Día 4 y 1/2: Ricardo Darín no hace de Ricardo Darín

Donosti es cine, cine y más cine. Te despiertas pensando en la última película que viste ayer, llegas tarde al primer pase, te echas un pulso con la incómoda butaca del Kursaal (las mejores son las del Teatro Principal), sales, te encuentras a gente comentando, buscas nuevos pintxos. ¿De qué hablas con ellos? Hablas de cine. Del que acabas de ver o del que verás ahora, cuando te acabes el zurito y te metas en el siguiente pase. "Yo voy a ver una de la retrospectiva de Don Siegel", "Yo me voy a escribir, así llego al pase de las 19.30", "Pues yo os veo luego, tengo entrevista con Julia Roberts a las 17.00".

Cuando se te da bien el día y tienes tiempo para cenar con tranquilidad, ¿qué haces? Hablas de cine. De la película que acabas de ver, Home for Christmas, de Bent Hamer. "Bueno, es agradable, es corta (un factor que según que película estés viendo puede ser vital para tu salud mental)", "A mí me ha gustado, es un drama cómico", "Yo estoy harto de las historias cruzadas, lo siento". Y luego, hablas de la película que vas a ver a continuación: Carancho, de Pablo Trapero, para que a la salida sólo haya que matizar reflexiones que ya se dijeron: "Ricardo Darín no hace de Ricardo Darín en esta película", "Pero está igual de bien que siempre", "Sí, aunque es un poco bestia la peli", "A mí me ha gustado", "Sí, la verdad es que merece la pena". Dependiendo de la hora y las películas engullidas a lo largo del día, los comentarios son más o menos profundos. A las dos de la mañana, prácticamente nos comunicamos con gruñidos.

Los más salaos se toman la última en el primer sitio abierto. Cuando ponemos el pie en la cama estamos pensando a qué pase iremos mañana, porque también dormimos, aquí. Poco, pero dormimos. Y soñamos en super ocho.