Woody Allen: "Probablemente muera rodando una película"

Woody Allen ha regresado hoy al Kursaal. En el auditorio, a unos pocos metros de donde se celebra la rueda de prensa con motivo del inicio del rodaje de su nueva película, el director neoyorquino recibía en 2004 el premio Donostia de la mano de Pedro Almodóvar. "Si no les gusta este filme, les diré que acabo de terminar otro la semana pasada", decía en su discurso de agradecimiento, refiriéndose a Melinda y Melinda, que se proyectaría minutos después fuera de concurso.

15 años después, el cineasta regresa a la capital guipuzcoana para rodar su trabajo número 51, producido por The Mediapro Studio junto a Gravier Productions. A partir de mañana y hasta el 20 de agosto, Allen tomará la ciudad para ambientar en ella una "comedia romántica sobre unos estadounidenses que llegan al festival de cine de San Sebastián y los acontecimientos que ocurren aquí resonarán en ellos", ha explicado en la rueda de prensa, en la que ha estado acompañado por Jaume Roures, socio fundador de The Mediapro Studio, y los actores Elena Anaya, Wally Shawn, Gina Gershon y Sergi López. 

Aunque los protagonistas no han podido dar detalles sobre sus personajes, Anaya ha destacado que el guion de la película es "una de las historias más bonitas que he leído jamás" y se ha referido al cineasta como "un genio, una leyenda. Es un placer de la vida ponerme en sus manos”.

Bajo el título provisional Rifkin’s Festival (en referencia al personaje protagonista), el filme llegará el año que viene a salas y marcará el regreso al cine de Allen tras la polémica en la que se ha visto envuelto en el último año. Amazon Studios decidía no estrenar Día de lluvia en Nueva York, la producción que rodó en 2017 (a España llegará el próximo 4 de octubre) después de que Dylan Farrow, hija adoptiva de Mia Farrow, apareciera en TV para reiterar las acusaciones de abusos sexuales que persiguen al director desde 1992.

Al ser preguntado por el boicot a su última producción y si en algún momento pensó en jubilarse, Allen ha afirmado que siempre ha estado enfocado en su trabajo, "sin importar qué pasara en mi vida, con mi mujer, mis hijos y la política": "Nunca he pensado en retirarme. Trabajo siete días a la semana y no pienso en movimientos políticos y sociales [hablando de MeToo]. Probablemente muera en medio de una toma haciendo una película".

Gina Gershon también se ha referido a la controversia y ha asegurado que "estar ahora en EE UU es una locura. Personalmente creo que tienes que analizar cada situación y decidir cómo te sientes. Yo puedo decir que estoy emocionada por estar aquí".

"Me gustaría mostrar al mundo mi visión de San Sebastián, como he hecho con Nueva York", ha asegurado Allen sobre su elección de la capital guipuzcoana para ambientar su nueva producción, un rodaje que se desarrollará sobre todo en el centro (en escenarios como la playa de la Concha o el Boulevard), pero también en las zonas rurales cercanas.

El director ha confesado que no le gusta estar lejos de Nueva York y, por ello, se tomó su tiempo para decidir en qué lugar estaría dispuesto a pasar dos meses en verano rodando: "San Sebastián es un sitio en el que sabía que disfrutaría".

El festival de la ciudad es, además, el marco principal del filme, "un homenaje al cine". El cineasta ha contado que, de niño, le encantaba leer sobre festivales como el de Venecia, "pero cuando me hice director no iba a ninguno porque no me gustaba el ruido, las aglomeraciones... Envié Manhattan a Cannes, pero yo no fui". Aunque a día de hoy asegura que les ha cogido el gusto, no le convence la dirección que están tomando: "Deberían defender el cine como arte, no por su viabilidad comercial, y dar la bienvenida a los nuevos artistas".