High Life

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Doris Lessing lo dijo de la manera más hermosa, Carl Sagan nos lo enseñó y Moby hasta le puso música. El material estelar que forma nuestro más íntimo ser lleva existiendo miles de millones de años, mientras la vinculación del cosmos con la concepción de vida ha brindado algunas de las estampas cinematográficas más potentes de este siglo. En El árbol de la vida (2011), Terrence Malick sacó de su retiro a Douglas Trumbull para crear con tintes, acuarelas y luces las imágenes cósmicas más alucinantes a este lado de la NASA, que servían como marco a su historia de padres e hijos; unidas a la Lacrimosa de Preisner, no han sido superadas como alegoría del nacimiento del universo. La vía que toma Claire Denis en High Life, otro relato de paternidad y espacio exterior, es mucho menos grandilocuente y mesiánica sin renunciar al lirismo.

En su filme hay cuerpos crispados, tensión venérea, ternura violenta y muchos, muchos fluidos corporales. Porque la primera incursión de la francesa en la ciencia-ficción es una obra enteramente personal donde el género, si acaso, sirve de condimento. Igual que ocurría en Beau travail (1999) con el cine bélico, en Trouble Every Day (2001) con el terror o en Un sol interior (2017) con la comedia romántica; ante todo, son películas de Claire Denis. Con porte de caballero medieval vestido de astronauta de los 70, Robert Pattinson encabeza la tripulación de una nave prisión donde un grupo de jóvenes criminales condenados a cadena perpetua se han embarcado en un viaje espacial a la búsqueda de un agujero negro. Juliette Binoche, la misteriosa médico de a bordo, aprovecha el trayecto para realizar experimentos sobre reproducción en el espacio. Y, a falta de xenomorfos descarriados, la imaginería genital la aporta una cabina sexual con dildo mecánico.

Mientras el invento cronenbergiano gotea líquidos de placer, ella y sus pacientes desfogan su deseo retorciendo la anatomía hasta la abstracción, como los cuerpos que le gusta filmar a Philippe Grandrieux. La convivencia en los viajes estelares siempre es complicada, pero con estos mimbres las tensiones no tardan en estallar; pronto corre la sangre y brotan las lágrimas. Como si fuera un ser vivo más, la nave espacial de High Life –diseñada por Olafur Eliasson, con quien Denis ya colaboró en el corto cósmico Contact, de 2014– cobra vida propia gracias al exquisito diseño de sonido de Stuart Staples. El líder de Tindersticks, que también firma la banda sonora y la canción que Pattinson canta en los créditos finales, como siempre refuerza la atmósfera apuntalada por la directora detrás de cada encuadre, cada corte, cada elipsis fulminante. Incluso hay flashes del pasado, que, filmados en 16mm en bosques de Polonia, recuerdan a los tramos terrícolas de Solaris (1972) y plantan los pies de la narración en un suelo reconocible.

Frente al maniqueismo de otras ficciones que miraron hacia las estrellas con esperanza o temor, Claire Denis extrae de ellas la pura esencia de lo humano: capaz de lo terrible y lo tierno de un mismo golpe; su cine.

Valoración:

FICHA TÉCNICA

High Life
  • Director:

    Claire Denis

  • Género:

    Ciencia-ficción

  • País:

    Francia

  • Sinopsis:

    Espacio profundo. Monte y su hija Willow viven completamente aislados a bordo de una nave espacial. No siempre estuvieron solos: eran parte de un grupo de condenados a muerte que aceptaron conmutar sus sentencias por participar en una misión con destino al agujero negro más cercano a la Tierra.

  • REPARTO: Juliette Binoche, Robert Pattinson, Mia Goth, Lars Eidinger, André Benjamin

  • VEREDICTO: Total agujero negro del corazón: la odisea erótico-espacial de Claire Denis y Robert Pattinson es tan gélidamente tierna como una caricia sideral.

  • DURACIÓN: 110 min.

  • DISTRIBUIDORA: Karma Films

  • ESTRENO: 08/02/2019

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