Tarde para la ira

Tarde para la ira
Tarde para la ira
Tarde para la ira

Año 1974. Un brazo en alto incendia  un cine de Barcelona. Dos meses después del estreno de La prima Angélica una pandilla de falangistas cabreados con un personaje con el brazo en cabestrillo prende un bidón de gasolina en la entrada del cine Balmes y se carga la fachada, la marquesina, el vestíbulo y hasta el patio de butacas. La indignación es tal que no tarda en correrse la voz por el resto de cines de España ante los estupefactos Carlos Saura, director de la cinta, y Elías Querejeta, su productor, que envían de gira la película mientras siguen despachando las amenazas que les llegan a la productora. Resultado: un millón y medio de espectadores.

Querejeta contaba que había hecho en su día unas sumas y que le había salido a cuenta hacer el tipo de cine que producía: películas críticas con el sistema, pero lo suficientemente crípticas como para colárselas a la censura. Puede que fuese aquel punto sexy de lo prohibido lo que arremolinaba a tantos cinéfilos alrededor de cineclubs muy ‘progres’ mientras la gran mayoría de los españoles buscaba pezones en la pantalla. Pero, ¿no es esperanzador pensar que aquel cine dificilillo, con actores ni feos ni guapos e historias que hacían pensar, les gustaba genuinamente? La caza, El jardín de las delicias, Ana y los lobos o Cría cuervos, por circunscribirlo sólo a Saura…

Año 2016. “Otro actorcillo”, como dice él, que se pasa a dirigir películas. El de Azuloscurocasinegro, el de Con el culo al aire, el poli menos malo de La isla mínima. Siguiendo los pasos de Daniel Guzmán, Leticia Dolera o Zoe Berriatúa, llega este mostoleño que igual cita a su padre en el bar que a Fernando Fernán Gómez, y se marca una ópera prima que deja a la prensa pegada a la butaca. Tarde para la ira es puro Peckinpah, es puro Saura. Y, sobre todo, es puro cine.

Partiendo de unos personajes escritos con oficio y de una trama de thriller compacta y bien armada, de la que lo más conveniente es llegar a la sala sabiendo lo justo –el triángulo que surge entre una mujer, su marido recién salido de la cárcel y un tercer hombre que guarda un secreto que les concierne a los dos–, resulta tentador pensar que lo que emparenta el debut en la dirección de Raúl Arévalo con esa atmósfera de venganza de la que huían los hurones sudorosos en La caza es fruto de esa cosa llamada libertad. Libertad que, para empezar, ha tenido sus frutos en la elección del reparto: dos enormes Antonio de la Torre y Luis Callejo, un descubrimiento como la copa de un pino que es Ruth Díaz y, atención, el Goya a mejor actor de reparto si, además de libertad, se imparte la justicia: Manolo Solo. Pero no sólo eso. Libertad también para elegir un equipo técnico de confianza –el mejor director de foto, el mejor diseñador de vestuario…– y filmar en 16 milímetros como en las películas sucias y duras. Libertad para jugar con la cámara, hacer zooms y encuadrar con voluntad, es decir –inserte aquí los sudores fríos de los directivos de televisión– para innovar en el lenguaje cinematográfico, para crear, para hacer arte.

El resultado está a la vista de todos. Para seguir emparentando Tarde para la ira con el cine que revolucionó España en los 60 y 70 sólo falta que, como a Querejeta, a Raúl Arévalo le salgan las cuentas.

Valoración:

FICHA TÉCNICA

Tarde para la ira
  • Director:

    Raúl Arévalo

  • Género:

    Drama, Thriller

  • País:

    España

  • Sinopsis:

    José y Curro, uno con un oscuro secreto y otro recién salido de la cárcel, son dos hombres que deambulan alrededor de la violencia enquistada y el sentimiento de venganza.

  • REPARTO: Antonio de la Torre, Alicia Rubio, Luis Callejo

  • GUIÓN: Raúl Arévalo

  • VEREDICTO: Antonio de la Torre, Luis Callejo y Ruth Díaz, enormes pilares de esta historia de venganza. Manolo Solo pone la guinda.

  • DURACIÓN: 92 min.

  • DISTRIBUIDORA: EOne Ent.

  • ESTRENO: 09/09/2016

  • imdb: https://www.imdb.com/title/tt4771896

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