Malasaña da miedo y no es por la gentrificación

Primer vistazo a 'Malasaña 32', filme de terror sobre un inmueble maldito en el barrio madrileño durante la Transición

En A3Media querían una película de terror. "Llevábamos años pidiendo proyectos de terror y no llegaban", explicaba Mercedes Gamero, directora general de Atresmedia Cine en la presentación de Malasaña 32, el filme que puso fin a la sequía de género en la productora. Producida por Ramón Campos y dirigida por Albert Pintó (Matar a Dios), la película transcurre en el año 1976, cuando la familia protagonista abandona el pueblo en busca de una vida mejor en la capital y se instala en un inmueble de la calle Manuela Malasaña, número 32, con más sombras que luces.

Amparo (Begoña Vargas) es la hija mediana de tres hermanos, una chica que tiene que abandonar su sueño de ser azafata de Iberia para cuidar de su familia. En el número 32 de Manuela Malasaña se instala junto a sus hermanos, sus padres (Bea Segura e Iván Marcos) y su abuelo (José Luis de Madariaga), cuya incipiente demencia le hace conectar antes que al resto con el mal que habita en esa casa en la que han invertido todo su dinero y se ven atrapados.

"Más allá de ser una película de terror y sustos es una película muy humana sobre unos personajes que quieren hacer realidad sus sueños en la ciudad y enseguida descubren que esa ciudad es más oscura de lo que creían", reflexiona el director. Ambientada en el éxodo rural durante la Transición, el filme coescrito por Ramón Campos, Gema R. Neira, Salvador S. Molina y David Orea, promete una cuidada labor de arte y maquillaje, a cargo de David Martí y Montse Ribé, ganadores del Oscar por El laberinto del fauno.

Con Polanski, Kubrick, Paco Plaza o Andy Muschietti como referentes, Pintó aboga por un terror "que venga del suspense, de la pausa, de dejar respirar la escena en un tiempo real, así como del terror diurno, de ese terror que sientes en tu casa, donde supuestamente has de sentirte seguro". Pero también de un terror muy español, un terror "de boleros, canicas o peonzas", explica. Tan español, claro, como la calle Manuela Malasaña y ese número 32 que en realidad no existe –la vía termina en el 30–, pero cuyo doble sentido –"mala saña"– gustó desde el principio al director.

Aún en postproducción, el estreno de Malasaña 32 está previsto para el 17 de enero de 2020. 

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