'Compañeros' de la vida, del trabajo y del amor: 20 años después

Varios de los protagonistas de la ficción de Globomedia comparten sus recuerdos al frente de la que durante casi 5 años fue la serie juvenil de referencia de la televisión española
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Sería injusto calificar Compañeros, emitida entre 1998 y 2002 y producida por Globomedia, como una mera serie juvenil. Por un lado, se trataba de una ficción bastante comercial que logró atrapar al público generalista español. Y, por otro, este espacio televisivo se convirtió en la primera serie española en abordar temas ‘polémicos’ como el bullying, la drogodependencia, el embarazo adolescente o la inmigración.

Cabe señalar que, hasta ese momento, la parrilla televisiva se nutría principalmente de series blancas, aptas para toda la familia y políticamente correctas que, si acaso, tocaban alguno de estos temas de forma tangencial. Con su innovadora fórmula, esta producción dio entonces origen a todo un formato: el de las series para adolescentes. Así, después de Compañeros (y su coetánea Al salir de clase), vendrían otras ficciones del estilo, más o menos exitosas y con el instituto como telón de fondo, como SMS o Física o Química.

“Compañeros tuvo un componente educativo muy fuerte. No dejaba de lado la polémica y se trataban temas delicados, pero había un fondo en el que siempre teníamos en cuenta que pudiese tener algo educativo. No moralina, sino algo verdaderamente educativo de fondo”, explica Manuel Ríos San Martín, director, productor ejecutivo y guionista de la serie desde sus inicios. Cuenta el guionista que la serie surgió como una “evolución natural” en lo que estaba haciendo la productora en esos años. “Se empezó con una serie familiar, Médico de familia. Después una serie familiar, pero de clase más popular, como Menudo es mi padre, con el Fary. Luego Más que amigos, que tenía un poco de ámbito profesional y un grupo de chavales de veintitantos años. Y, por fin, surgieron Compañeros y Periodistas, dos series que tenían un componente profesional más desarrollado”, explica Ríos. “Aparte de eso, Manuel Valdivia, que fue el primer productor ejecutivo, hizo un cálculo de cuánta gente estaba relacionada de alguna manera: profesores, alumnos, padres de alumnos... ¡Y eran millones!”.

Estrenada el 25 de marzo de 1998 y emitida por Antena 3, lo cierto es que la serie no arrancó con buen pie y, durante su primera temporada, mantuvo un índice de audiencia bastante discreto para los estándares de la época —en parte, por la coincidencia horaria con la emisión en abierto de los partidos de la Liga de fútbol y la emisión de la serie de Telecinco Querido maestro—. Tanto es así que, en un principio, se habló de la posibilidad de que Compañeros no fuese renovada para una segunda entrega. Sin embargo, la ficción mejoró sus datos a partir de la segunda temporada y, para el comienzo de la tercera, ya era uno de los programas más vistos de la cadena.

Precisamente en la segunda temporada los guionistas llevaron a cabo una reestructuración de tramas y personajes, tras la salida de la serie de varios de sus actores (como Concha Velasco, que daba vida a una profesora de Lengua, esposa del hasta ese momento director del colegio, al que daba vida Manuel Zarzo) y la incorporación de otros tantos, como Beatriz Carvajal, Tina Sainz o Armando del Río. Uno de esos nuevos fichajes fue el del joven actor Nicolás Belmonte, que daría vida al guapo y rebelde Eloy. “No teníamos la sensación de estar haciendo una serie tan mítica como luego parece que ha sido”, menciona el actor. “Pero sí recuerdo que en la tercera o cuarta temporada hubo un momento en que empezamos a sentir un boom, con todo el tema de fans. Nosotros éramos los primeros sorprendidos. Hicimos un viaje, que fue muy comentado, a Galicia para grabar un exterior y había como miles de niñas esperando al autobús y en el hotel, y ahí fue donde vimos que la cosa se nos había ido un poquito de las manos”.

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Todavía hoy hay muchos seguidores de la serie que buscan nostálgicos las localizaciones de la ficción española. Entre otras, la del colegio ‘real’ por cuyos pasillos pululaba la pandilla protagonista. Lo cierto es que la serie se rodó, en parte, en los exteriores del madrileño Instituto de Educación Secundaria Severo Ochoa, situado en Alcobendas. Asimismo, el interior del ficticio Colegio Azcona era en realidad un plató de televisión. Un plató que fue testigo de intensas jornadas de trabajo. El ritmo de rodaje era similar al de cualquier serie semanal de la época, y cada capítulo se grababa, al menos al principio, en cinco jornadas de plató y dos de exteriores.

“Aunque esto es algo que fue cambiando, las jornadas eran de 9,30 horas (‘listos para grabar’) a 18,30 horas, pero era fácil que las jornadas se alargaran. Los exteriores eran más variables, claro, en función de si había que grabar ‘de día’ o ‘de noche’”, confiesa el actor y guionista Manuel Feijóo, que se unió al equipo de la serie desde el principio y apareció dando vida al entrañable Luismi en todos los episodios de la serie, menos en uno (“en el que estaba convaleciente por un esguince cervical provocado por una fan durante la grabación de un capítulo en exteriores”). El madrileño, que hoy día protagoniza la comedia de RTVE Digital colegas, apunta que todo el equipo creativo de la mítica serie era consciente del ‘poder’ que tenían.

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Por eso, todos los guiones eran filtrados por educadores y psicólogos que les validaban las tramas y la forma de abordarlas, o bien hacían sugerencias sobre cómo reforzarlas o reconducirla. “Entrábamos en millones de hogares todas las semanas. Los personajes eran tomados como modelos por los adolescentes de la época. Y eso suponía una grandísima responsabilidad. Por ello, nos esforzábamos en que la serie estuviera lo más documentada posible”, explica el actor. “Compañeros fue mi universidad. Allí aprendí toda la base del oficio: desde escribir o actuar, a realizar telepromociones. Tuve la oportunidad de sacarle todo el jugo a aquellos cuatro años y, al terminar la serie, ya estaba preparado para enfrentarme al futuro”.

Aunque muchos lo desconocen, durante los primeros 63 capítulos de la serie Feijóo realizó tanto el oficio de guionista como el de actor. “Estuve compatibilizando ambos trabajos hasta que, en una ocasión, tuve que trabajar 25 horas seguidas. Primero, tuve una jornada de exterior noche como actor. A la mañana siguiente, reuniones y trabajo de guionista. Y ese mismo día, por la noche, una nueva jornada de exterior noche como actor. Aquel día fue el que decidí dejar uno de los dos oficios. Pregunté a Producción Ejecutiva en cuál era imprescindible, y me dijeron que en el reparto de la serie. Con lo que, desde aquel momento, dejé de escribir”, recuerda.

Las temporadas intermedias contaron con el respaldo de la audiencia, aunque el punto álgido de la serie llegó en la sexta, donde Compañeros tuvo una media de más de cinco millones de espectadores. Cuando en 2001 la pandilla original finalizó sus estudios, los guionistas tuvieron que darle una nueva vuelta de tuerca al producto e idearon la aparición de otro grupo de adolescentes con los que aprovechar la buena racha de audiencia de sus predecesores. Así, a lo largo de sus 27 últimos capítulos las tramas giraron en torno a las desventuras de un nuevo grupo de chavales, capitaneado por actores como Begoña Maestre, David Janer, Álex García o Raúl Arévalo. No obstante, las comparaciones eran inevitables y el público comenzó a perder interés en la serie, lo que supuso su cierre definitivo al año siguiente.

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Pero para ese momento, la mayoría de los actores se habían convertido ya en estrellas adolescentes. Paralelamente a la serie, y en una era pre-redes sociales, se generó un fenómeno fan sin precedentes en nuestro país. Muchos de los actores de la serie vieron como su vida cambiaba de la noche a la mañana y asistieron sorprendidos a su conversión en carne de cañón de revistas juveniles y del corazón de la época, o en objetivo de miles de fans carpeteras y coleccionistas de autógrafos. “Yo entendí que algo estaba pasando, cuando iba los fines de semana a salir de copas con mis amigos por Malasaña, donde llevaba saliendo años, y de repente, no podía caminar por el revuelo”, recuerda la actriz Virginia Rodríguez, que en la serie dio vida a Isabel, una chica de clase humilde que vive en un Centro de Acogida con sus hermanos tras haber sido abandonada por sus padres. “Entendimos también, que pasar por delante de un colegio en horas de salida, no era la mejor idea. Hemos tenido que correr por Barcelona para encerrarnos en los baños de un bar porque nos perseguían, nos han tambaleado un autobús porque íbamos dentro... En fin, una locura de época”.

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La actriz Eva Santolaria fue, de lejos, una de las más reclamadas por los fans, debido a la gran popularidad de la que gozó su personaje en la serie. “Creo que Valle tenía todos los ingredientes para funcionar”, asegura. “Era la chica rebelde enamorada del chico malo. Y también por la relación de tensión sexual con Quimi. Era un caramelo, pero sin la pandilla no hubiese sido igual. Tuvimos la suerte de encontrarnos un grupo de actores que nos entendimos a la perfección”. Tal era la fama de Valle Bermejo que Santolaria se vio envuelta, en más de una ocasión, en situaciones comprometidas fuera de plató. En concreto, recuerda especialmente una ocasión en la que paseaba por la Puerta del Sol con su hermana pequeña, que había venido a Madrid a pasar unos días con ella. De pronto, dice, empezaron a escuchar a alguien que caminaba detrás de ellas y gritaba el nombre de Valle. “Nos giramos para ver de dónde venían los gritos pero, en un instante, ya no era solo una persona quien gritaba sino que un montón de personas me miraban, gritaban mi nombre y empezaron a seguirnos”, explica. “A mí me daba muchísima vergüenza y lo pasaba fatal cuando había tanta gente, así que le dije a mi hermana ‘¡corre!’. Y empecé a caminar más rápido, todo lo rápido que pude, sin mirar atrás. Cuando me quise dar cuenta, había perdido a mi hermana pequeña. Volví hacia atrás corriendo, buscándola, ¡y me la encontré sentada con los fans esperándome! Cuando me vieron aparecer todos, se partieron de risa con mi cara de susto”.

Anécdotas de fama aparte, la serie contaba con una historia bastante coral y todos sus intérpretes tenían su cuota de popularidad y su peso interpretativo en la trama. Y, viendo las reuniones personales que muchos de ellos han llevado a cabo en los últimos años, es fácil intuir que los protagonistas mantuvieron una gran relación tanto delante como detrás de las cámaras y que no hubo cabida para luchas de egos. “Siempre fuimos una piña. Mirábamos por el bien de todos y para que todo fuera lo más justo para el grupo. Fuera de cámaras, éramos realmente una pandilla de amigos”, reflexiona Rodríguez. ¿Quién era el más alocado y el más serio de la pandilla en la vida real? “Julián [González] se llevaba la palma al más divertido. El tío controlaba muchísimo las cámaras, porque llevaba desde niño entre ellas, y se aprovechaba para jugárnosla siempre que podía. Creo que nadie se puede llevar la palma al más serio, la verdad... Tenernos a todos juntos era un peligro [risas]”.

El éxito de Compañeros llevó a Ríos a rodar No te fallaré, una película derivada de dicha ficción y protagonizada por los principales personajes de la misma. La cinta cuenta el viaje a la playa de la pandilla original, una vez terminan sus estudios, con el fin de hacer un pacto —que, como pueden intuir, nadie cumplirá— para no separarse nunca y ser amigos para siempre. Lo curioso es que la película no cosechó buenas críticas, pero logró trascender como película de culto y triunfó en taquilla, recaudando más de 530 millones de las antiguas pesetas. “Yo creo que los fans esperaban quizá algo más amable, no tan oscuro. Pero nosotros nos lo pasamos genial rodándola. Para nosotros era toda una aventura y la disfrutamos mucho juntos”, apostilla Rodríguez, que actualmente da clases en el curso del actor frente a la cámara de la escuela de cine Metrópolis y lleva tres años produciendo y dirigiendo el Rocky Horror Madrid Show.

A pesar del éxito, muchos de los actores lo tuvieron bastante complicado para volver a trabajar en cine, televisión o teatro, después de la serie. Muchos compañeros del gremio miraban con recelo a aquel grupo de nuevas estrellas adolescentes a las que estaban tan poco acostumbrados. “La televisión era el hermano feo del cine. No era común que un actor de televisión hiciera cine. Ahora se han cambiado totalmente las tornas y es completamente normal ver a Meryl Streep o Nicole Kidman haciendo una serie. En nuestra época era totalmente impensable. Pero pienso que nosotros tuvimos cosas a favor y cosas en contra, y que cada uno luego desarrolló su carrera como pudo o quiso”, reflexiona Belmonte, que hoy día ejerce también de productor y que abandonó la serie poco antes de que terminase definitivamente para hacer la obra de teatro Las amistades peligrosas.

Una de las protagonistas a quien más sonrió la suerte fue, precisamente, Santolaria. Poco después de abandonar la serie, la actriz barcelonesa se incorporó al reparto de la emblemática comedia Siete vidas, que estuvo en pantalla hasta 2006. Después, recibió una oferta para formar parte del elenco de Física o Química, pero acabó rechazando el papel de una profesora a la que acabaría dando vida la también actriz Blanca Romero. “Me enviaron los dos primeros capítulos para ver si me apetecía hacer de profesora”, explica. “Cuando lo leí, me pareció que era una seria súper cañera, un Compañeros pero a lo bestia, y que funcionaría seguro. No me veía volviendo a hacer otros cuatro años una serie de un colegio, aunque esta vez fuera de profesora. No hacía tanto que había acabado Compañeros y ya veía el titular: ‘Valle vuelve al cole”. Por eso, y porque prefería embarcarse en otro tipo de proyectos, acabó decantándose por la oferta de teatro que recibió en esa misma época. En 2010, la catalana abandonó Madrid y se fue a vivir a su ciudad natal, donde hoy día reside junto a su pareja Pau Freixas y sus dos hijos, Leo y Mía.

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El tiempo ha pasado y cada uno de los actores ha seguido su camino a lo largo de estas dos décadas. ¿Siguen siendo compañeros de la vida, del trabajo y del amor? “Nos pasa como si, efectivamente, hubiéramos sido una pandilla de un colegio”, continúa Belmonte. “Tenemos un grupo de whatsapp en el que cada semana alguien pone alguna broma o comentario. Nos mantenemos al día de nuestras vidas, pero quedar muchas veces es complicado. Eva y Duna viven en Barcelona. Cuando alguno va a hacer una cena, otro no puede, y se cambia o se pospone. No quedamos todo lo a menudo que nos gustaría. Pero cuando lo hacemos es como si realmente no hubiera pasado el tiempo. Aunque somos muy diferentes unos de otros, mantenemos una buenísima relación, nos reímos mucho y nos quedamos hasta las tantas tomando copas. Es una amistad verdadera, aunque no sea diaria”.

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