OPINIÓN

Dark Souls 2: Mordiendo el polvo una y otra vez, y otra vez... Y otra vez...

Dark Souls 2: Mordiendo el polvo una y otra vez, y otra vez... Y otra vez...
Dark Souls 2: Mordiendo el polvo una y otra vez, y otra vez... Y otra vez...
Dark Souls 2: Mordiendo el polvo una y otra vez, y otra vez... Y otra vez...

Cuando se publicó el primer Dark Souls, no fueron pocos los jugadores que se quejaron de su alto (altísimo) nivel de dificultad. En una época en la que podemos pasarnos la mayoría de los juegos en un par de tarde y del tirón, Dark Souls supuso recuperar un estilo de juego ya olvidado. Los más veteranos recordarán lo que era dedicar tarde esteras a avanzar apenas unas pantallas en su videojuego preferido. Lo que suponía pasarse el día entero planificando cómo solucionar un puzzle o la obsesión que nos atrapaba tratando de derrotar una y otra vez a uno de esos jefes de nivel. Parece que hablo del pleistoceno, de cuando los juegos venían (¡ay madre!) en cartuchos de esos en forma de ladrillaco. Pero no han pasado tantos años, aunque ese modo de jugar sí parece haber desaparecido, como los dinosaurios.

Antes, terminarse un juego era una hazaña, y aquel que conseguí terminar algunos de los títulso más difíciles, un héroe. Un titán del pad.

Dark Souls, como decía, recuperó ese modo de juego. Un título en el que el jugador debía perfeccionar su técnica, intentar y reintentar cada partida. Dark Souls fue el regreso del nivel de dificultad “cuchillo entre los dientes”. Y a muchos jugadores les encantó.

Por eso Dark Souls 2 repite fórmula.

Dark Souls 2 comparte con su predecesor la ambientación fantástico medieval, el gran nivel de dificultad y el acabado gráfico. Este juego para PS3, 360 y Windows no ha sufrido una impresionante mejora técnica, y tampoco podemos decir que tenga el mismo nivel técnico que otros lanzamientos recientes. Pero tampoco es que ese sea el aspecto en el que quiere destacar Dark Souls 2.

Este RPG de acción ha conseguido con éxito que te olvides por completo de los aspectos más técnicos de un juego rol mientras estás en medio de tu aventura, pero que esos aspectos sean a la vez indispensables para tener alguna posibilidad de salir con vida. Una adecuada gestión del equipo, por ejemplo, es básica para poder avanzar en la historia. Cuando estés rodeado de enemigos no será el mejor momento para pensar “oh, tendría que haber cargado más flechas”. A la hora de ponerse a los mandos descubriremos que la dificultad del juego está en las mecánicas. A que un enemigo te meta una (¡sólo una!) oblea de padre y se zampe media barra de vida, hay que añadir que en algunas ocasiones controlar a nuestro maldito protagonista es complicado. Digo lo de maldito, no sólo porque su maldición es parte de la historia que cuenta el juego, si no porque, maldito sea, en ocasiones no responde a lo que el jugador hace en el mando con sus callosos dedos. Caer por un precipicio porque tu personaje decide que seguir en línea recta (a pesar de tus deseos) es la mejor opción, será una de las causas de muerte más repetitivas.

Dark Souls 2: Mordiendo el polvo una y otra vez, y otra vez... Y otra vez...
Dark Souls 2: Mordiendo el polvo una y otra vez, y otra vez... Y otra vez...

A pesar de ello (o precisamente por eso) el juego engancha. Engancha mucho, igual que ocurrió con el primer Dark Souls. Un título para aquellos que quieren un juego que les haga sentir cosas por dentro, no todas buenas ni positivas. Para jugadores que quieren retos.

Esto es Bazinga!, donde cada "your are dead" es un "try again"..

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