Detrás de las cámaras de 'El Hobbit: Un viaje inesperado'

Primero, temimos por su continuidad: con los dimes y diretes provocados por la quiebra de MGM, y tras el abandono de Guillermo Del Toro, cualquiera sabía qué iba a ser de la película. Pero después, llegaron las buenas noticias: Peter Jackson se hacía cargo del rodaje, y pese a los accidentes, El Hobbit: Un viaje inesperado (la ansiada precuela de El Señor de los anillos) está ahora mismo rodándose en Nueva Zelanda y llegará a las pantallas españolas el 14 de diciembre. Tras conocer a sus protagonistas, pasmarnos con el tráiler y reírnos con sus videoblogs (y con su tráiler suecado, que también hace gracia), CINEMANÍA te ofrece ahora un especial con declaraciones de Peter Jackson y su reparto en pleno rodaje. Llena las alforjas y prepara tus armas de mithril, porque nos vamos a la Tierra Media...

Bilbo Bolsón: un icono de la literatura fantástica. La quintaesencia del héroe a su pesar. Y, en opinión del actor Martin Freeman, un tío que no es virgen.

“Creo que entiende de sexo, pero no estoy seguro”, nos suelta la estrella, sin inmutarse. “Estoy tratando de convencer a Peter [Jackson] de que incluya la escena en el guión”.

Para tratarse del protagonista del filme más esperado de 2012, Freeman parece extrañamente relajado. O tal vez esté cansado tras pasarse otro día más a la greña con los enanos, los elfos y otros frutos de la imaginación cavernosa de J. R. R. Tolkien.

En todo caso, y dada la habitual humildad del actor, no parece estar tirándose el pegote cuando afirma que el rodaje le resulta agradable. “No siento ninguna presión, la verdad”, nos cuenta en Wellington (Nueva Zelanda), la ventosa ciudad que sirve de cuartel general. “Por supuesto, este es el viaje de Bilbo, pero yo no lo escribí ni soy el director. No es mi película, es la película de Peter.

Peter Jackson: el señor de El Señor de los anillos. Y, en El Hobbit, el hombre que coproduce, coescribe el guión y, finalmente, que dirige. La ruta de Jackson hacia la silla de tijera fue un viaje inesperado en sí mismo, incluyendo problemas legales, apuros financieros y a un alegre gigante llamado Guillermo.

“MGM y Warner tenían cada una ciertos derechos sobre El Hobbit, pero el futuro de MGM estaba en entredicho”, recuerda el cineasta. “Lo cual dejaba a El Hobbit en el aire. No parecía que la cosa fuese a ninguna parte, y Guillermo [Del Toro]tenía otros proyectos en su lista, así que acabó marchándose y nosotros no recibimos la luz verde hasta cinco o seis meses más tarde”.

Fue durante esos meses en el limbo cuando Jackson “se enamoró” de la idea de volver a la dirección, haciéndose cargo él mismo de la película.

En un principio, Jackson se resistía a llevarse de nuevo la cámara a la Tierra Media debido al cambio de tono que requería la historia.

“El Hobbit es, en muchos aspectos, un libro para niños, y El Señor de los anillos es una cosa muy distinta: no es para niños en absoluto”, explica.

Jackson se temía que, tras tres expediciones al mundo de Tolkien (o seis, si cuentas las versiones extendidas de El Señor de los anillos), su mirada se resentiría. Pero entonces encontró a su musa. O a sus musas.

“Me di cuenta de que los personajes de los enanos marcan la diferencia. Su energía, su desdén por la corrección política, le dan un nuevo espíritu a la historia. Y por eso pensé: ‘Vale, esto puede molar”.

Dualin. Balin. Kili. Fili. Dori. Nori. Oin. Gloin. Bifur. Bofur. Bombur. Ori. Y el líder de la banda, Thorin Escudo de Roble.

Dicho en corto (ejem), la Banda de Enanos: los 13 aventureros con barba que, vía el mago Gandalf, alistan a Bilbo en su gran expedición para saquear los tesoros de un dragón muy ladrón.

Si no puedes acordarte de todos sus nombres, no te preocupes: Jackson aceptó la tarea de convertirles en individuos únicos en su paso a la pantalla.

“Hay algo que me preocupaba mucho”, confiesa el cineasta. “Me imaginaba a 13 tíos con barba y con el pelo largo, y me preguntaba: ‘¿Cómo conseguir que el espectador distinga cuál es cada uno de ellos?”.

La solución comenzó en el taller de Weta, con Jackson y su equipo creando “siluetas icónicas” para cada guerrero, con diferentes peinados y armas. Así, explica, “Dualin lleva sus hachas cruzadas a la espalda, como si le salieran de los lados de la cabeza”.

Una vez distribuidas las ropas y las armas, dependía de los actores el crear aspectos de sus personajes para distinguirles del resto del grupo. “Es una banda salida del infierno”, bromea Jackson.

“Pensaba que los nueve miembros de la Comunidad del Anillo eran un problema. Pero aquí, sumando a Gandalf y a Bilbo, tenemos 15. Pero está saliendo muy bien: los enanos le dan al asunto un aspecto cómico que lo distingue de El Señor de los anillos”.

Aun así, la continuidad es la clave: “Quiero que todos pensemos que hemos regresado a la Tierra Media, que estas dos películas parezcan lo que son: un prólogo a las otras tres. Somos los mismos cineastas regresando al mismo mundo”.

Y en ese mismo mundo se hallarán los mismos rostros. Para empezar, el de Gollum, quien esta vez se hallará delante y detrás de la cámara: el actor Andy Serkis hace doblete ejerciendo como director de segunda unidad. “Peter no tiene reparos en decirme cuándo algo no le gusta”, afirma. “¡La curva de aprendizaje es muy grande!”.

Entre los viejos conocidos encontramos a Legolas (Orlando Bloom) y a Galadriel (Cate Blanchett), ambos ausentes del libro. Pero, como Jackson explica, su presencia está justificada: “No sólo adaptamos El Hobbit, sino también un montón de material que Tolkien incluyó en los apéndices de El Señor de los anillos”.

“Así pues, podemos incluir mucho de lo que ocurre en el mundo mientras Bilbo y los enanos corren su aventura. Por eso hemos terminado haciendo dos películas”.

La historia nos demuestra que a Jackson se le da bien rodar dos películas a la vez. ¿Pero cómo encarará el nuevo desafío del 3D?

“El 3D es fácil”, replica el director. “Siempre me ha gustado mover mucho la cámara porque te da un efecto tridimensional en una película 2D. Así que no estoy haciendo nada distinto: ruedo la película tal y como lo hubiera hecho normalmente”.

Convertir las visiones de Tolkien en imágenes es ahora mucho más fácil que cuando se rodó la primera trilogía, explica Jackson. “La tecnología ha mejorado. Todo aquello que en El Señor… era un trabajo de pioneros ahora es algo habitual”.

Por ejemplo, el empleo de actores digitales ha avanzado mucho. “Le enseñábamos a la gente el doble de CGI que usamos para las escenas de riesgo de Martin, y se pensaban que le estaban viendo a él en persona”, nos cuenta Jackson con una sonrisa. “Creo que eso le molestó un poco”.

Por supuesto, no hay quien sustituya a un actor de carne y hueso. Y los cineastas estaban tan empeñados en mantener a Freeman en el proyecto que interrumpieron la producción para que él pudiese rodar la segunda temporada de Sherlock, la serie de la BBC.

El gesto emocionó a Freeman, quien ya se veía compuesto y sin papel. “Me sentía triste, pero sólo pensé: ‘odiaré a cualquiera que me robe a Bilbo”, comenta el actor con una sonrisa tensa.

Y, felizmente, Freeman vuelve a estar en la línea del frente. A veces, de forma literal. “Lo más difícil de todo es mantenerte listo y a punto cuando estás cubierto de mocos o de barro, día tras día. ¡Y lo que me queda!”.

Pero al actor se le ve muy dispuesto a tirarse al pozo, al menos en sentido figurado. “Las escenas que hemos rodado hasta ahora son más cómicas que violentas. No paro de preguntarle a Peter: ‘¿Cuándo va a llegar lo duro?’. Y él me responde que ya falta poco”.

Cuando llegue la segunda parte, There And Back Again (prevista para las navidades de 2013), la guerra, la locura y el dragón entrarán en la película.

“Siempre hemos visto El Hobbit como un cuento de hadas”, nos cuenta la coguionista y esposa de Jackson, Fran Walsh.

“Es una historia más divertida. Pero, conforme te acercas al final, ves cómo Tolkien está mentalizándose para el viaje épico que le supuso escribir El Señor…, una empresa en la que (como él decía), puso toda su sangre. Esos temas épicos y oscuros que dominan la trilogía empiezan a entrar en escena”.

Si la tarea de la segunda parte será servir de hilazón con la trilogía de Frodo y Aragorn, la primera promete ofrecer todos los elementos que convirtieron a Jackson en un director estrella. “Cuando sustituí a Guillermo, me comprometí a hacer la película que yo quería hacer”, afirma Peter Jackson.

“El ADN de Del Toro estará presente, pero yo no voy a tratar de imitar su estilo. Lo estoy haciendo a mi manera. Pensé que era importante convertirme en el mismo cineasta que era hace 10 años, y mantener la unidad de estilo”.

Y sonríe sardónicamente antes de acabar: “He vuelto al modo Señor de los anillos”.

El Hobbit se publicó por primera vez en 1937. Una edición revisada, que estrechaba sus lazos con El Señor de los anillos, vio la luz en 1951. Pero la tercera revisión, que se inició en 1960, quedó inconclusa. Un viaje inesperado está ambientada 60 años antes de la trilogía.

En el mundo de Tolkien, los elfos son inmortales, así que Legolas aparecerá exactamente igual que cuando le vimos por primera vez. “60 años no son nada en la vida de un elfo”, comenta Orlando Bloom.

Los cineastas han tratado de compensar el reparto del original, exclusivamente masculino, incluyendo a algunas chicas, como la reina elfa Galadriel y Tauriel (Evangeline Lilly), un personaje original. Y una guerrera del Bosque Negro.

Junto a Blanchett y a Bloom, El Hobbit supondrá también el regreso de Ian McKellen (Gandalf), Andy Serkis (Gollum), Elijah Wood (Frodo), Christopher Lee (Saruman), Hugo Weaving (Elrond) e Ian Holm como el Bilbo anciano. “Aún no he conocido a Ian”, dice Martin Freeman. “Pero creo que es un actor cojonudo”.

Richard Armitage, que interpreta al líder enano Thorin Escudo de Roble, mide casi dos metros. Y no es el más alto de los compañeros. “Graham [McTavish, Balin en la película] es un poco más alto. ¡Y me han puesto alzas en los zapatos porque quieren que destaque sobre él!”.