su lugar al guionista. El escritor Alex Garland (en la foto) fue el responsable del montaje final del filme, que, todo sea dicho, le ha quedado muy bien. Tal vez por ello, Travis y él publicaron una carta abierta reconociendo que sus diferencias se habían arreglado, que el novelista no pretendía figurar como codirector y que (si se recaudan esos 39 millones de euros que harán rentable el proyecto) repetirán juntos para la secuela.