El curioso caso de Benjamin Button

Entonces, ¿cómo sería una crítica de cine al revés? Podría empezar con la rúbrica final. Con la firma y con la conclusión, esa frase, ejem, brillante que da sentido al escrito y permite al crítico sentirse un tipo especial, alguien capaz de intervenir en el destino de una película, de cambiar la historia del arte. O eso cree él: Carlos Marañón, obra maestra. Luego está el meollo, el quid. El espacio en el que el razonamiento se desarrolla con una lógica interna que... que David Fincher ha conseguido subvertir haciendo fácil lo imposible: alternando con su Ben Button, parece que lo natural sea nacer viejo y morir joven. Incluso, más allá todavía, logra convencernos de que ése es el ideal al que todo ser humano debería aspirar. Milagro: el cine (para todos los públicos) convertido en utopía, acaso el mayor logro al que pueda aspirar un artista.

De la poética de Scott Fitzgerald y su generación perdida, a la filosofía por el camino del entretenimiento. Aunque Fincher no le ha dado la vuelta al reloj sólo por una diversión forrestgumpiana (que también: Eric Roth ha escrito ambas). La reflexión sobre el tiempo y el juego narrativo no ocultan su pequeña revolución: no importa el tiempo, importa la historia, o esa idea de convertir la historia en una suma de historias contadas, a la manera del Big Fish de Tim Burton. Ni siquiera le ha dado vergüenza ponerse tierno y decir que importa el amor. Él, que metió la cabeza de la amada en una caja de cartón. Fincher ha encontrado el alma de aquella generación perdida de literatos que catalizaron la Era del jazz y lo entronca con los cineastas que reconstruyeron la historia de América (aunque querían decir EE UU). Él es el auténtico cineasta recuperado que puede dar nombre a toda una generación. Si P. T. Anderson viene de Kubrick y Welles, David Fincher toma el testigo espiritual de Griffith, Ford y Spielberg. Es el gran héroe americano. Él, y Brad Pitt. Nada importa que le den o no el Oscar, su trabajo está más allá de lo adjetivo: Brad Pitt hace historia. Su rostro es ya el de Dorian Gray. Y Cate Blanchett con sus ensoñadas zapatillas rojas baila sobre la tumba del personaje cuya vida inversa nos hace sentir una cuenta atrás. A nosotros, ilusos humanos, que seguimos pensando que somos eternos mientras corre el reloj.

El zarpazo de Fincher, que culmina en un Nueva Orleans post-Katrina, alcanza incluso al concepto de belleza. Dos de los actores más guapos del mundo sellan su clímax cuando nada físico les hace reconocibles. Ahí termina una historia (nada de spoilers: Fincher dejó los finales shyamalanescos), que es también la culminación de una carrera, a media carrera. Su cine se ha ido depurando hasta dejarnos este testamento en vida. Tras Alien 3, Seven, The Game, El club de la lucha, La habitación del pánico y Zodiac, el miedo a morir ha desaparecido en B. B. Ahora a Fincher le toca volver a empezar. Por eso estamos como al principio.

CARLOS MARAÑÓN

FICHA TÉCNICA

El curioso caso de Benjamin Button

• Director:
• Género:

  Drama

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• Sinopsis:

  Un extraño bebé es abandonado por una familia rica ante la puerta de un asilo. El crío parace estar enfermo: tiene el aspecto de un anciano. Pero va a vivir muchos años. 

• RESUMEN: David Fincher y Brad Pitt resucitan al gran héroe americano. Adiós Brigitte Bardot: las siglas B. B. tienen un nuevo dueño.

• ESTRENO: 06/02/2009

• [THE CURIOUS CASE OF BENJAMIN BUTTON] DRAMA / EE UU / 2008 / 159 MINUTOS / WARNER. DIRECTOR: DAVID FINCHER ACTORES: BRAD PITT, CATE BLANCHETT, TILDA SWINTON PRODUCCIÓN: KATHLEEN KENNEDY GUIÓN: ERIC ROTH, ROBIN SWICORD FOTOGRAFÍA: CLAUDIO MIRANDA MÚSICA: ALEXANDRE DESPLAT www.warnerbros.es/benjaminbutton