Carlos Marañón Fútbol y cine
OPINIÓN

'El sueño del diminuto', un relato de fútbol y cine, por Elías Querejeta

'El sueño del diminuto', un relato de fútbol y cine, por Elías Querejeta
'El sueño del diminuto', un relato de fútbol y cine, por Elías Querejeta
'El sueño del diminuto', un relato de fútbol y cine, por Elías Querejeta

Por su golazo al Real Madrid de Di Stéfano en el viejo Atocha, entrando en paredes al área y colocando el balón lejos de Juanito Alonso, el 9 de octubre de 1955, en un 1-0 inolvidable (“Qué golazo, pibe”, cuenta que le dijo Don Alfredo, aunque otras versiones aseguran que fue “Che, pibe, ¿cómo lo hiciste?”). Y por el gol que también le marcó al Barcelona en un 2-2 en el mismo estadio en febrero del 57.

Por el penalti que, de chavales ambos, le marcó al equipo de Alfredo Landa en el torneo interescolar en San Sebastián (“No nos lo metas, Elías, por el amor de Dios, que nos hundes. Acuérdate que mi madre quiere mucho a la tuya, y yo a ti, también”, le suplicó, de rodillas, el otro gran Alfredo) [Lo contábamos aquí tras el reciente fallecimiento de Landa].

Por sus cuatro temporadas con la camiseta txuri-urdin (del debut contra el Sporting en Atocha, el 5 de abril de 1953 a su último partido, un 2-0 al Jaén en octubre de 1957) y las dos como futbolista cedido en el Eibar (le imagino un jugador al estilo de David Silva, quizá por esa coincidencia de la cesión en el equipo armero, porque era el más endeble físicamente en los barrizales del Norte, y porque jugaba de interior).

Por su retirada, un poco a lo Bartleby, cansado del fútbol (también de jugar poco) y de no tener más horizonte que la portería (era un joven de buena familia, con estudios de químicas y derecho, y el fútbol por aquel entonces solía ser una salida para la gente más humilde), para buscarse la vida en el cine. Cuentan que decidió dejarlo tras una derrota en el pamplonés campo de San Juan, contra Osasuna (en ese equipo, por cierto, destacaba mi tío Adolfo Marañón, gloria rojilla). Pero por culpa de la prensa. A él, que era un fino interior, le fastidió leer en La Hoja del Lunes de San Sebastián que había estado "pundonoroso" a pesar de la derrota. "¿Pundonoroso yo?", dijo, y ese día empezó a imaginar su marcha del fútbol.

Por todo su cine, producido a golpe de ingenio y compromiso, elevando la figura del PRODUCTOR a la categoría de autor: ¿mi selección personal? Iría desde La caza, Deprisa, deprisa y La prima Angélica con Carlos Saura; a El espíritu de la colmena y El sur con Víctor Erice; pasando por El desencanto, con Jaime Chávarri; Tasio y 27 horas con Montxo Armendáriz; Feroz, con Manuel Gutiérrez Aragón; Familia y Los lunes al sol, con Fernando León y Asesinato en febrero con Eterio Ortega.

Por su corto A través del fútbol (1962), una de las pocas cintas (una historia del fútbol español con mucha mala leche política y social) que dirigió, junto a Antxon Eceiza; y también por reunir a Santi Segurola y Jorge Valdano en la serie El partido del siglo (1999), donde cada uno elegía su once favorito de futbolistas de Europa y América en 22 capítulos apasionantes.

Por todo esto, y porque le vamos a echar mucho de menos, Elías Querejeta Gárate (Hernani, 1930) era el hombre perfecto para escribir sobre el fútbol en el cine. Aquí os dejo su prólogo, casi un relato, el maravilloso cuento de un soñador, para el libro de nuestras dos grandes pasiones:

El sueño del diminuto

Por fin, terminó el partido y los espectadores que ocupaban cada milímetro de la tribuna y de la general despidieron al equipo vestido a rayas verticales desde la emoción de miles de pañuelos blancos movidos por un noroeste que anunciaba lluvia. El equipo de casa (ciertamente de casa) había ganado 1-0.

En la ducha risas y alguna canción que comenzaba con la palabra guasen* (Vamos). Después, los periodistas a la salida del vestuario. Y el grupo va y, sin casi hacer caso a nadie más, rodea al diminuto que había marcado el gol. Preguntas y más preguntas que el diminuto, poco dotado para el ingenio, trata de contestar de la mejor forma posible. Y entonces, ya el final y desde el fondo del círculo, surge una voz que dice:

“Di la verdad... lo has soñado” El diminuto alcanza los ojos oscuros del que pregunta y contesta: “No, no lo he soñado”.

No mucho después el diminuto se dedicó a un trabajo que algo, en ocasiones mucho, tiene que ver con los sueños.

Y un día, ni corto ni perezoso, se puso a preguntar en cuanto surgía la más mínima posibilidad, y a quien fuera, y fuera del sexo que fuera, si alguna vez había soñado que marcaba un gol y cómo era la jugada.

Cuando llegaba a casa, el diminuto anotaba las respuestas y comprobaba que había goles inverosímiles, reales, distintos, lejanos, cercano, hermosos y hasta de rebote. Casi siempre había un sueño que contenía un gol.

Durante años, el diminuto pensó en escribir un libro. Hasta que cayó en sus manos este que tienes en las tuyas.

(Y, entre nosotros, ahora que nadie nos oye, di la verdad, también tú has soñado que marcabas un gol, que has marcado un gol... tú, tú que en este momento te has puesto a leer Fútbol y Cine has soñado alguna vez que marcabas un gol o que ya lo has marcado... Porque, ¿sabes una cosa? El diminuto mintió al periodista... Sí había soñado el que marcó... Y también la jugada... Te lo digo yo que conozco bien al diminuto).

[*goazen es la palabra en euskera que significa “vamos”]

Introducción de Elías Querejeta al libro ‘Fútbol y Cine: el balompié en la gran pantalla’ (Editorial Ocho y Medio, 2006, Madrid).

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