El gran Vázquez

Una versión 'lopezvazquiana' de 'Atrápame si puedes' llena de guardias urbanos.
El gran Vázquez
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El gran Vázquez

A PRIMERA VISTA, nada hace pensar que El gran Vázquez pueda funcionar como un experimento científico de primer orden, de no ser porque en espíritu se trata de la refutación perfecta, una antítesis, de la comprobadísima Ley de la Oca. Enunciada por Arthur Koestler, escritor cuya vida también anulaba su propia teoría, esta fórmula misántropa prueba que conocer al escritor cuya obra admiras viene a ser como zamparte un buen foie y después querer conocer a la oca en persona. O algo así. Por mucho que la factoría Bruguera fuese el único alivio para niños, aficionados a la historieta y lectores de (mal llamada) novela barata durante gran parte del franquismo y la transición (podría decirse que ésta terminó cuando cerró Bruguera, en el 86), el carisma del dibujante Manuel Vázquez está muy por encima del de sus propios personajes, de Anacleto a las hermanas Gilda, pasando por el abuelo Cebolleta. Para quién no lo conoció en persona, como a la oca, sus viñetas para El tío Vázquez fueron una primera pista. Esta película es la prueba definitiva e irrefutable.

Y eso por más que el tono de cartoon cañí y el colorismo a lo Mortadelo y Filemón (la película, varios decorados parecen idénticos) pese demasiado a la hora de retratar a un tipo tan canalla. La ambientación, que funcionaría más para una precuela feliz de Cuéntame estilo La gran familia, casa regular con el espíritu de un personaje que Santiago Segura maneja con gracia, pero al que terminan matizando ciertas semejanzas con su Torrente. Se ríe uno a gusto, los secundarios pintan bien (el dúo Álex Angulo-Enrique Villén funciona, ¿dónde estaba Carles Velat?), apetece quedarse a hacer horas extras en esa oficina de pusilánimes y genios silenciosos y hay un esfuerzo por rescatar esa Barcelona de los 60, aunque acabe siendo menos el retrato de una ciudad bicéfala que el decorado donde trampea este tipo complejo, del que echas de menos conocer algunos resortes (su bigamia, algo extraterrestre en el país de la última Cruzada conocida, pasa de soslayo), ocultos bajo una capa de comedia (casi) para todos los públicos en la que un niño es la conciencia light del protagonista, lejos del muñeco aterrador de la reciente Gainsbourg, ese tipo al que Vázquez hubiese dejado en ridículo cantando en cualquier barra con coñac.

La duda que asoma viendo esta versión lopezvazquiana de Atrápame si puedes llena de guardias

urbanos que suena simpática, como lo harían los Beatles de Cádiz respecto al original, es si no habría funcionado una película más sórdida, con más drama que comedia, al estilo American Splendor, sobre un tipo que pensaba que, menos él, todos los demás éramos gilipollas. Aquí, igual que entonces, siguen ganando los mismos. Como en Bruguera, algún Peláez ha vuelto a salirse con la suya.

CARLOS MARAÑÓN

Valoración:

FICHA TÉCNICA

El gran Vázquez
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    Caradura, moroso y putero, Manuel Vázquez es el dibujante estrella de la editorial Bruguera. Criado en las miserias de la posguerra, el artista sólo tiene una ambición: vivir lo mejor posible sin trabajar.

  • RESUMEN: Una versión 'lopezvazquiana' de 'Atrápame si puedes' llena de guardias urbanos.

  • ESTRENO: 24/09/2010

  • Biopic / España / 2010 / 90 min. / Alta / Director: Oscar Aibar Actores: Santiago Segura, Mercè Llorens, Álex Angulo, Enrique Villén Guión: Oscar Aibar

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