Sherlock Holmes

Ni lupa, ni pipa, ni té de las cinco: Robert Downey es el nuevo adicto del 221B de Baker Street
Sherlock Holmes
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El okupa mola. Pero el anterior inquilino era más auténtico. Más formal. El nuevo Sherlock Holmes es sólo una excusa para que Robert Downey se mude al 221B

de Baker Street, de donde Guy Ritchie ha desahuciado al personaje de Arthur Conan Doyle, y le desordene las cosas. O se las ordene, según se mire. Desahucio

por decreto, que dirían Plummer y Mason, viendo lo que ha pasado con nuestro detective. Que ya no es nuestro, que nos lo han cambiado.

Ésta no es una película para miembros del club del hombre de la pipa, la lupa y el sombrero raro aquel. Variantes de Holmes (la drogata, la filogay, la imbécil ) hay

muchas, la historia del cine podrá soportar una más. Lo elemental, querido lector, es saber si ésta es la adecuada o no. Si valía la pena convertir al sabueso, más rata de despacho que otra cosa (un tipo que, ir pa ná es tontería, no necesitaba salir de casa para resolver crímenes), en un héroe de acción new age. La taquilla dirá que sí, los puristas dirán que no, y este gacetillero intermitente, que tal vez sí y tal vez no: ¿Holmes gallego? No, de Whitechapel. Pero mirando a Hollywood para ofrecernos diversión hasta morir. O hasta una probable secuela, con Moriarty en la recámara.

La vana ilusión de toparnos en una oscura esquina del East End con un Zodiac sobre las aventuras de Holmes no puede despistarnos. Firma Guy Ritchie. Y, Barridos por la marea aparte, pone toda la carne en el asador: la suya (cámaras lentas y ultrarrápidas, flashbacks, gusto por el detalle visual, colegueo actoral) y la de varios referentes coloristas, que aportan su toque pop. Así, las peleas

de El club de la lucha, las deducciones forenses de CSI, el Parlamento en peligro de V de Vendetta, una primorosa ambientación (con algún exceso digital) y el toque yankee de Rachel McAdams, visten a un Holmes 2.0 que nunca, para bien y para mal, deja de ser Robert Downey. Sin drogas. Bueno, casi. No por casualidad, el enigmático Mark Strong, su némesis flemática, se parece (en el imaginario de Basil Rathbone y Jeremy Brett) más a Sherlock Holmes que el propio Sherlock Holmes.

A Ritchie no le interesa indagar en el interior de la psique de Holmes: sabemos mucho más del doctor Watson, más timorato y encantador que nunca en el bombín de Jude Law. Sólo quiere acción. De la buena. Y a fuerza de olvidarse del personaje y sus motivaciones, sin embargo, logra una extraña fi delidad a su espíritu. Primero porque Hollywood y Conan Doyle se parecen. ¿Es posible? Al

fi nal, ambos siempre necesitan alguien que explique arteramente la trama de los casos de sus héroes. Y además, porque, lógico si nos liamos con Ritchie y Downey Jr., estamos ante una película de adicciones. La de Holmes por encontrar enemigos a su altura (él mismo, vamos), la de Watson por Holmes, y la del mundo entero por el mito de Sherlock Holmes, aunque aquí no le reconozca ni la Sra. Hudson. Maldita la falta que hace.

Carlos Marañón

Valoración:

FICHA TÉCNICA

Sherlock Holmes
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  • Sinopsis:

    Una conjura masónica amenaza al Imperio Británico. Sólo Sherlock Holmes (Robert Downey Jr.) está a laaltura de un enemigo muy poderoso.

  • RESUMEN: Ni lupa, ni pipa, ni té de las cinco: Robert Downey es el nuevo adicto del 221B de Baker Street

  • ESTRENO: 15/01/2010

  • SUSPENSE, ACCIÓN / EE UU / 2009 / 128 MIN. / FOX. DIRECTOR: GUY RITCHIE ACTORES: ROBERT DOWNEY JR., JUDE LAW, MARK STRONG, RACHEL McADAMS GUIÓN: MICHALE R. JOHNSON, A. PECKHAM, S. KINBERG, L. WIGRAM FOTOGRAFÍA: PHILIPPE ROUSSELOT PRODUCCIÓN: JOEL SILVER.

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