¿Necesita HBO encontrar su nueva 'Juego de tronos' cuanto antes?

La cadena que redefinió el concepto televisión de calidad con 'Los Soprano', 'Sexo en Nueva York' o 'The Wire' lucha por dar con otra punta de lanza tras fracasos como 'Vinyl'.
¿Necesita HBO encontrar su nueva 'Juego de tronos' cuanto antes?
¿Necesita HBO encontrar su nueva 'Juego de tronos' cuanto antes?
¿Necesita HBO encontrar su nueva 'Juego de tronos' cuanto antes?

“No es televisión, es HBO”. No cabe duda de que estas cinco palabras se han convertido en la proclama que mejor define la tercera edad dorada de las series en la pequeña pantalla desde que Los Soprano de David Chase irrumpiera en 1999 en el mercado. Por esta razón cuesta asimilar que la cadena de televisión por cable sea hoy el blanco de numerosas críticas e interrogantes de los principales medios especializados estadounidenses. Es cierto que la cadena neoyorquina cuenta en su parrilla con una serie irreductible como ninguna otra, más bien un verdadero fenómeno global, ya que actualmente no hay producción que le haga sombra a Juego de tronos. Ni a su calidad, ni a su corte de fans y, por el momento, ni a sus tramas (si no tenemos en cuenta al creador de la saga, el mismo George R.R. Martin).

Pero, por otra parte, es cierto asimismo que la compañía ha ido encadenando una sucesión de apuestas que no han logrado el respaldo ni de su público ni de la crítica, muchas señaladas por su poco empaque, ni tan sólo de los ejecutivos de la compañía. Hablamos en concreto de la paralización del rodaje de Videosynchrazy, tras la cuál se encontraba David Fincher, de la segunda temporada de True Detective, y de los malos resultados de Vynil, la visión de la industria de la música de los 70 creada por Mick Jagger, Martin Scorsese, Rich Cohen y Terence Winter.

Viajando atrás en el tiempo, la cadena neoyorquina HBO –acrónimo que responde a Home Box Office– logró encontrar un hueco en el mercado con su propuesta de contenidos sin publicidad y gracias a ofrecer una programación propia que no tenía competencia: sin la presión publicitaria ni reguladores federales, los programadores pudieron diseñar una parrilla prolija en todo aquello que las televisiones convencionales no podían mostrar, es decir, la suficiente dosis de sexo, violencia y tono viperino. Gracias a esa ecuación y a la expansión del mercado por cable, HBO logró ser asociada al concepto televisión de calidad y, poco a poco, serie a serie, ha ido ampliando audiencia y ganando premios. Cuenta con 43 Emmys, el mayor número de estos galardones logrado por una cadena estadounidense, gracias a series como Juego de tronos, Sexo en Nueva York, Los Soprano o Veep. El siglo XXI parecía ser de HBO, así que muchos se preguntan ahora qué ha podido salir mal y cuándo han comenzado los vaivenes la cadena.

El pasado 24 de abril arrancaba la sexta temporada de Juego de tronos con la sombra de una encuesta realizada por la consultora Morgan Stanley en la que se afirma que los espectadores estadounidenses de televisión premium creen que Netflix tiene mejores contenidos que HBO: un 29 por ciento de los encuestados respondieron que Netflix era la cadena con la mejor programación original (el año anterior fueron un 23 por ciento de los preguntados los que dijeron que preferían los contenidos de esta cadena), bastante por delante del 18 por ciento que ha valorado por delante la programación de HBO (en 2015 fueron un 31 por ciento de los participantes los que señalaron que la cadena neoyorquina poseía la mejor programación propia). Se trata de la primera ocasión en años en que HBO no lidera el estudio anual sobre las preferencias de los espectadores de la televisión premium realizado por la consultora; un dato que señala, en pocas líneas, que la competencia de la cadena parece que está haciéndolo mejor.

Cuando HBO irrumpió en el mercado de las series, no tenía rival en el ámbito de las cadenas de televisión por cable. Sin embargo, ser pionero siempre tiene consecuencias, a favor y en contra. Los beneficios de haber sido los primeros en apostar por crear contenido propio y repensar las series televisivas ya los conocemos, y las consecuencias negativas son también obvias: un modelo de negocio que ha sido imitado y, por lo que parece, superado por las otras cadenas, de FX a AMC, Showtime y Netflix o Amazon. Frente a Los Soprano, aparecieron Breaking Bad y Mad Men; frente a The Wire, Homeland; frente a Sexo en Nueva York y Girls, Orange Is the New Black; frente a True Blood, The Walking Dead o Penny Dreadful. Salvando muchísimo las distancias en tramas, personajes y recepción, por supuesto. Pero esta retahíla de ejemplos sirve para ejemplificar cómo las otras cadenas han aprendido las lecciones de la cadena neoyorquina y cómo parece que poniéndolas en práctica ya han superado al maestro.

El gran escollo de HBO, en suma, se encuentra en sus problemas para dar con sustitutos a medio plazo de sus grandes ficciones. Esta será la tarea de Casey Bloys, el nuevo jefe de programación después de haber sido promocionado tras asumir a principios de año la división de series, late-nights y programas especiales, y después de la marcha de Michael Lombardo.

Por el momento, en los próximos doce meses deberá hacer frente al final de dos series como The Leftlovers y Girls: la primera, una de las más aclamadas por la crítica pero con poco eco entre el público; la segunda, obra considerada por la prensa como emblema de la generación millennial, aunque también con un no grandísimo calado entre el público tras cinco temporadas en antena (la sexta y última se emitirá en 2017). También Juego de tronos, con la sexta temporada actualmente en emisión, a la que sólo le quedan dos rondas más (y con menos capítulos) en el disparador.

Por el momento, buen parte de las esperanzas de la cadena están depositadas en Westworld, quizá el proyecto más ambicioso, arriesgado y caro de la compañía, producido por Bad Robot, la productora de J.J. Abrams, y con Jonathan Nolan y Lisa Joy como showrunners. No exento de problemas, por otra parte. Se trata de la adaptación televisiva de la novela de Michael Crichton, que él mismo llevó al cine en 1973 con Yul Brynner como protagonista en Almas de metal; una historia de ciencia-ficción ubicada en un parque de atracciones de ultimísima tecnología llamado Delos, donde los visitantes pueden interactuar con robots humanoides en muy diversos ambientes, y hasta tener sexo con ellos.

De hecho, el aspecto sexual ha sido una de las muchas polémicas que han rodeado el proyecto. Tras el lanzamiento del primer teaser, se hizo también público un documento a través del sindicato de actores SAG-AFTRA en el que se denunciaban las cláusulas –relativas a desnudos y escenas de sexo– que contenía el contrato para figuración, las que habrían tenido que firmar 57 figurantes de la serie. Cláusulas que indicaban que podrían aparecer “totalmente desnudos y/o presenciar otros desnudos integrales, participando en situaciones sexualmente gráficas” o que existía la posibilidad de interpretar escenas en las que podía haber contacto genital y simulación de sexo oral. Además, en enero se paralizó el proyecto sin dar apenas explicaciones, aunque recientemente se anunció que la serie llegará a la cadena en otoño.

Hay otros proyectos en cartera –The Deuce, el drama en torno al mundo del porno firmado por David Simon y James Franco; Divorce, una comedia con Sarah Jessica Parker; The Night Of, con John Turturro; Sharp Objects, basada en una historia de Gillian Flynn y con Amy Adams–, pero la sombra de la duda ya se cierne sobre la cadena catódica.

En efecto, HBO continuará siendo HBO, algo más que televisión, pero con una oferta tan diversificada y un mercado cada vez más competitivo, ¿no será que estamos a punto de ser testigos del fin de la tercera edad de oro de las series televisivas y el inicio de una nueva etapa?

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