‘The Ninja’: El taquillazo al que se comió la serie B

Asesinos letales, sexo bajo la luna y el mundo de la empresa norteamericana para el proyecto que Hollywood nunca supo convertir en una película de éxito
‘The Ninja’: El taquillazo al que se comió la serie B
‘The Ninja’: El taquillazo al que se comió la serie B
‘The Ninja’: El taquillazo al que se comió la serie B

Si eres un fan de Jason Bourne, quizá te suene Eric Van Lustbader como el novelista que lleva desde 2004 escribiendo novelas  sobre el personaje. De hecho, casi puede decirse que el agente de Treadstone es ahora casi tan de Van Lustbader como de su autor original, puesto que lleva escritos diez libros frente a los tres que en su momento firmó Robert Ludlum.

Pero aunque conozcas a este escritor con nombre de defensa central del Ajax de Amsterdam, lo que quizá no sepas es que hubo un tiempo en que Eric Van Lustbader fue un autor que no necesitaba presentación y que ni mucho menos pasaba por ser la mano elegida para resucitar una saga a raíz de unas adaptaciones al cine.

A finales de los años 70, este autor que había pasado su infancia viviendo en el piso de abajo de Lauren Bacall, empezaba a hacerse un nombre con unas novelas conocidas como las saga de El Guerrero del Ocaso. En ellas se mezclaba el exotismo de las artes marciales con unas gotas de sexo cursilón, dando pie a un fórmula que le fue dando progresivamente alegría literaria tras alegría, hasta que en 1980 se colocara en lo más alto de las listas de ventas gracias a El Ninja, una novela en la que un experto en artes marciales descubre que el padre de la mujer que ama va a ser asesinado por un temible guerrero japonés.

Eric van lustbader

Hollywood no necesitó ni sacar la calculadora para ver que lo que tenía delante era un negocio redondo, y con el ejemplo del Shogun de Richard Chamberlain y Toshirô Mifune triunfando en televisión, se lanzó a la caza y captura de los derechos de la novela con la intención de poner en marcha una superproducción de 20 millones de dólares.

Richard Zanuck y David Brown, dos de los culpables del éxito de Tiburón, se llevaron el gato al agua, empezando a preparar la película para la 20th Century Fox y contrataron para escribir la adaptación a nada menos que a W.D. Richter, el futuro director de Las Aventuras de Buckaroo Banzai que en ese momento pasaba por ser uno de los guionistas más cotizados del cine mundial gracias a La invasión de los ultracuerpos o Brubaker, por la que llegó a acariciar el Oscar a Mejor Guion Original (se lo arrebataría Melvin y Howard, una cinta de Jonathan Demme que hoy parece haber sido olvidada).

In a scene from the 1980 film "The Empire Strikes Back", Carrie Fisher speaks with director Irvin Kershner during the carbon freezing scene. A new book, "The Making of 'The Empire Strikes Back: The Definitive Story" was released in October 2010. (Courtesy of Lucasfilm/MCT)

Como no había tiempo que perder, Zanuck y Brown firmaron a Joe Alves, con el que ya habían trabajado en el diseño de la película de Spielberg, y le mandaron a Japón para que fuera localizando e investigando. Para dirigir la película se pusieron en contacto con Irvin Kershner, uno de los directores más famosos del momento gracias a ser el responsable de El Imperio Contraataca.

El proyecto ya estaba en marcha y se gastaba dinero sin parar. The Ninja pasó de ser una novela de éxito a ser el faro al que todo Hollywood miraba, e incluso se empezaba a hablar de que Richard Gere iba a dar vida al protagonista. De la noche a la mañana, los temibles guerreros de las historias japonesas se convirtieron en el nuevo subgénero por el que había que apostar para hacer dinero, y con ello surgieron productores como Menahem Golan y Yoram Goblus que preparaban títulos como La Justicia del Ninja, en la que a falta de Richard Gere, se ponía a Franco Nero.

Pero el guión de Richter, aunque mucho mejor que la novela original, no era lo que los productores esperaban, ya que no acababan de ver un ritmo tan lento para lo que debía ser la película definitiva sobre artes marciales. Además, cambiaba el final del original, causándole un buen cabreo a Van Lustbader. El propio Irvin Kershner entró a rehacer el material con ayuda de Tom Cole, pero tampoco consiguieron dar con el tono de aventuras que se buscaba y el director, viendo mucho más cercana la posibilidad de hacer una película basada en Yo, Robot (un proyectazo que tampoco se rodó nunca y que llevaba guión de Harlan Ellison) fue desligándose de la producción.

Más allá del problema de no tener ni director ni guión, Zanuck y Brown tenían que enfrentarse a que el proyecto ya se había tragado una parte importante del presupuesto que le habían asignado. Para solucionar el lío en el que están a punto de meterse necesitaban un cineasta capaz de lucirse en presupuestos ajustados y que fuera capaz de sacar el máximo rendimiento a la escasez de medios. La suerte quiso que en esos momentos, John Carpenter estuviera intentando reconstruir su carrera tras el descomunal fracaso de taquilla que había sido La Cosa, de modo que… ¿Quién mejor para dirigir El Ninja que el director de la que por entonces era la película indie -La Noche de Halloween- más rentable de la historia del cine?

Portadas El Ninja

El director de 1997: Rescate en Nueva York se sentó a escribir un nuevo guión con ayuda de su inseparable Tommy Lee Wallace, director de It o Halloween III y compañero de batallas desde que hicieran música en la infancia. La versión que firmaron entre los dos era mucho más barata, ya que eliminaban las escenas en la Segunda Guerra Mundial, y también era mucho más festiva y en línea con los antihéroes de Carpenter, ya que cogieron una de las creaciones que Richter había incluido en la trama, el policía Spanzo, e hicieron de él y de su socarronería el centro de la trama.

El problema es que para cuando el guión estaba terminado, ni siquiera la calidad era un factor a considerar. En ese tiempo transcurrido desde que se iniciara el proyecto, las películas de ninjas se habían convertido en lo peor que un estudio podía aspirar a hacer y la 20th Century Fox, desde su nueva presidencia, no estaba dispuesta a rebajarse. En otras palabras, en todos los años (y todo el dinero) que habían pasado desde que Zanuck y Brown descubrieran el filón de Van Lustbader y contribuyeran a ponerlo de moda, cientos de películas de bajo presupuesto protagonizadas por ninjas habían colonizado los cines (y los videoclubes) de medio mundo… La justicia del Ninja, Duelo final, La venganza del Ninja, Ninja III: La Dominación… y eso solamente era una avanzadilla porque pronto harían acto de presencia El Guerrero Americano y todas sus secuelas, Miami Connection o incluso Nueve ninjas y medio, la parodia “A lo Van Lustbader” de Nueve Semanas y Media. Estaba claro que lo mejor era enterrar para siempre aquel intento de superproducción.

Zanuck y Brown no tardaron en encontrar un nuevo proyecto con el que arrasar, como fue Coccon. Kershner, tras no poder hacer Yo, Robot (cuentan que Harlan Ellison no le quería ni ver) rodó Nunca digas nunca jamás en 1983, todavía mientras se creía que El Ninja, algún día, se acabaría convirtiendo en una película de éxito. Y John Carpenter encontró en Starman. El hombre de las estrellas la oportunidad de lavar su imagen frente a los jefes de los estudios, cruzando de nuevo su camino con W.D. Richter al dirigir Golpe en la Pequeña China años más tarde. Nadie, nunca, volvió a echar de menos la película que pudo haber sido El Ninja.

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