A vueltas con el machismo y el racismo de 'Twin Peaks'

Ni David Lynch es machista, ni Diane racista. La nueva temporada vuelve a ser criticada a cuenta de sus personajes femeninos y la utilización de ciertos clichés sobre asiáticos.
A vueltas con el machismo y el racismo de 'Twin Peaks'
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SPOILERS DE 'TWIN PEAKS' HASTA S3T07

En un momento dado de David Lynch: The Art Life, el documental estrenado este año sobre sus pinturas, el director de Cabeza borradora recuerda un escalofriante suceso que vivió en su infancia. Era de noche y el niño David Lynch jugaba en el porche de su casa, situada en un barrio de la periferia de Idaho, Sandpoint.

De repente, al final de la calle, apareció una misteriosa mujer. Estaba desnuda y caminaba erráticamente, como una sonámbula o un zombie. Su piel, que David Lynch recuerda muy pálida, estaba salpicada de sangre. Probablemente, había sido violada, aunque el director no supo nada más de ella. Sencillamente, la imagen de la mujer se le quedó grabada en el cerebro.

A vueltas con el machismo y el racismo de 'Twin Peaks'

A los seguidores del cine de Lynch la escena les resultará familiar. En Terciopelo azul, Dorothy, el personaje interpretado por Isabella Rossellini, deambulaba desnuda por Lumberton después de haber sido agredida por Frank. Lo mismo que Ronette Pulaski, que caminaba en Twin Peaks por las vías de un tren antes de entrar en coma; o que el personaje de Laura Elena Harring en Mulholland Drive, paseándose amnésica por Hollywood al principio de la película.

Puede que todas sus heroínas sean distintas versiones de aquella mujer de Idaho. Lo cierto es que la mayoría corre el mismo destino: si Laura Palmer, como Ronette Pulaski, era agredida por BOB, Lula, la protagonista de Corazón salvaje, se las veía con el odioso Bobby Peru. En INLAND EMPIRE, Laura Dern daba vida a una prostituta que sufría toda clase de abusos.

Ahora bien, una cosa es que David Lynch, influido además por el cine negro y la figura de la femme fatale, utilice a los personajes femeninos como vehículos de la violencia de sus historias, y otra muy distinta que merezca por ello el calificativo de machista. La frontera entre la mujer real con la que se encontró de niño y las protagonistas de sus películas, es la línea que separa al arte de la moral. También, el límite que mantiene a Quentin Tarantino a salvo del Código Penal. Cuando los fanáticos lograron derribarlo, el marqués de Sade dio con sus huesos en la Bastilla.

¿ES MACHISTA 'TWIN PEAKS'?

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La primera vez que se tachó de misógino a David Lynch fue en 1986 tras el estreno de Terciopelo azul. Era la época en la que la mayor parte del feminismo americano rechazaba el placer obtenido por medio del BDSM, la época en la que muchas feministas atacaron a Madonna por el vídeo de Justify My Love. No es de extrañar, por tanto, que cuando vieron que Dorothy disfrutaba del trato humillante que le procuraba el personaje de Dennis Hopper, incluyeran el nombre de David Lynch entre sus enemigos.

“Hay gente para la que Dorothy representa a todas las mujeres, en lugar de ser solo Dorothy. Ahí es donde está el problema”, se defendió el director en aquel entonces. “Las personas se meten en toda clase de líos extraños, y aunque cueste trabajo creer que disfruten con ello, a veces es así”, dijo refiriéndose al masoquismo del personaje de Rossellini. “Hay un montón de razones para ello. Tienen que ver con la psiquiatría”.

Luego, cuando en Twin Peaks puso en boca de Laura Palmer la frase “Un par de veces ha intentado matarme, y realmente me excitaba”, las acusaciones de machismo contra el director volvieron a repetirse.

“¿Tiene algún problema David Lynch con las mujeres”, se preguntaba Suzanne Moore en The Guardian. “Al igual que los surrealistas, Lynch utiliza a las mujeres para representar el subconsciente. Son seres emocionales e irracionales, y muchas veces no son nada más que un manojo de deseos sexuales. Las más jóvenes son mujeres fatales o completamente inocentes, y las mayores (la mujer del leño, y la mujer de las cortinas) están completamente majaretas.”

Más de cuarto de siglo después, la serie sigue recibiendo las críticas de algunos feministas. Y es que el director de Carretera perdida sigue valiéndose de los personajes femeninos para canalizar las pasiones más violentas. En el capítulo segundo, por ejemplo, vemos como el doppelgänger de Cooper asesina a Daria mientras está en ropa interior. “No es que los hombres no sean asesinados en la serie, pero al menos mueren con la ropa puesta”, escribió una periodista en IndieWire.

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En el episodio quinto, Richard Horne seduce y simula estrangular después a una chica en el Bang Bang Bar. Si la serie no ha levantado más revuelo, es porque no está teniendo el mismo éxito de público que en el año 90. Con un shar” como el de su primera temporada, muchos ya estarían pidiendo la cabeza de David Lynch.

DIANE Y LA APROPIACIÓN CULTURAL

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Más retorcidas son las acusaciones de racismo que, a cuenta de Diane, algunos medios han publicado tras la séptima parte de la nueva temporada de Twin Peaks.

Para que el personaje de Laura Dern resultara lo bastante misterioso (llevábamos más de 25 años esperando conocer a Diane), Lynch y Frost la presentaron la semana pasada vistiendo una bata de seda roja, adornada con algunos motivos orientales. También su apartamento está decorado al estilo chinnoiserie: en el hogar de Diane encontramos biombos, grullas y jarrones de porcelana china. Una utilización de la cultura asiática que algunos espectadores han calificado de racista, por perpetuar ciertos estereotipos.

Estas acusaciones tampoco son nuevas. En la serie original, algunos ya vieron con malos ojos que el agente Cooper usara la filosofía oriental y la meditación para resolver el crimen de Laura Palmer, o que Josie Packard encarnara el cliché de la mujer asiática seductora. Peor defensa tiene aquella trama en la que Catherine Martell, la dueña de la serrería, se disfrazaba de un hombre de negocios japonés, Mr. Tojamura.

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Sin embargo, la corrección política no impide que ciertos arquetipos o estereotipos funcionen. Hay que recordarlo cada cierto tiempo: las reglas de la moral son inútiles en el terreno artístico. No hay películas morales o inmorales, sino películas buenas o malas. Del mismo modo, no existen las películas machistas, ni las racistas. Personajes misóginos como el de Dennis Hopper en Terciopelo azul funcionan, y a otros su bondad no les impide ser un verdadero peñazo.

Por lo que respecta a Diane, es una mujer fascinante. Su pelo, como se dijo ya del de Laura Palmer, está lleno de secretos, y su bata de seda roja tiene todo el misterio de Anna May Wong.

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