Begoña Vargas ('Malasaña 32'): la otra mirada del miedo

Tras su participación en series como 'Alta Mar', la joven actriz se pasa al cine de terror con la nueva película de Albert Pintó.

Begoña Vargas (1999) es una de las actrices más prometedoras del panorama nacional. A pesar de ser muy joven, ha trabajado en series como La otra mirada (TVE) o Alta mar (Netflix). Ahora rueda su primera película, Malasaña 32, una historia de terror dirigida por Albert Pintó sobre el horror que vive cualquier familia tras mudarse al centro de Madrid.

He leído que decidiste ser actriz cuando eras muy pequeña. ¿Cómo fue ese proceso?

Realmente, nunca decidí que quería ser actriz. Mi madre siempre dice que yo nací con ello, que era algo que llevaba conmigo, como una mochila. A veces veía algo en la televisión y pedía que me apuntasen para salir ahí. Y como mi madre vio que era muy activa, que estaba todo el día bailando, que quería salir en la tele, empezamos a investigar y a informarnos sobre agencias, pruebas, etc.

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Así que ni tus padres se dedican a la interpretación ni en tu familia hay tradición de ello.

En absoluto, y he investigado, pero nada de nada, soy la rara de la familia.

Empezaste a hacer teatro de pequeña y has dicho que, para ti, trabajar en la serie La otra mirada (TVE), fue como un máster. ¿El teatro fue el colegio y Malasaña 32 las primeras prácticas? ¿Qué has aprendido de cada etapa?

(ríe) ¡No sé qué años tenía cuando dije lo del máster! Me arrepiento un poco, a ver cómo salgo de esta. Pero sí, sin duda el teatro ha sido mi escuela y mi formación, lo compaginaba con clases de interpretación en las que estudiaba, para luego poner en práctica sobre el escenario todo lo aprendido, como un examen. Seguí trabajando mucho hasta que con el tiempo llegó La otra mirada, mi máster (ríe). Fue otra escuela diferente, fui como una esponja, porque la televisión es otro mundo. Ahora con Malasaña 32, más de lo mismo, es mi primera película y he querido aprender todo, acostumbrarme a los tiempos, a cada diferencia entre el cine y la televisión.

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¿Se parece más rodar Alta mar (Netflix) y Malasaña 32 o Alta Mar y La otra mirada?

Diría Alta mar y Malasaña 32.

A nivel de producción, imagino.

Claro, Bambú, totalmente.

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Cuando hiciste la prueba para Malasaña 32 buscaban a alguien más joven ¿verdad?

Sí, porque el personaje tiene 16 y yo tengo 20.

¿Cómo les convenciste?

Yo era consciente de la diferencia de edad, así que para la prueba modifiqué la manera en la que hablaba, llevaba otro tipo de ropa, más naif y utilicé pequeños trucos. Juegas con cosas para que visualmente, cuando te vean, haya algo tuyo que se identifique con el personaje. Y por supuesto, me fijo mucho en la separata. Si dice que el personaje lleva una camiseta azul, me pongo una camiseta azul. O me la compro. Lo que haga falta para que digan “es ella”.

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¿Te ha sorprendido el resultado final de la película? En el terror suele haber una importante carga de edición y de montaje.

Mucho. Cuando rodaba Alta mar se me hacía más fácil imaginar como quedaría todo a nivel de luz o a nivel de estética. Pero con esta película en ocasiones estaba rodando y se me hacía difícil imaginar el miedo que podía dar alguna escena. Luego una vez lo ves en la pantalla entiendes todo. Además, he podido ver las partes de mis compañeros y estoy tremendamente orgullosa del trabajo que hemos hecho.

¿Te has preguntado cómo reaccionarías tú en las situaciones que vive Amparo, tu personaje?

Prefiero no planteármelo porque en general me da mucho miedo (ríe). Es cierto que hay algo en las películas de terror que te angustia como espectador. Yo me preguntaba todo el rato por qué mi personaje no le decía nada a su madre, o a la policía, o yo qué sé. Yo creo que actuaría así, contaría cada pequeña cosa que viese, aunque me llamasen loca. Pero sí creo que, aunque estuviese muerta de miedo, investigaría.

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¿Alguna vez rodando has tenido respeto o incomodidad por el tema que se trataba? Sandra Escacena decía que le había inquietado rodar escenas con Ouija.

Justo te iba a decir eso, que menos mal que no había escenas con Ouija, porque ahí me cago. Por lo demás, no hay nada en especial que me diese miedo. Me asustaba mucho con todo, eso sí. Albert, el director, me tiraba cosas o me daba sustos para que fuese natural. Cuando eran planos cortos alguien me agarraba del pie o aparecía por detrás, fuera de guion, ¡y me asustaba de verdad!

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Para acabar, me gustaría preguntarte cómo ves a una nueva generación de actores que aparece ahora, en la que creo que te incluyes. Intérpretes jóvenes, con una vinculación muy grande con las redes sociales, con un perfil público muy unido a su perfil personal, incluso con parejas igualmente conocidas que también son intérpretes. ¿Encuentras similitudes en tu perfil con el de otros actores de tu generación?

Sí es cierto que tener un perfil en redes sociales fuerte parece que va vinculado hoy en día a ser actor o actriz. Pero de alguna forma creo que es lo mismo que otras generaciones anteriores. En la época de El internado, si un actor o actriz lo petaba las marcas también le hacían caso. Pero ahora todo es más visible, ha cambiado la inmediatez con la que yo puedo hacerte llegar un mensaje. La producción cambia, el contenido y el objetivo son más o menos los mismos. Así que creo que no es nada nuevo. Y conozco gente de mi industria que no trabaja nada con redes sociales. Es una decisión personal. Si no quieres jugar a esto, haces tu trabajo como actor y listo.

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