[Festival Sitges 2017] España, entre el deicidio y la satanofilia

El cine español desembarca en Sitges con 'Errementari', 'Matar a Dios' y la serie 'La Zona', la apuesta post-apocalíptica de Movistar +
[Festival Sitges 2017] España, entre el deicidio y la satanofilia
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Algo más reconfortante que la jornada de ayer, posiblemente por lo inesperado de sus hallazgos, nos hemos topado con un par de producciones españolas -más modestas que La piel fría y con menos airecitos que The Maus- que nos han recordado que hay otras formas de hacer género en España. Curiosamente, con dos recursos genuinamente peninsulares: el folclore macabro y el humor borde.

¿De qué se habla hoy en Sitges?

Las apuestas para los palmarés se acentúan conforme se acerca el sábado. ¿A qué lanzamos nuestros (escasísimos) ingresos? Lanthimos o Brawl in Cell Block 99 a mejor película, quizás más la segunda por haber suscitado menos división de opiniones (entre el público, si es que eso sirve como termómetro de posibles opiniones entre el jurado). La impresionante interpretación de Eili Harboe en Thelma es altamente premiable, como lo es la de Dakota Fanning en Brimstone, aunque la primera de ellas es también fuerte candidata a Mejor Película. Vince Vaughn nos parece un indiscutible como Mejor Actor, pero si no, vemos como ganadores al Ross Lynch de My Friend Dahmer o, por supuesto, en nuestros corazones, el impepinable Nicolas Cage de Mom and Dad.

¿Qué hemos visto?

Errementari (El herrero y el diablo) es una mágica incursión en el folclore vasco con una historia que trata un tema tan viejo como el mundo: engañar al diablo. Aquí es un herrero vasco el que tiene aprisionado a un ser infernal, y entre su descubrimiento a manos de una niña inocente y un grotesco descenso a las mismísimas puertas del infierno, esta producción en euskera de Álex de la Iglesia dirigida por Paul Urkijo Alijo cubre con un manto de bienvenida ingenuidad infantil el festival. Errementari es un personaje de los cuentos populares vascos que se enfrenta al demonio a trompazos, y aquí todo adquiere cierto trasfondo sentimental pero no por ello pierde la atmósfera mágica de unos entornos del norte rodados con un gusto exquisito. Y tampoco la fascinación por lo diabólico, plasmada aquí en múltiples demonios forjados en soberbio maquillaje tradicional e inspirados en grabados y pinturas medievales. Una delicia inaudita y que podría convertirse en un extraño artefacto de culto.

[Festival Sitges 2017] España, entre el deicidio y la satanofilia

November es una inclasificable fantasía estona en blanco y negro que igual presenta a las criaturas fantásticas más irresistibles que hemos visto en años (los kratts, seres creados con objetos cotidianos y que están obligados a trabajar sin descanso, incluso en perjuicio de su dueño si se quedan sin nada que hacer) como retrata una historia de amor tan fatalista y emotiva que deja en evidencia a A Ghost Story. Aquí tenemos a una campesina perdidamente enamorada de un aldeano que, a su vez, suspira por una aristócrata, lo que moverá a ambos a poner en marcha incontrolables fuerzas sobrenaturales. Pero todo se desarrolla en November, pese a su increíble atmósfera onírica, a ras de suelo: los personajes se mueven por impulsos primarios, los fantasmas comentan con total normalidad qué tal les va en el Más Allá y los ingenuos campesinos hacen pasteles con excrementos para conquistar a las criadas de los nobles. Una visión de la humanidad pagana y con un humor retorcido, y que retrata una época temible de poderosísima y fascinante superstición continua.

La Zona es una serie de próximo estreno en Movistar y de la que hemos visto el primer capítulo. Esta producción cuenta la vida tres años después de un accidente en un reactor nuclear en el norte de España. Eduard Fernández da vida a un policía que se encarga de un caso insólito: la salvaje muerte de un traficante con objetos de desecho dentro de la zona de exclusión. Jorge y Alberto Sánchez-Cabezudo, creadores de Crematorio, se enfrentan a los resortes del cine post-apocalíptico, pero centrándose en los pequeños detalles y lo cotidiano. Quizás ese sea su principal valor, a falta de ver cómo se desarrolla un argumento que en el primer capítulo acierta en la atmósfera y falla en los agarrotados diálogos

Matar a Dios cierra un día que nos ha reconciliado con el cine de género español con una comedia negrísima y, para que decir otra cosa, desternillantemente blasfema. En ella, Caye Casas y Albert Pintó narran un proyecto de deicidio de una divinidad cargante y faltona a manos de un matrimonio en descomposición y sus familiares. El humor salvaje y los espumarajos de bilis son los grandes valores de una farsa que quizás estira demasiado su brillante idea principal (como demuestra que no se llegue a ella hasta bien pasada media hora larga de metraje... y lo mejor sea esa parte inicial), pero a la que es fácil perdonar sus problemas de ritmo gracias a un diseño de producción digno de mansión de Doña Urraca y el estrafalario talento del reparto (Eduardo Antuña, Itziar Castro, Emilio Gavira, Francesc Orella y David Pareja, sin excepción).

¿Qué nos hemos perdido?

Incompatibilidades de horarios nos han impedido ver ninguna película de Takashi Miike este año, cuya Blade of the Inmortal cuenta como su película número cien. Una pena: tanto esa como Jo-Jo's Bizarre Adventure, rodada en la propia Sitges, prometían la extravagancia visual de rigor en el director japonés.

¿Qué esperamos de la jornada de mañana?

Salvo Annabelle Creation hemos tenido poco terror mainstream del de tirar las palomitas por los aires: esperamos solventarlo mañana mismo con Happy Death Day, una película de horror teen de Blumhouse de inminente estreno y que se anuncia como un Atrapado en el tiempo con psycho-killer.

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