Terry Jones, el 'python' tras la cámara

Recordamos las hazañas del miembro más culto (a la par que escatológico) de la mejor troupe cómica de todos los tiempos.
Terry Jones, el 'python' tras la cámara
Terry Jones, el 'python' tras la cámara
Terry Jones, el 'python' tras la cámara

La muerte de Terry Jonesel miembro de los Monty Python que dirigió las películas del sexteto, es una noticia trágica para todos los aficionados a la comedia. Pero no es una sorpresa. El actor, guionista y director sospechaba que sus días estaban contados desde 2014, cuando notó que tenía problemas para recordar sus diálogos durante las actuaciones en directo que le reunieron con sus antiguos colegas.

En 2015, un diagnóstico de demencia frontotemporal confirmó sus temores, mientras que su aparición en los BAFTA 2016 para recoger un premio honorífico, acompañado por su hijo, mostró la gravedad de su estado.  En 2017, su amigo Michael Palin (compañero de estudios en Oxford antes que hermano pythoniano) reveló al público que Jones ya no era capaz de hablar.

Un final indigno, si nos preguntan, para un miembro de Monty Python que se caracterizaba (todavía más que sus compañeros) por una cultura vastísima y una inteligencia prodigiosa. Sin ir más lejos, el hecho de que los Monty Python debutasen en largo con Los caballeros de la Mesa Cuadrada (codirigida por Jones y Terry Gilliam) no se debió a un capricho del destino, ni tampoco a que el grupo tuviese ganas de mostrar a caballeros franceses lanzando vacas con catapulta.

Esto se debió, más bien, a que Jones era un apasionado de la historia medieval, una rama del saber sobre la que dirigió y presentó documentales tras la disolución de los Python. Sin ir más lejos, Terry Jones' Medieval Lives le granjeó una nominación a los Emmy en 2004. El año anterior, su libro Who Murdered Chaucer? examinaba la rivalidad entre el autor de los Cuentos de Canterbury y el obispo Thomas Arundel. Todo muy sesudo, como vemos.

Menos mal que las obsesiones de Jones generaron carcajadas a granel, en lo que a pythonismos se refiere. Mientras John Cleese Graham Chapman (que por algo habían ido a Cambridge, los muy ignaros) pergeñaban chistes por su cuenta, nuestro hombre y Michael Palin escribían algunos de los sketches más culteranos de Monty Python, como aquel que desafía a resumir En busca del tiempo perdido en 15 segundos. Un concurso que, como todo el mundo sabe, acaba entregando el premio a la espectadora con la delantera más voluminosa. No sabemos qué hubiera pensado Marcel Proust del veredicto, pero nos lo imaginamos.

Pero esta no era la única especialidad de Terry Jones. Su otra faceta cómica, aquella por la que muchos le recordarán, era su garbo y prestancia a la hora de vestirse de señora. Así, podemos verle como la camarera empeñada en servir spam (carne en lata) a dos desesperados clientes, mientras una horda vikinga entona aquello de "Spam, spam, spam! Wonderful spam! Lovely spam!".

Terry Jones, el 'python' tras la cámara

Un sketch que revela la huella dejada por el racionamiento de la II Guerra Mundial en la conciencia colectiva de Gran Bretaña y que ayudó a bautizar al correo basura de internet. Y que, además, nos hace preguntarnos qué tal sabe la langosta Thermidor aux crevettes, servida a la provenzal con salsa Mornay, chalotas, berenjenas, paté de trufas al brandy, un huevo frito y una loncha de spam encima.

La ambición de Terry Jones, eso sí, era dirigir. Tras muchísimos años de mili (currando en The Frost Report, Do Not Adjust Your Set y otros shows pioneros de la comedia británica), aguantar las órdenes de otros rodando Monty Python's Flying Circus le suponía, en sus palabras, "un dolor de cuello". De este modo, no tardó en ponerse tras la cámara, muchas veces compartiendo tareas con Terry Gilliam (y sobreviviendo, que es lo más raro).

La vida de Brian (una película que, por lo histórico y didáctico, le pegaba mucho) fue su único trabajo pythoniano en solitario, permitiéndole además encarnar a la mismísima madre del Mesías. En cuanto a El sentido de la vida, el canto postrero de la pitón en pantalla grande, contó con él además para el papel del señor Creosota. Qué hambre nos ha entrado de golpe, oye.

Terry Jones, el 'python' tras la cámara

Tras el apocalipsis pythoniano de 1983, Terry Jones siguió adelante con eso de dirigir. Sus trabajos, si bien estimables, no están a la altura de su leyenda, pero ¿qué expython lo ha estado? Servicios muy personales (1987), su debut en solitario, adaptaba la vida de la madame Cynthia Paine, satirizando esos escándalos que suelen afectar a la clase política y a la aristocracia de Gran Bretaña. Escándalos que (vete a saber el motivo) suelen involucrar a señoras corpulentas vestidas de cuero y empuñando fustas.

En cuanto a Erik el vikingo (1989) era una adaptación de los numerosos libros para niños que Jones escribía en su tiempo libre. En esta ocasión, la cosa iba del Ragnarok y los dioses nórdicos, con Tim Robbins como el saqueador nórdico del título y John Cleese pasándose por ahí a hacer un favor. Cleese también se acercó, junto a Palin y Eric Idle, Viento en los sauces (1996), una adaptación del clásico para niños de Kenneth Grahame que también contó con Stephen Fry Steve Coogan, entre otros.

La faceta como guionista de Terry Jones también merece una mención. Mientras que sus ideas para el guion de Dentro del laberinto quedaron descartadas casi por completo, un obra teatral escrita por él y Michael Palin fue adaptada a la pantalla en Pasión devoradora (1988),  alegre comedia sobre lo mucho que mejora el chocolate cuando se le añaden restos humanos. John Cleese le acreditó, además, como proveedor de buenas ideas para Criaturas feroces (1997), su reunión con Jamie Lee Curtis Kevin Kline tras Un pez llamado Wanda. 

Así pues,  Terry Jones parece haber gozado de eso tan raro que solemos llamar "una vida plena". Y eso que solo hemos contado lo más básico, porque su faceta sentimental también fue complicadilla. Llorémosle si es preciso, pero recordemos también lo que afirmó acerca de su trabajo en las películas de Monty Python: "Se trataba de llevar a la pantalla ese momento en el que nos sentábamos a leer el guion y todos nos reíamos a la vez".

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