Directores que dialogan con su adolescencia a través de sus películas

Jonah Hill mira a su yo de 13 años en ‘En los 90’, una película pequeña, íntima y muy universal… ¿Por qué mola tanto que los directores hablen de su adolescencia?
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Directores que dialogan con su adolescencia a través de sus películas

En los 90 es una película cuyo relato se basa principalmente en la naturalidad de sus personajes y de lo que les ocurre. No es en absoluto ambiciosa a nivel cinematográfico y no hay ningún discurso que merezca la pena analizar, es un pedazo de realidad que se me antoja más real que el experimento de Linklater con Boyhood.

Un niño de 13 años llamado Stevie, al que su hermano le da palizas de vez en cuando y cuya madre hace lo que pueda porque está sola, decide que el skate va a ser su vía de escape. Se junta con un nuevo grupo de amigos que conoce en una tienda y con los que tendrá las primeras experiencias de todo lo importante en la vida: el amor, la amistad, las adicciones y por supuesto, los sueños.

Jonah Hill hace algo dificilísimo que es combinar la nostalgia, con la cultura pop, con su propia experiencia adolescente y sacar de ahí algo auténtico. El diálogo que este actor y ahora director mantiene con su adolescencia es brutal. Se mira años después y se reconoce como alguien a punto de formarse, alguien con inseguridades y ganas de no decepcionar a la persona que más le importa, que es su hermano. Hill se mira a sí mismo sin condescendencia, de hecho, es todo lo contrario… Hill admira a su yo de 13 años. Da la sensación de que se está diciendo a sí mismo lo valiente que ha sido y le da las gracias. Pero hay que seguir adelante…

Mirar la adolescencia desde la madurez es recargar las baterías. Ser consciente de quién eras y de lo que quería ser cuando todo se vivía con muchísima más intensidad en un momento en el que quizá o se te ha olvidado o estás demasiado cansado para recordarlo.

Hay miles de películas sobre la adolescencia o el paso a la madurez, pero no hay tantas donde sus directores se hayan expuesto de verdad. Jonah Hill lo hace en En los 90 y cómo él hay unos cuantos a lo largo de la historia.

LOS 400 GOLPES DE TRUFFAUT 

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Las óperas primas suelen ser, en música y literatura sobre todo, obras que contienen lo mejor de sus autores, las experiencias que han acumulado durante su adolescencia y juventud. Plasmar eso en una película aunque a nivel técnico tenga carencias obvias, le da un valor a la obra imperecedero. Es la primera, donde está la mejor historia que vas a contar nunca, de la que dependerá que sigas contando historias el resto de tu vida o no.

Truffaut es un intelectual del cine y antes de rodar su obra maestra se aseguró de saber qué demonios significaba rodar una película y como había que hacerlo. Una vez estuvo preparado decidió rodar su primer largo y lo hizo, claro, sobre su propia adolescencia adoptando un alter ego llamado Antoine Doinel.

La película refleja los acontecimientos en la vida de Truffaut, sus problemas con sus padres, el colegio como una cárcel, la primera delincuencia juvenil, sus deseos de libertad… Para al final decirnos que la libertad puede descontrolarse y confundirnos… Que hay que saber manejarla.

En esta película Truffaut utiliza a su yo adolescente para reflexionar sobre temas sociales con importancia como la delincuencia y también para plasmar en pantalla y a través de un virtuoso neorrealismo una historia universal de rebeldía, pérdidas y anhelos. Lo único que se está diciendo así mismo, él único diálogo que mantiene que su yo del pasado es sobre las posibilidades de libertad truncadas, el miedo a enfrentarse a ese mar de posibilidades de manera natural. Un hombre que comienza a dar sus primeros pasos en el arte del cine frente a un chico que comienza a dar sus primeros pasos en su propia construcción como individuo adulto.

LA MALA EDUCACIÓN DE PEDRO ALMODÓVAR 

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Algunos directores recurren a su infancia o adolescencia para curar traumas, cerrar heridas, desahogarse o hacer terapia.

Pedro Almodóvar, por ejemplo, lo hace en La mala educación. La película no es ninguna recopilación de anécdotas de su infancia y el mismo director ha reconocido que manipuló la realidad, o sea, hizo ficción. Sin embargo, es probablemente, y antes de Dolor y Gloria, la película más íntima de Pedro, de sus años estudiando con los curas.

En la Mala educación, película que el director ha tardado en volver a ver 10 años porque se le hacía bola, Almodóvar habla de abusos sexuales de curas a niños y él que estuvo en dos congregaciones (salesianos y franciscanos después) ha reconocido que no eran casos aislados y que la mitad del colegio sufría abusos. Los chavales se lo contaban entre ellos. Vivir eso debió suponer una experiencia brutal para el director que en esta película se abre en canal para dialogar, si no directamente con su yo de la infancia, sí con todos esos recuerdos terribles que acumula. Y no se dice nada, solo se desahoga…

La Mala Educación funciona como una purga para su director.

VENTAJAS DE SER UN MARGINADO DE STEPHEN CHBOSKY

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La película de Stephen Chbosky no es autobiográfica pero muchos personajes y capítulos de la misma están sacados directamente de la adolescencia de Chbosky que primero escribió la novela y luego se adaptó a sí mismo.

Aquí el diálogo que mantienen el autor y su obra se resume en la ya mítica frase: “Somos infinitos”. 

La adolescencia es el momento en el que uno se siente infinito y esto, con el tiempo, se olvida así que el verdadero motivo para que muchos directores, escritores o músicos rebusquen en su adolescencia es volver a sentir aquello.

Chbosky empasta la película con doble ración de nostalgia porque al final de lo que se trata es de parar en el camino y analizar de dónde vienen nuestros recuerdos, cuáles han sido manipulados por nosotros mismos, cuáles han sido olvidados para nuestra seguridad mental y de cuáles nos alimentamos para seguir creciendo como personas o autodestruirnos.

AMARCORD DE FELLINI

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AMARCORD significa “yo recuerdo” y a pesar de eso Fellini siempre dijo que esta película no era autobiográfica, aunque, evidentemente sí que lo era (al menos parcialmente).

No hay un hilo en el relato y no existe un argumento que encuadre a los personajes… Todo es una galería de sucesos que conforman un microcosmos en un pueblo inventado pero que podría ser cualquier pueblo de la Italia fascista de los años treinta.

Y Fellini tiene aquí su 100 años de soledad, su obra magna donde se mezcla el drama, el surrealismo o la comedia y donde se reencuentra con algunos personajes de su adolescencia. En este caso el diálogo entre Fellini y su yo adolescente tiene más que ver con el lugar de origen que con su propia experiencia. El director Italiano focaliza todos sus recuerdos en el paisaje, en las gentes de otra época, en cómo pensaban, cómo se movían y por supuesto todo lo desliga de la realidad para dar una versión mucho más cercana al recuerdo que la realidad.

Y el anhelo del sexo, claro. Si es que acaso la adolescencia es otra cosa.

MOMMY DE XAVIER DOLAN

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Podríamos hablar mejor de Yo maté a mi madre, pero una película escrita con 16 años y rodada con 19 no tiene la profunidad de alguien que, desde lejos, entabla una conversación con su adolescencia. Sin embargo, Mommy sí. Cuando Dolan rodó Mommy ya era un adulto y de hecho, si retomó el tema de su ópera prima (la tormentosa relación entre una madre y su hijo) fue porque tenía más cosas que decir.

Yo maté a mi madre es una película de alguien cabreado y Mommy de alguien que quiere hacer las paces.

Y aquí está otro de los motivos por los que los directores de cine hacen películas sobre su adolescencia… Para hacer las paces: a veces consigo mismos y a veces con su madre como en el caso de Dolan.

En Mommy Dolan escarba en las motivaciones de su madre, en sus actos, pensamientos y lo hace atreviéndose gracias a un truco…. Ambientar la película en un futuro cercano (y distópico) donde es legal abandonar a los hijos adolescentes en centros sin ningún tipo de trámite burocrático.

ROMA DE ALFONSO CUARÓN

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Alfonso Cuarón dirigió la que para muchos es la mejor película de 2018. Lo hizo mirando hacia su infancia en una película autobiográfica que sin embargo no habla de él, sino de la sirvienta de la familia. Roma es el barrio y Cleo la sirvienta. Cuarón rueda y fotografía una película que podemos catalogar de obra maestra aunque solo sea por dos razones: Lo bonita que es y la de cosas que pasan detrás del plano.

Roma es una película llena de vida que le sirve a Cuarón como redención personal. Viendo la cinta uno es consciente de que el director homenajea a la persona que más les quiso en su infancia, la sirvienta de la casa, y de paso hace un retrato de unos años que convulsionaron México, de la clase media, del ego del patriarcado… Y detrás de todo esto la redención, el perdón por haber sido un niño malcriado.

No es una película sobre la diferencia (y el odio) de clases, o al menos no es su primer objetivo… Pero obviamente la idea está latente. Aunque Roma es más sencillo que todo eso, es una mirada adulta y avergonzada sobre una infancia privilegiada.

VERANO 1993 DE CARLA SIMÓN

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Carla Simón cuenta en esta película autobiográfica cómo se sintió de cría cuando sus padres murieron de VIH y tuvo que irse a vivir con sus tíos.

Absolutamente todas las escenas están rodadas desde el punto de vista de la niña. Plano a plano Carla ha diseñado el relato basándose en sus recuerdos. Su diálogo con la infancia es casi terapéutico aunque su primer objetivo es mostrar de la manera más sincera y natural posible de qué manera irrumpe la muerte en la infancia.

Verano 1993 es una película que marca, distante a ratos y demasiado cercana en otros. Y lo mejor es ese difícil equilibrio entre el mundo adulto y la infancia que aquí está dibujado con elegancia y crudeza.

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