Una docena de películas para amar (o seguir amando) a Burt Lancaster

Este domingo 20 de octubre se cumplen 25 años del fallecimiento de Burt Lancaster. Una excusa perfecta para recordarle en algunas de sus mejores películas.
Una docena de películas para amar (o seguir amando) a Burt Lancaster
Una docena de películas para amar (o seguir amando) a Burt Lancaster
Burt Lancaster y Deborah Kerr en 'De aquí a la eternidad'
Una docena de películas para amar (o seguir amando) a Burt Lancaster

Acróbata de circo antes que actor. Burt Lancaster aprendió el oficio sin acudir a clases de interpretación, a su manera, actuando. Una lesión le apartó de los trapecios, pero el séptimo arte ganó a una de sus figuras más legendarias. De una cara bonita con un físico impresionante a todo un actorazo.

Su debut fue en el cine negro, en 1946 con Forajidos de Robert Siodmak, encarnando a un boxeador en horas muy bajas cuyo destino se cruzará con el de una bellísima Ava Gardner en plan femme fatale. A partir de allí un ascenso meteórico y no solo se convertiría en un actor perfecto para las películas de acción o aventuras. También dejó su huella entre los mejores melodramas clásicos de Hollywood y, como los vinos, supo envejecer la mar de bien. En su última etapa abrazó el cine de autor europeo, sobre todo el italiano, y el resultado fueron unas cuantas obras maestras más.

Dado que este domingo 20 de octubre se cumplen 25 años de su muerte es una inmejorable ocasión para recordar algunas de sus mejores interpretaciones y películas.

[caption id="attachment_137851" align="alignnone" width="560"]Burt Lancaster - El temible burlón ( 'El temible burlón', 1952 )[/caption]

El halcón y la flecha (1950). En sus primeros años destacó en el cine negro y el thriller, pero su undécima película le lanzaría al estrellato. Un clásico indiscutible del cine de aventuras plagado de diversión y dirigido por Jacques Torneur. Interpretaba a Dardo, una especie de Robin Hood enfrentado a la tiranía de un malvado conde. En pantalla su pareja fue la rubia Virginia Mayo, y también marcó la primera de sus nueve colaboraciones con Nick Cravat (como secundario), compañero de infancia y también en los trapecios.

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El temible burlón (1952). Repitió bajo las órdenes de Robert Siodmak, con quien había debutado, y el resultado es otro enorme clásico del cine de aventuras y una de las mejores películas de piratas de la historia del cine. Imaginativa y divertidísima. Surcando los mares, a finales del siglo XVIII, Burt Lancaster volvió a demostrar su habilidad para los personajes y las piruetas de acción, y de nuevo junto a Nick Cravat. En esta ocasión, las escenas con Eva Bartok pusieron el contrapunto romántico. Además, Lancaster se estaba convirtiendo en una mina de oro para Hollywood.

De aquí a la eternidad (1953). La adaptación de la novela de James Jones dirigida por Fred Zinnemann ganó ocho premios Oscar, incluido el de mejor película, y permitió el lucimiento de su reparto coral, Donna Reed, Montgomery Clift o Frank Sinatra entre ellos. Pero el momento más mítico lo protagonizaron Lancaster y Deborah Kerr (ella consumando el adulterio) en su tórrida escena, en blanco y negro, en la playa. Le valió su primera nominación al Oscar.

Duelo de titanes (1957). El wéstern también fue un vehículo ideal para su físico y dotes. Un buen puñado podrían figurar entre los mejores de su filmografía (¡qué buena que es también Los profesionales, de 1966!), pero hay algo irresistible en esta versión del famoso duelo en O.K. Corral, tal vez sea por la maestría en la dirección de John Sturges, porque su Wyatt Earp encontró al Doc Holliday perfecto en Kirk Douglas o por la inolvidable canción Gunfight at the O.K. Corral (su título original) con música de Dimitri Timokin, letra de Ned Washignton (uno de los letristas preferidos de Walt Disney en los 40) y cantada por Frankie Laine.

[caption id="attachment_137852" align="alignnone" width="560"]Burt Lancaster - El fuego y la palabra ( 'El fuego y la palabra', 1960 )[/caption]

Chantaje en Broadway (1957). Mentiras, manipulación, chismes, favores, difamaciones, todo vale para mantener el poder y ejercerlo a través de los medios de comunicación. La prensa no sale precisamente bien parada en esta película de Alexander MacKendrick con formidables interpretaciones de Lancaster, como un influyente columnista en prensa escrita que más bien se asemeja a un mafioso psicópata, y de Tony Curtis encarnando a un ambicioso agente de prensa sin escrúpulos. Para redondear la propuesta hacía falta unos diálogos corrosivos a la altura, y Sweet Smell of Succes (que es su título original) los tiene. Y lo mejor de todo, que sigue siendo absolutamente actual.

Mesas separadas (1958). ¿Solo un galán? ¿Un héroe de acción? ¿Un sex symbol? ¿Un pícaro simpático? Por si a alguien lo había pasado por alto, Lancaster exhibió uno de sus mejores papeles dramáticos en esta excelente adaptación, dirigida por Delbert Mann, de la obra teatral (en realidad dos) de Terence Rattigan, en torno a las miserias de varios personajes que coinciden en un mismo hotel. Y nuevamente estamos ante un repartazo del que formaron parte Deborah Kerr, Rita Hayworth, Gladys Cooper, Rod Taylor o un David Niven que fue quien (también merecidamente) se llevó el Oscar, al igual que Wendy Hiller como actriz de reparto.

El fuego y la palabra (1960). Y su Oscar llegó, de la mano de Richard Brooks, adaptando la novela de Sinclair Lewis e interpretando a un predicador cuyo don de la palabra posee esa habilidad para convencer a las masas. Su pareja fue Jean Simmons, ambos extendiendo el evangelio entre los pecadores de las pequeñas poblaciones norteamericanas. Lancaster declararía después que esta fue su interpretación más fácil pues no tuvo que fingir, era él mismo, un charlatán y un farsante devoto de las mujeres y el whisky.

El hombre de Alcatraz (1962). Y un cambio de registro brutal, de gañán a un hombre de extrema sensibilidad, pese a haber sido condenado por asesinato. Está basada en la historia real de un preso, Robert Franklin Stroud, que dedicó su vida entre rejas al estudio de las aves; y la película de John Frankenheimer le puso en bandeja de plata otro de sus grandes papeles. No lo desaprovechó. Estuvo memorable y además logró la tercera de sus cuatro nominaciones al Oscar.

[caption id="attachment_137853" align="alignnone" width="560"]Burt Lancaster - El gatopardo ( 'El gatopardo', 1963 )[/caption]

El gatopardo (1963). No menos exquisita era la sensibilidad, el talento y el gusto por el detalle del italiano Luchino Visconti. Su interpretación del aristocrático Don Fabrizio, Príncipe de Salina, de la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa fue valorada por el mismo Lancaster como la mejor de toda su carrera. En 1960, y con el desembarco de Garibaldi en Sicilia, soplan fuertes vientos de revolución, malos para la nobleza instalada en sus privilegios. Pero los más avispados saben que hay que adaptarse, que "hace falta que algo cambie para que todo siga igual".

El tren (1964). Otra vez con John Frankenheimer, y también rodado en magnífico blanco y negro, en otra de sus mejores películas. Aquí en el escenario de la Segunda Guerra Mundial, en el París de 1944, con los nazis decididos a expoliar las obras de arte de la capital francesa llevándoselas a Alemania. Lancaster encarnó a Labriche, inspector ferroviario y uno de los integrantes de la Resistencia que intentarán impedirlo. Una película también modélica en su género.

El nadador (1968). Tampoco podía faltar una de sus películas más "raras", cargada de crítica social o del éxito a toda costa que persigue el sueño americano como sustitutivo de la felicidad. La dirigió Frank Perry (su esposa Eleanor fue la guionista) y en ella interpretó a Ned, uno de esos tipos que aparentemente lo tiene todo. Es fuerte, guapo, con dinero, bien considerado y reside en la zona más acomodada de Connecticut. Pero un día le da por hacer el trayecto hacia su casa yendo de piscina en piscina de las propiedades privadas del lujoso valle donde vive. El trayecto se transformará en un viaje existencial, reencontrándose con su pasado, replanteándose su presente y escala de valores y enfrentándose con sus temores.

Atlantic City (1980). Un viejo gánster y guardaespaldas que ahora se gana la vida como puede, en las apuestas, decidido a dar su último gran golpe para acabar viviendo a lo grande. Además, está su improbable idea (o no) de seducir a una vecina mucho más joven que él. El director francés Louis Malle puso el toque europeo en esta producción norteamericana y los resultados fueron magistrales. Lancaster obtuvo su cuarta y última nominación al Oscar, aunque seguramente lo más recordado será esa escena inicial con una sensual Susan Sarandon frotándose los brazos y el pecho con limón, cuando llega a casa, para quitarse el olor a pescado del lugar donde trabaja. Una más de sus películas para ver y repetir las veces que haga falta.

Y también, imprescindible, en esta filmografía seleccionada:

[caption id="attachment_137854" align="alignnone" width="560"]Burt Lancaster y Ava Gardner - Forajidos ( 'Forajidos', 1946 )[/caption]

Forajidos (1946), Fuerza bruta (1947), Voces de muerte (1948), El abrazo de la muerte (1949), Vuelve, pequeña Sheba (1952), Vera Cruz (1954), La rosa tatuada (1955), Trapecio (1956), Los que no perdonan (1960), ¿Vencedores o vencidos? (1962), Ángeles sin paraíso (1963), Siete días de Mayo (1964), La batalla de las colinas del whisky (1965), Los profesionales (1966), Su majestad de los mares del sur (1968), La venganza de Ulzana (1971), Confidencias (1974), Novecento (1976), La isla del Doctor Mureau (1977), Amanecer Zulú (1979), La piel (1981), Clave: Omega (1983), Un tipo genial (1983) y Campo de sueños (1989).

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