El hortera episodio piloto que casi se carga 'Juego de tronos'

Entre desastres diversos, un mal guion y 'un enorme badajo equino', el culebrón medieval-fantástico casi muere antes de nacer. Estos testimonios lo demuestran.
El hortera episodio piloto que casi se carga 'Juego de tronos'
El hortera episodio piloto que casi se carga 'Juego de tronos'
El hortera episodio piloto que casi se carga 'Juego de tronos'

Ya te entusiasme, ya abomines de ella y de sus dragones, negar la importancia histórica de Juego de tronos es imposible. La adaptación de las novelas de George R. R. Martin emitida por HBO inauguró a todo lujo la era de las grandes superproducciones televisivas, convenciendo además a las cadenas y plataformas de que el género de fantasía puede hacerlas ganar millones. 

Pero, en un continuo espacio-tiempo alternativo, la historia es otra muy distinta: en esa dimensión, la serie de David Benioff D. B. Weiss fracasó aparatosamente, si es que llegó a emitirse alguna vez, por culpa de un desastroso episodio piloto.

La historia, a grandes rasgos, era ya conocida: Benioff y Weiss, showrunners novatos, rodaron este capítulo inaugural en Irlanda y Marruecos… y se vieron obligado a tirarlo a la basura, con el abandono de unos cuantos intérpretes (entre ellos, Tamzin Merchant, la intérprete original de Daenerys Targaryen) como guinda de la tarta. 

Como avance de Fire Cannot Kill A Dragon (libro imprescindible sobre la historia de Juego de tronos), Entertainment Weekly publicó una abundancia de testimonios sobre el capítulo en cuestión. Y aseguramos que no tienen desperdicio.

Para empezar, los actores insisten en que el piloto de marras no le había pillado ni de lejos el tono a los Siete Reinos de Poniente, ni en lo que se refiere a su sociedad feudal ni a sus looks. Mientras que Mark Addy (Robert Baratheon) se muestra indignado por lo primero (en la primera aparición del personaje en Invernalia, nadie le hacía reverencias), Lena Heady (Cersei Lannister) echa el resto describiendo lo segundo: "Parecía una showgirl de Las Vegas [en el piloto]: toda pieles y con pelazo, como una Dolly Parton medieval. Y no es que me queje. Me encantaba. Mi pelo se echó a perder", bromea la actriz.

Malos augurios y mal agüero

El rodaje en Irlanda fue mal, pero según relata Benioff, "la cosa empezó a caerse a pedazos cuando fuimos a Marruecos". Harry Lloyd, el pérfido Viserys, se queja de haber lucido un pelo "como el de Draco Malfoy o el de Legolas", con flequillo y todo, mientras que Iain Glen (ser Jorah Mormont) describe la escena de la boda de Daenerys y Khal Drogo (Jason Momoa) como "desastrada, mal planteada en algunos aspectos y sin que nadie se creyera mucho lo que estaba haciendo. Como la rodamos de noche, se gastaron un montón de dinero en conseguir que allí se viera un carajo".

Y de eso último, precisamente, va el testimonio más chocante de todos: el del propio George R. R. Martin, que tenía un cameo en el piloto y vio el desastre de primera mano. Según el escritor, el primer encuentro sexual entre la futura khaleesi y el macizo de las estepas era más fiel a su novela que el que finalmente apareció en pantalla, pero quedó deslucido por un detalle muy poco romántico. "Estábamos junto a este arroyuelo. Ataron los caballos a los árboles y había una escena de seducción. Jason Momoa y Tamzin [Merchant] estaban desnudos y 'haciendo el amor'. Y de repente el tío del vídeo se echa a reír. La potranca color plata [de Daenerys] no era tal, sino un potro. Y saltaba a la vista que se estaba excitando viendo a aquellos dos humanos. Teníamos a ese caballo al fondo del plano, luciendo su inmenso badajo equino". 

"Eso tampoco fue bien", señala Martin. Y, badajos equinos aparte, parece ser que el corto también era un desastre en el aspecto narrativo. Básicamente, porque el guion apenas detallaba las relaciones entre los personajes, especialmente entre los siempre malignos Lannister: "El shock de Jaime arrojando a Bran por la ventana parecía no tener sentido, porque el espectador no se daba cuenta de que Jaime y Cersei eran hermanos incestuosos tratando de proteger su secreto".

De esta manera, las primeras opiniones sobre el producto oscilaron entre lo clemente y lo atroz. En palabras de Weiss: "Escucha cómo de aguda se vuelve la voz de alguien cuando te dice que algo está bien –"¡Está bieeeen!"–. ¿Cómo de agudo es ese "bien"? Esa es la medida de cómo estás de jodido. Nuestros "bien" eran como un silbato para perros. Había algunos que no intentaron ser simpáticos pero al menos intentaron ayudar. Craig Mazin [Chernobyl] nos dijo: 'Tíos, tenéis un problema enorme". Menos generoso fue ese ejecutivo de HBO que, tras un pase previo, sentenció: "¿Para qué os habéis ido a Marruecos, si esto lo podíais haber rodado en un camping de autocaravanas?".

De esta manera, con 10 millones de dólares tirados a la basura, el porvenir de Juego de tronos parecía más incierto que el de un norteño en Dorne. Pero, a falta de dragones salvadores, los showrunners contaron con el copresidente de HBO Richard Pepler, quien dio luz verde a la primera temporada, con la condición de que el piloto volviera a rodarse... y que se reemplazara a algunas de las actrices.

Fue allí donde entraron en escena Michele Farley como una nueva Catelyn Stark y, sobre todo, una tal Emilia Clarke cuya llegada como Daenerys trajo nuevos bríos al asunto. Según Jason Momoa: "[Merchant] era genial. No tengo claro por qué se tomaron según qué decisiones. Pero cuando llegó Emilia fue cuando todo hizo 'clic' para mí. No estaba del todo en situación hasta que apareció ella". El resto de la historia, con sus triunfos, sus Emmy, sus decepciones y su tan traído y llevado final, es de dominio público.

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