[Crónica San Sebastián 2013]: Con lo bueno que hace afuera...

Curanderos, sastres y niñas en apuros protagonizan la jornada del sábado en el festival. Antonio de la Torre por 'Caníbal' se mete en la puja por las Conchas. Por MANUEL PIÑÓN
[Crónica San Sebastián 2013]: Con lo bueno que hace afuera...
[Crónica San Sebastián 2013]: Con lo bueno que hace afuera...
[Crónica San Sebastián 2013]: Con lo bueno que hace afuera...

¿De qué se habla hoy en San Sebastián? Del tiempo. Y no del tiempo y el paso del mismo como vínculo temático entre las películas que compiten en la sección oficial (ese truco de encontrar paralelismos es tan recurrente, cuántas crónicas habrá salvado...); se habla simple y llanamente de que hace muy bueno. Con este solazo, una mínima de 21º y una máxima de 29º, las parejas paseando por la playa con los pantalones arremangados y películas tan aburridas como la austriaca Oktober November, como que da no sé qué meterse en el cine.

¿Qué has visto? Mon áme par toi guérie, de François Dupeyron, que tiene la extraña virtud de convertir una sinopsis interesante -un tipo gris hereda de su madre muerta un don para curar a enfermos- en una película elongada y a la vez deslavazada. Vamos, estirar algo, romperlo en pedazos y luego pretender que todos esos jirones compongan un vestido suspendido en el aire por la inspiración y el arrebato. Dupeyron le pone intensidad, muchas veces tirando de una selección musical aleatoria e irritante, y a sus actores se les ve dispuestos a tirarse por un precipicio si él lo lo pide. Pero nada, un rollazo difícil de digerir. Para lograrlo Dupeyron tendría que ser a la vez ingeniero industrial, mago y sastre. Al menos dos de esas tres cosas, a juzgar por Caníbal, que se pudo ver ayer pero se presenta hoy, las es Manuel Martín Cuenca. Su cuarta película -a La flaqueza del bolchevique siguieron Malas temporadas y La mitad de Óscar- confirma su vocación independentista más que independiente respecto al cine español. Un director que se sitúa al margen de todos con una historia sobre un sastre caníbal granadino que descubre nuevos apetitos. Antonio de la Torre, ese actor al que muchas películas se agarran como una boya, conscientes de que no tiene más que aparecer en escena para que todo resulte creíble y emocionante, se "sacristaniza" todavía un poco más con un papel en el que lo más fácil era caer en el ridículo. No me acaba de convencer la película, por momentos se me atragantan ciertos tics de autor deseando reafirmarse -esos planos fijos, esos silencios buscando el récord Guinness de la solemnidad...-, pero entiendo las pasiones que ha despertado en compañeros. Sin ir más lejos, la señora Andrea G. Bermejo, que se sienta frente a mí en la redacción, mañana tomará el relevo de las crónicas y me ha pedido que no hable demasiado de Caníbal porque lo quiere hacer ella. Vía libre.

Cuadrando horarios y entrando a ciegas, fui a ver Anina, una pequeñísima película uruguaya de animación dirigida por Alfredo Soderguit. Por favor, que alguien la distribuya, es única, tan difícil de describir -una Coraline menos lúgubre con un humor delicioso, tiernísima- como de olvidar una vez que se ha disfrutado. Cine infantil para niños, que ya está bien de que las hagan para adultos.

¿Qué te has perdido? Fruitvale Station, de Ryan Coogler, una de las Perlas de otros festivales que traen a Donosti para resumir la temporada sin tener que viajar a Berlín, Cannes, Venecia y demás citas cinéfilas. Vistas las reacciones de los que acudieron al pase, me han convencido de que no hay nada que lamentar, que es una de esas películas de director adicto al sufrir sin motivo.

¿Con quién has hablado? Con nadie famoso, lo siento. Me crucé con Lindsay Duncan, la actriz británica de Le Week-End, que paseaba camino del Hotel María Cristina y le dije por lo bajini "guapa", pero ahí acabó la conversación.

¿Qué esperas de la jornada de mañana? Tengo ganas de ver Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba. Quiero que me guste de verdad, sin peros ni tener que mirar para otro lado en ciertos momentos, porque es un director al que le cogí cariño con La buena vida y se lo recobré con Madrid 1987. "No veas Gravity si no es en 3D", me decían ayer los gurús que la vieron en Venecia. Tras unas pesquisas resulta que sí, que el Victoria Eugenia, tan clásico y vetusto, resulta que también es sala tridimensional, así que para allá voy ahora mismo.

¿Qué has comido? Desayuno fuerte en el hotel para intentar no parar a comer. Más que nada porque lo que aquí pide el cuerpo es cenar como si estuvieras celebrando algo. El sábado fue un mero increíble en el Vientosur, frente al Kursaal, y ayer una merluza vuelta y vuelta con unas verduritas en el Alberto, uno de esos sitios cuya existencia los donostiarras sólo revelan a gente de confianza.

Conchómetro: Caníbal tiene que salir premiada. Es una película perfecta para festivales y Antonio de la Torre pide con la voz bajita y ese acento granadino un premio. Enemy sigue liderando todas las quinielas... si es que alguien hace de eso, por aquí, que de Conchas se está hablando poquito.

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