10 cosas que (probablemente) no sabías de 'Aliens (El regreso)'

Una colección de datos sobre la secuela más xenomorfa.
10 cosas que (probablemente) no sabías de 'Aliens (El regreso)'
10 cosas que (probablemente) no sabías de 'Aliens (El regreso)'
10 cosas que (probablemente) no sabías de 'Aliens (El regreso)'

Nadie lo podía creer. Algunos, incluso, dijeron que había echado a perder la historia original. Y, sin embargo, Aliens. El regreso ha quedado para la posteridad como una película tan inclasificable como pionera en muchos aspectos. Qué mejor momento para recordarlo que hoy, cuando el crossover bélico-fantástico de James Cameron cumple 25 años: aquí te explicamos 10 razones por las que sigue mereciendo la pena viajar en el USS Sulaco, junto a los intrépidos marines coloniales y esa teniente Ripley (Sigourney Weaver) capaz de darle un susto incluso a la reina de los xenomorfos.

Una secuela de altura

De puro redonda que resultaba, Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979) parecía una de esas películas que no admiten continuación. Sin embargo, Aliens demostró que tal cosa era posible, expandiendo el universo de la saga y ampliando sus referentes. Y, por una vez, esto no se debió a la codicia del estudio de turno, sino a un director muy testarudo (y canadiense) que pergeñó el proyecto por puro fanatismo y amor al original. Por supuesto, estamos hablando de...

La consagración de James Cameron

Ahora todos pensamos en el director de Titanic y Avatar como un implacable fabricante de hits. Pero en 1986, la cosa era muy distinta: el canadiense sólo tenía en su currículum unos cuantos trabajos como director de efectos especiales en filmes de serie B (para Roger Corman y para John Carpenter), un filme del que él mismo no quiere hablar (Piraña II: Los vampiros del mar) y una película llamada Terminator, rodada con medios espartanos pero que arrasó en medio mundo. Sabiendo que Alien necesitaba una secuela, y que él era el hombre adecuado para dirigirla, Cameron escribió un tratamiento de guión para la película, y no paró hasta convencer a 20th Century Fox de que se lo comprara. Cuando a este hombre se le pone algo en la cabeza...

¿Es ciencia-ficción? ¿Es cine bélico? ¿Es terror?

 

Concibiendo Aliens, Cameron empleó una fuente de inspiración de lo más improbable: si Ridley Scott y el guionista Dan O'Bannon habían partido del terror gótico, el cómic underground y la ciencia-ficción más a la contra para el primer filme, él se basaría nada menos que en Starship Troopers, la novela de Robert A. Heinlein que cruzaba el género bélico con la anticipación futurista. Ahora ya sabes por qué esta película está llena de soldados con malas pulgas y la lengua muy suelta... Y por qué estos mueren horriblemente a las primeras de cambio. Según el cineasta, la inspiración para esto último le vino de la Guerra de Vietnam: "El ejército de EE UU tenía mucha potencia de fuego, pero muy poco cerebro, y todo le salió mal", explicó. Igual que en LV-426, vamos.

"¿Quién es esa Blancanieves?"

En la película, la soldado Vasquez (Jenette Goldstein) pronuncia estas palabras cuando ve a una Sigourney Weaver más alta y esbelta que nunca saliendo de su cubículo de hibernación. Craso error: como los espectadores de Alien ya sabían, la teniente Ripley es una mujer de armas tomar... Y no sólo frente a la cámara: fichar a Sigourney costó un millón de dólares de un presupuesto total de 18 millones (la misma suma que En busca del Arca perdida), pero la inversión mereció la pena. Inspirándose, por propia confesión, tanto en Sylvester Stallone como en las mujeres guerreras del cine de kung fu, la Weaver se convirtió en la primera heroína de acción del cine moderno, abriendo el camino para las Jolie, Jovovich y Saldana que llegarían después. Para colmo, la actriz fue nominada al Oscar a la Mejor Actriz Principal, toda una sorpresa tratándose de un filme de género.

La familia, y una más

Sería injusto mencionar a Ripley y no dedicar un apartado a la maduración del personaje. Porque, sí, Aliens es una de esas raras secuelas que permiten profundizar en el pasado y el futuro de su figura principal. Tras verla poniendo orden a bordo del Nostromo, aquí descubrimos que a la teniente le van los tipos duros (su tensión sexual con Michael Biehn, rescatado por Cameron tras Terminator, es de libro), que no soporta a los androides (como descubre el pobre Lance Henriksen) y que su instinto maternal (hacia la pequeña Carrie Henn) no excluye el manejo de armamento pesado. Gracias a la versión extendida, sabemos que nuestra heroína matabichos favorita tenía una hija en la Tierra, y que por cosas del tiempo espacial nunca pudo volver a verla. Cómo le gustan las mujeres fuertes y desgraciadas a Cameron, ¿verdad?

Syd Mead, arquitecto del futuro

Aunque el nombre de este diseñador no te suene, su trabajo te resultará familiar: Mead había sido el responsable de los diseños conceptuales de Blade Runner, una película a la que -entonces- se consideraba veneno para la taquilla. Siguiendo la inspiración de Cameron, Mead se basó en el armamento usado entonces por el ejército estadounidense (los lanzallamas que se ven en la película son reales, y dieron más de un susto a los actores), así como en prototipos de diseño industrial. La cosa le salió tan bien que varias empresas trataron de comprar sus planos, creyendo que aparatos como el exoesqueleto pilotado por la Weaver en el clímax final funcionaban de verdad.

"¡Otra cacería de bichos!"

Estando Cameron al frente del rodaje, es de cajón pensar que éste acabó convirtiéndose en una batalla campal. A lo largo de diez largos, larguísimos meses en los estudios Pinewood de Londres, el canadiense y Gale Ann Hurd, su entonces esposa y productora habitual, se enfrentaron a serios conflictos con el equipo, empeñado en iluminar los decorados de Mead y las criaturas de Stan Winston (y de H. R. Giger, diseñador de la primera entrega) a cañonazo limpio, en lugar de con sutiles claroscuros. Tras esta ordalía, durante la cual (reza la leyenda) hubo alguna pelea a puñetazos que otra, Cameron se enfrentó a los productores por cosas de la duración: la Fox le obligó a eliminar 17 minutos de metraje, que sólo serían recuperados en el director's cut de 1992.

James Cameron y James Horner: amor musical

Una de las relaciones más estables que el veleta de Cameron ha mantenido en su vida comenzó en el rodaje de Aliens. Pero su carácter no fue sentimental, sino musical: esta película supone la primera colaboración del canadiense con el músico James Horner, firmante de todas sus bandas sonoras desde entonces hasta hoy. Puede que el estilo horneriano de composición resulte acaramelado en exceso cuando se pone tierno (¿alguien dijo Titanic?) pero las marchas militares y futuristas pergeñadas para esta película siguen dándonos ganas de exclamar "¡Otro maravilloso día en el cuerpo!".

Buenos resultados

Pese a las broncas, los apuros y el considerable índice de bajas (sólo cuatro de los 16 miembros del comando sobreviven al final), Aliens acabó siendo una experiencia muy satisfactoria para todos los implicados. La película se mantuvo durante un mes consecutivo en cabeza de la taquilla estadounidense, y amasó una recaudación internacional de 130 millones de dólares. Además, fue nominada a siete Oscar, ganando los correspondientes a mejores efectos sonoros y mejores efectos visuales. Su puntuación en la web de críticas Rotten Tomatoes es de un apabullante 100% de opiniones positivas, y sus reediciones en dvd siguen proporcionando píngües beneficios.

"¡Aléjate de ella, puerca!"

Sí, lo sabemos: somos unos frikis. Pero escribir sobre Aliens y no mencionar esta escena es imperdonable. Recuerda: un total de 18 personas fueron requeridas para manejar a la Reina Alien, y la escena se rodó en riguroso directo, sin posproducción ni (por supuesto, dada la época) efectos digitales. Y sin 3D.

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