Carlos Marañón Fútbol y cine
OPINIÓN

Pirri conoce al Pirri

Un artículo en la revista CINEMANÍA de septiembre (nº227) me recordó que al margen de balones sueltos en algún partido de descampado y de algún partido puesto (buen adjetivo, pero aquí es tiempo verbal) en la tele (la final del Mundial'82 en Colegas), hay un elemento futbolístico común en el cine quinqui español de finales de los primeros ochenta.

José Luis Fernández, alias El Pirri, fue un toxicómano y delincuente común que se hizo un hueco en aquellas películas, un subgénero que hizo fortuna en la Transición. De infancia difícil (vivía con sus abuelos), su apodo se lo ganó jugando al fútbol en el barrio madrileño de Pan bendito, donde nació en 1965: allí jugaba a fútbol con el número 4, el mismo del líbero del Real Madrid, José Martínez, Pirri, ídolo de aquellos tiempos de Furia española.

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El otro Pirri llegó al cine por casualidad, pero tenía algo, como bien cuenta Luis Landeira en el artículo ("Rara vez tenía que repetir una toma"). Un buen día se unió a un grupo de chavales que entraban a un casting. Su desparpajo y su rostro de pillo convencieron al guionista Gonzalo Goicoechea y le propuso ficharlo para una película: "Si te estás quedando conmigo, mira que te busco y te curro". Pero era verdad: El Pirri debutó en Navajeros (Eloy de la Iglesia, 1980), junto a otro mito de estas pelis, José Luis Manzano, Torete. Hasta su muerte, de sobredosis, en 1988, El Pirri, que nunca dejó del todo ni sus adicciones ni sus problemas con la justicia, apareció en pequeños papeles en varias películas: Maravillas (M. Gutiérrez Aragón, 1981), La mujer del ministro (E. de la Iglesia, 1981), Colegas (E. de la Iglesia, 1982), de extra en La venganza (Stephen Frears, 1983), El pico 2 (E. de la Iglesia, 1984), La reina del mate (Fermín Cabal, 1985), Caso cerrado (Juan Caño Arecha, 1985), Sé infiel y no mires con quién (Fernando Trueba, 1985), su único protagonista en De tripas corazón (Julio Sánchez Valdés, 1985), y cameos en La estanquera de Vallecas (E. de la Iglesia, 1987) o El juego más divertido (Emilio Martínez Lázaro, 1988). Fernando García Tola le incluyó en su programa Querido Pirulí como colaborador (¡hacía críticas de películas!).

Las melenas de El Pirri, nunca tuvieron nada que ver con el peinado militar (primero) y la incipiente alopecia (después) de Pirri, pero buscando buscando (Bernabéu no hubiese permitido el pelo largo), sí hubo un día, en la histórica foto de los ye-yés del Real Madrid (qué bien cuenta la historia Alfredo Relaño), en el que Pirri, el futbolista, a la izquierda de Paco Gento, se pareció por un día a El Pirri.

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