Blackthorn, Sin destino

Mateo Gil encuentra su identidad tras la cámara 12 años después de 'Nadie conoce a nadie'.
Blackthorn, Sin destino
Blackthorn, Sin destino
Blackthorn, Sin destino

Supongamos, que es mucho suponer pero también una aventura que a veces sale bien, que haya un Mateo Gil guionista y otro Mateo Gil realizador. Así, resulta curioso que, ante su segundo largometraje, el director de Nadie conoce a nadie haya tenido que distanciarse tanto, dejar pasar tanto tiempo e irse tan lejos, para estar tan cerca de sí mismo y de aquella primera película suya. Su cine, sus preocupaciones como autor coinciden en vincular sus dos apuestas, separadas por 12 años de tareas cinematográficas al más alto nivel en nuestro cine.

Ahora dejemos de suponer: Mateo Gil escribe lo mismo Ágora, que Abre los ojos, que El método, que Mar adentro… que dirige dos películas donde la identidad resulta, no sólo un toque de color al estilo de esos thrillers de sobremesa con falso culpable, sino la esencia del filme. La identidad, delante y detrás de la cámara, articula un planteamiento sobre el que orquestar toda una trama, toda una propuesta, y todo un regreso de un cineasta con muchas más trazas de autor de lo que sus fríos datos de filmografía permiten adivinar. No puede ser casual. Mejor sigamos suponiendo: en una industria cinematográfica seria (y la española no lo es), Mateo Gil habría dirigido muchas más películas, sin renunciar por supuesto a su tarea como guionista. Quizá por eso, lo mejor de Blackthorn es su motivación, el aura que desprende un personaje (y un rostro digno de aguantarlo) capaz de mantener el misterio de una película. Contada, gana. Vista, deja alguna duda.

Algo (seguimos con las suposiciones) debe de tener Bolivia para que dos de las mejores producciones del cine español reciente (Blackthorn y También la lluvia) hayan desembarcado allí, pero la elección aquí era obligada. Seguimos el rastro de Butch Cassidy (Paul Newman en Dos hombres y un destino, George Roy Hill, 1969). Esa leyenda reencontrada marca la personalidad del filme, que alarga el camino de Cassidy, ahora Blackthorn, por otros vericuetos. De la interpretación medida, sin postizos, de Sam Shepard, surge un interés, áspero y despojado, como la película, por saber más sobre un hombre viejo y cansado que quiere regresar a EE UU tras años oculto. Ése es el motor de una especie de película de carretera en huida hacia adelante que se convierte en un juego al quién es quién en cuanto Eduardo Noriega y su ingeniero de minas español aparece en el camino. Noriega maneja bien su lado inquietante, pero no acaba de funcionar la relación entre ambos en las escenas que sirven de contrapunto al suspense. Ahí sobrevive el western, por supuesto, pero es un enfoque malditista en el que la referencia a Peckinpah llega más por la apelación a una soledad polvorienta (un crepúsculo que ese detective de la agencia Pinkerton presentado por Stephen Rea ayuda a apuntalar), que por la vía de una impronta de género, pese al final seco, ajustado, lo mejor de un filme con más carácter que factura, y que por eso mismo deja más sabor en el paladar que satisfacción ante la pantalla, en perfecta línea con la leyenda perdida que rescata. Volvemos a la suposición: si Hitchcock hubiese dirigido un western, ¿no seguiría siendo una película de Hitchcock? Ese es el principal logro del director ante una buena historia, hacerse reconocible incluso en un supuesto western. Cuestión de identidad. Mateo Gil ha vuelto a la ciudad. 

CARLOS MARAÑÓN

Valoración:

FICHA TÉCNICA

Blackthorn, Sin destino
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  • Sinopsis:

    Según la versión oficial, Butch Cassidy murió en Bolivia en 1908. En realidad, lleva escondido 20 años allí bajo el nombre de James Blackthorn y ahora quiere volver a casa. En el viaje le acompañará un ingeniero español.

  • RESUMEN: Mateo Gil encuentra su identidad tras la cámara 12 años después de 'Nadie conoce a nadie'.

  • ESTRENO: 01/07/2011

  • [Blackthorn] Western / España / 2010 / 98 min. / Alta / 98 min. / Dir: Mateo Gil / Reparto: Sam Shepard, Eduardo Noriega, Stephen Rea / Guión: Miguel Barros

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