“Mis padres estaban encantados de que supiera lo que quería hacer”, Vivian Mary Hartley, conocida artísticamente como Vivien Leigh, nació en La India, en noviembre de 1913. Sus padres, un matrimonio culto y de clase media, vivían acomodadamente en la entonces colonia británica cuando su única hija vino al mundo. Cuando la pequeña tenía solo seis años, sus padres se mudaron a Inglaterra y allí, por deseo de su madre (que se encargó de la educación preescolar de la niña), empezó a ser educada en una escuela de convento de Roehampton.
“La gente piensa que si te ves razonablemente bien, no puedes actuar, y como solo me importa actuar, creo que la belleza puede ser una gran desventaja”, Debido a la Primera Guerra Mundial, sus padres decidieron continuar viviendo en la India durante un tiempo. Pero, tras pasar dieciocho meses en la escuela, su madre volvió a Inglaterra y llevó un día a la pequeña Leigh a Londres a ver una obra de teatro. La joven, gran aficionada a la lectura, quedó fascinada y comenzó a soñar con la posibilidad de convertirse en artista en un futuro. Con diecinueve años, conoció y se casó con un abogado mucho mayor que ella llamado Herbert Leigh, con el que tendría unos meses después a su única hija, Suzanne. Pero los continuos desencuentros entre ambos, debido al poco interés de él por el trabajo de su esposa y a las pocas ganas de ella por limitarse a vivir como ama de casa, hicieron que el amor se acabase pronto.
“Cuando entro en el teatro, eso me da una sensación de seguridad. Adoro a la audiencia. Amo a la gente, y actúo porque me gusta tratar de darles placer”, La británica comenzó su carrera como actriz en Londres, con un papel en la obra de teatro The Mask of Virtue (1935). A ese trabajo le siguieron diversas ofertas para teatro y cine, que en poco tiempo hicieron de la joven una de las actrices más exitosas de Hollywood.
“No soy una estrella del cine, soy una actriz. Ser una estrella del cine es llevar una vida falsa, vivida para los falsos valores y la publicidad”, Fue en 1936 cuando Leigh conoció en Londres a su segundo esposo, el actor y productor Laurence Olivier, el día que este se acercó a felicitar a la joven tras una de sus funciones teatrales. Aunque ambos estaban ya comprometidos en ese momento, surgió el flechazo y lograron casarse juntos en 1940. Se marcharon a vivir a Hollywood, trabajaron codo con codo en varias producciones y, durante años, fueron una de las parejas más admiradas y envidiadas de la farándula local. Eso sí, algunos compromisos profesionales les obligaron, en más de una ocasión, a vivir separados durante meses y a mantenerse en contacto a través de cartas.
“A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre”, Sin lugar a dudas, uno de sus trabajos más icónicos fue el drama sureño Lo que el viento se llevó (1939), donde dio vida a la bella, caprichosa y amoral Escarlata O’Hara y compartió cartel con Clark Gable y Olivia de Havilland. Las jornadas de rodaje fueron maratonianas y Leigh trabajó durante 125 días, antes de que la peli fuese completada, pero obtuvo un sueldo bastante inferior a Gable, por ejemplo, que sin embargo rodó durante muchos menos días. , Algunos de sus compañeros de reparto se quejaron ya entonces del complicado comportamiento de la actriz y de lo difícil que era trabajar a veces con ella. Eso sí, no todo fueron malas noticias, y Leigh se convirtió al cabo de unos meses en la primera mujer británica en ganar un Premio Óscar por su interpretación en ese trabajo.
“Tengo que estar siempre haciendo cosas diferentes. Soy una persona muy impaciente y testaruda. Si me decidí a hacer algo, no puedo ser disuadida de ello”, Mientras rodaba César y Cleopatra (1945), Leigh descubrió que estaba embarazada, pero pronto sufrió un aborto espontáneo (consecuencia de una caída de la actriz en el set de rodaje), lo que la llevó a sufrir una gran depresión.
“Me muevo entre la felicidad y la miseria. Soy en parte prudente y en parte inconformista. Digo lo que pienso, sin fingir, y estoy dispuesta a aceptar las consecuencias de mis acciones”, En Un tranvía llamado Deseo (1951), adaptación de la conocida obra teatral de Tennessee Williams, Leigh dio vida a Blanche Dubois, una desequilibrada mental madura que hasta hoy es considerada por muchos como una de las mejores interpretaciones cinematográficas (femeninas) de la historia.
“Las obras clásicas requieren de más imaginación y más entrenamiento general para poder hacerlas. Por eso me gusta interpretar obras de Shakespeare más que cualquier otra cosa”, Ese personaje, que Leigh ya había interpretado en el West End londinense (en una obra producida por el propio Olivier), le hizo esta vez ganar, incluso, su segundo Premio de la Academia.
“Uno es solo un intérprete de lo que el dramaturgo piensa y, por lo tanto, cuanto más grande es el dramaturgo, más satisfactorio es actuar en las obras”, Ya a finales de los años treinta, la intérprete comenzó a tener problemas, tanto en su vida personal como en el trabajo. Fue diagnosticada con trastorno bipolar —que en ese momento se denominaba trastorno maníaco depresivo— en 1953, después de sufrir una importante crisis mental mientras rodaba en Sri Lanka y Ceylan la película La senda de los elefantes (1954) —rodaje que tuvo que dejar a medias por ese motivo y donde fue sustituida por Elizabeth Taylor—. Debido a esa enfermedad, tuvo que ser hospitalizada en varias ocasiones durante los años siguientes y llegó a verse sometida a sesiones de electroshock, terapia habitual en esos años para este tipo de enfermedades.
“En Gran Bretaña, una mujer atractiva es de alguna manera sospechosa. Si hay talento también, se ve eclipsado. La belleza y el cerebro no pueden ser entretenidos […] Esto no ocurre en EE UU o en el continente, ya que el aspecto de una mujer se considera una publicidad positiva para sus dotes y no las desvirtúa”, La salud mental de la actriz siguió resintiéndose y llegó a intentar suicidarse en varias ocasiones. Su relación sentimental con Olivier llegó a su fin en 1960, cuando lograron el divorcio entre rumores de infidelidad. Olivier se casó muy poco después con la también actriz Joan Plowright.
“La vida es demasiado corta como para trabajar tanto”, La última película en la que apareció fue el drama El barco de los locos (1965). Aunque ya andaba bastante enferma cuando el filme se llevó a cabo, Leigh demostró ser toda una profesional y sacó fuerzas de flaqueza para lograr terminarla.
“Simplemente no entiendo a las personas que dicen que planean sus carreras... Planear significa que no se puede aprovechar la oportunidad, el desafío inesperado. Y estas son las cosas que hacen la vida emocionante", El 8 de julio de 1967, su último compañero sentimental, Jack Merivale, la encontró muerta en su dormitorio del número 54 de Eaton Square, en el londinense barrio de Belgravia. Tenía solo 53 años.
“La comedia es mucho más difícil que los dramas y [supone] una formación mucho mejor, creo. Es mucho más fácil hacer llorar a la gente que hacerla reír”, La actriz planeaba regresar a los escenarios de Londres ese mismo otoño, pero las complicaciones derivadas de la tuberculosis que padecía la llevaron a pasar varias semanas en cama antes de morir. Cada teatro en el West End de Londres apagó las luces de su marquesina durante una hora en su honor.