7 películas de 1977 MEJORES que 'Star Wars'

Hace 40 años, el primer filme galáctico lo cambió todo… y eclipsó a otros filmes que lo igualaban o superaban en calidad. Aquí los reivindicamos
7 películas de 1977 MEJORES que 'Star Wars'
7 películas de 1977 MEJORES que 'Star Wars'
7 películas de 1977 MEJORES que 'Star Wars'

Desde su estreno, hace 40 años, a Star Wars le ha caído encima una terrible acusación: haber matado al cine. De acuerdo con sus detractores, el filme de George Lucas se cargó de golpe la innovación de los 70 en Hollywood, desterrando a muchos buenos directores y sometiendo al cine al imperio del blockbuster. ¿Una afirmación exagerada? Por supuesto: esta clase de juicios categóricos suelen serlo. Pero, aunque nos duela, en ella también hay algo de verdad.

Es cierto que el 'Nuevo Hollywood' de los 70 se liquidó él solito (que se lo pregunten a Coppola, o, ya post mortem, a Michael Cimino). Pero también es verdad que el debut de la saga galáctica se llevó tal cantidad de atención y de recaudación que eclipsó a otras películas de igual mérito... o incluso mejores. Para probarlo, aquí te presentamos siete filmes que se estrenaron en el mismo año que Star Wars, que partían de géneros afines (aventuras, fantasía, bélico, incluso terror) y que, aunque menos míticas, también están poseídas por la Fuerza.

Carga maldita

El mayor fracaso de la carrera de William Friedkin (El exorcista) se ha ganando un estatus simbólico. Según sus defensores, este remake del clásico El salario del miedo habría sido un hit si el maléfico producto de 'tío George' no se hubiera estrenado esa misma semana. Lo cierto es que Carga maldita fue uno de esos batacazos del 'Nuevo Hollywood' que, al estilo de La puerta del cielo, sufrieron las consecuencias de un director borracho de ego, un rodaje desastroso y un montaje con el que los productores sólo lograron volverla ininteligible. Vista en su versión completa, la cinta resulta un thriller formidable, con Roy Scheider Paco Rabal conduciendo camiones cargados de nitroglicerina por la selva centroamericana.

Cabeza borradora

Efectivamente: hablamos del debut largo de David Lynch. Y de una de las películas más enfermas de su filmografía, también. Con este filme, de largo rodaje y financiación muy irregular (becas del American Film Institute, préstamos de Sissy Spacek, reparto de periódicos en bicicleta…), el genio de Montana se consagró como uno de los directores más originales de su generación, canalizando las angustias que le producían una paternidad imprevista y una boda de penalti. La alucinada pesadilla resultante se ganó los aplausos de Stanley Kubrick, de Mel Brooks... y de un George Lucas lo bastante pasmado con ella como para ofrecerle a Lynch la dirección de El retorno del Jedi.

Encuentros en la tercera fase

En el mismo año en el que Lucas ofrecía su visión lúdica y clásica de las aventuras espaciales, su amiguete Steven Spielberg se iba también a las galaxias, pero por el camino contrario. Porque, en Encuentros en la tercera fase, un Spielberg recién llegado a lo más alto con Tiburón quiso ofrecer una historia de ciencia-ficción 'seria' y plausible. Sacándole partido a su obsesión por las familias desestructuradas (debido, en este caso, a las obsesiones alienígenas de Richard Dreyfus), el hombre de la gorra aprovechó para darle un papelito a su héroe François Truffaut, y para entregar una de sus películas más complejas y menos accesibles. Y una de las mejores, también.

La cruz de hierro

Como sabemos, Sam Peckinpah era un señor muy, muy bruto. Y eso, cuando hacía westerns como Mayor Dundee Grupo salvaje, porque, cuando le dio por ambientar un filme en la II Guerra Mundial, batió todos sus récords de salvajismo. Aprovechando el contraste entre Maximilian Schell (oficial prusiano de rancio abolengo) y James Coburn (sargento chusquero), y sumando al potaje la dantesca invasión nazi de Rusia, La cruz de hierro es una de las mejores películas bélicas de su época. Y una de las películas más bestias de su autor, también. No en vano Quentin Tarantino la considera uno de los modelos de Malditos bastardos. 

Rabia 

Tras habernos encontrado con David Lynch, nos toca decirle "hola" a un señor con el mismo nombre de pila... y neuras aún más viscosas. ¿De quién hablamos? Pues de quién va a ser: de David Cronenberg. En su segundo largometraje, tras la muy grotesca Vinieron de dentro de..., el canadiense más morboso sigue predicando el evangelio de la Nueva Carne, convirtiendo a la actriz porno Marilyn Chambers en una de sus criaturas. Tras un accidente, y una vanguardista operación (¿olvidarás algún día tus estudios de medicina, David?), Chambers desarrolla una suerte de falo en la axila con el que chupa la sangre a sus víctimas. Víctimas que, a su vez, acaban transformadas en zombies salidos que expanden la enfermedad. En resumen: un filme realizado por una persona absolutamente normal y carente de obsesiones malsanas.

Suspiria

¿Hartos de sangre y de carnaza de serie B servidas con brutalidad canadiense? Tranquilos, os proponemos una alternativa ideal: una película de exquisita factura... y mucha sangre y mucha carnaza de serie B. No podía ser menos, tratándose de una de las obras maestras del gran Dario Argento. La historia de Jessica Harper y de esa academia de baile cuyas alumnas mueren como moscas le sirvió al italiano para entregar una formidable película de terror, un estilazo ideal de la muerte tanto en lo visual (ojo al colorido de la fotografía...) como en lo sonoro, gracias a la banda sonora de los Goblin. Ahora, a ver qué tal se le da ese remake a Luca Guadagnino.

La última ola

Tras debutar en largo con la desopilante Los coches que devoraron París (una película a la que George Miller dedicó un par de guiños en Mad Max: Furia en la carretera), y pergeñar el 'Nuevo Cine Australiano' con Picnic en Hanging Rock (otra obra maestra), el gran Peter Weir se lanza de lleno al fantástico con un thriller apocalíptico basado en la cultura aborigen. Vendida en su momento como una película de catástrofes, La última ola es en realidad un trabajo inclasificable, cuyo único fallo puede ser la presencia del muy blandito Richard Chamberlain en el rol principal. Tras ver el ominoso rol que el mar juega en la historia, nunca volverás a ver Master and Commander de la misma manera.

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