Las claves del éxito de 'El príncipe de Bel-Air', la sitcom que te vio crecer

Un rapero endeudado, la firma del legendario Quincy Jones y esta sitcom adelantada a su tiempo: hace tres décadas, el príncipe llegaba a la mansión de los Banks.
'El príncipe de Bel-Air'
'El príncipe de Bel-Air'
'El príncipe de Bel-Air'

Corría el año 1990 y cierto rapero de éxito llamado Will Smith se enfrentaba a una papeleta considerable con la hacienda pública de EE UU. Para saldar su deuda de casi tres millones de dólares con el fisco, este joven de 22 años, sin experiencia como actor, aceptó la siguiente oferta de la cadena NBC: protagonizar una serie de TV, con el mítico compositor Quincy Jones como productor ejecutivo.

Aunque la situación personal de Smith en aquel momento daba para una serie, solo compartiría el nombre con el personaje principal de El príncipe de Bel-Air, cuya historia se basaba en realidad en la de Benny Medina. Nacido en un barrio humilde de Los Ángeles y abandonado por su padre tras la muerte de su madre, el productor de origen dominicano tuvo una infancia marcada por los hogares de acogida y el trapicheo con las drogas, hasta que la familia de un amigo de Beverly Hills lo acogió.

Medina convirtió esta experiencia en un pitch para una ficción (un adolescente negro de Filadelfia se va a vivir a Bel-Air con sus tíos) que atrajo la atención de Quincy Jones al abordar la diferencia de clases dentro de la comunidad afroamericana.

Los ricos también lloran

30 años de 'El príncipe de Bel-Air', la sitcom que te vio crecer

La sitcom que encumbraría a Will Smith se estrenó el 10 de septiembre de 1990, con el protagonista llamando a la puerta de la mansión Banks. Dentro lo esperaban el tío Phil (James Avery) y la tía Viv (Janet Hubert no se llevaba bien con Smith y fue sustituida por Daphne Reid en la cuarta entrega), sus primos Hilary (Karyn Parsons), Carlton (Alfonso Ribeiro) y Ashley (Tatyana Ali), y el mayordomo Geoffrey (Joseph Marcell).

En sus seis temporadas, los showrunners Andy y Susan Borowitz elevaron la que parecía destinada a ser ‘una comedia más’ por atreverse a hablar sin tapujos sobre el racismo (el episodio en el que Carlton y Will acaban en la cárcel por conducir un coche de lujo siendo negros) o el clasismo entre los propios afroamericanos (Carlton y Hilary representan una vida llena de privilegios frente al protagonista o Geoffrey), así como por denunciar actitudes machistas (Will es a menudo criticado por cosificar y coleccionar mujeres) y romper clichés de género (¿recuerdas el capítulo en el que Ashley y Hilary montan una bici estática mientras Carlton y Will cosen un vestido?).

Más de 30 años después, El príncipe de Bel-Air es uno de los títulos más influyentes de la TV. Aunque Will Smith va a producir ahora un reboot dramático, este hito adelantado a su tiempo sigue resultando tan relevante y entretenido como en 1990.

Las claves de un fenómeno generacional

Canción de cabecera

“Al oeste en Filadelfia crecía y vivía, sin hacer mucho caso a la policía...”. El productor Quincy Jones compuso una de las sintonías más recordadas de la televisión (y también condujo aquel taxi que olía a cuadra).

Will Smith por dos

El príncipe de las gorras imposibles, la ropa XXL en colores estridentes, la lista de ligues y el ego más grande que sus orejas dio a su actor éxito internacional, una nueva vocación y a su mujer, Jada Pinkett, que hizo el casting para Lisa.

El ‘Carlton Dance’

Ni Will, ni el tío Phil, ni el sarcasmo de Geoffrey... El rey de la mansión era Carlton, ambición hecha chaval bajito, con risa sonora y baile propio (copiado a Courteney Cox, Bruce Springsteen y Eddie Murphy).

Pasarela de estrellas

Una sitcom noventera es tan buena como lo son sus cameos. Kareem Abdul-Jabbar, Jay Leno, Oprah Winfrey... Por no hablar del episodio en el que los Trump quisieron comprar el hogar de los Banks.

Sus secundarios

Nadie en la TV ha sido lanzado por la puerta como Jazz (DJ Jazzy Jeff, socio musical de Smith). Aunque Trevor, novio de Hilary que murió al pedirle matrimonio haciendo puenting, supo caer a lo grande.

Aquellos diálogos

O, para ser más exactos, aquel doblaje español plagado de referencias locales, que introdujo frases como “¡Viva el Betis, que está en primera!”, el término “pisha” o "dabuti" y guiños a Julio Iglesias o Chiquito.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento