[Sitges 2019] ‘Guns Akimbo’, más allá de Harry Potter

Daniel Radcliffe deja atrás su icónico rol como mago en un film que rinde tributo a los videojuegos y la acción hardboiled de los 80 sin descuidar el humor negro y el frenetismo.
[Sitges 2019] ‘Guns Akimbo’, más allá de Harry Potter
[Sitges 2019] ‘Guns Akimbo’, más allá de Harry Potter
[Sitges 2019] ‘Guns Akimbo’, más allá de Harry Potter

"¿Es que no has aprendido nada de los videojuegos?" es más que una frase, una declaración de intenciones que el propio director Jason Lei Howden abraza con naturalidad en su segundo largometraje tras el aplaudido hit indie festivalero Deathgasm, con el que recorrió medio planeta en 2015. Y ahora ha vuelto a las andadas con un film igual de gamberro, con el que todos sus responsables se lo parecen haber pasado en grande participando y del que es imposible no verse un poco arrastrado a esa fiesta de la acción loca que nos plantea un futuro distópico en el que existe Skizm, una plataforma de juegos en stream de moda en la que los criminales más peligrosos se enfrentan a muerte unos contra otros. Pero no penséis en el clásico Perseguido de Arnold Schwarzenegger, porque aquí la influencia viene directamente del ocio electrónico, de propuestas como Manhunt, The Suffering o los shooters en primera persona como Doom, este último citado literalmente en un guiño muy simpático.

Si por algo destaca Guns Akimbo respecto a otros intentos de rendir tributo a los videojuegos es por su honestidad y por no tomarse las cosas ni demasiado en serio, ni de forma literal. Este último era el error que cometía la correcta pero a la postre excesiva y torpe Hardcore Henry, forzando la cámara en primera persona para transmitir una sensación que más que captar la esencia del medio lo que hacía era ahogarla en juegos de referencias poco o nada disimulados. Mucho mejor lo hacían la notable Al filo del mañana o el último film de Spielberg, Ready Player One, en donde el mundo virtual y el real se diluyen para formar uno y las herramientas cinematográficas son dispuestas de la forma correcta para contar su historia, a pesar de repasar, poco a poco, todos los tropos de los videojuegos.

Y así ocurre con el pobre Miles, un hombre que trabaja en una empresa de videojuegos terribles para móviles y cuya única aficción parece ser meterse en los chats de esta plataforma de streaming a, como él dice, "trolear a los trols". Para su desgracia, lo hace con los tipos equivocados y acaba secuestrado, drogado y, para cuando se despierta, tiene dos pistolas soldadas a sus manos y una misión: acabar con la top player de la plataforma, una mujer de armas tomar llamada Nix. Arranca así un vertiginoso viaje repleto de acción, con la justa dosis de humor negro para que todo se haga muy llevadero y una carismática y cándida interpretación de Daniel Radcliffe como ese tío torpe con el que tenemos que empatizar. Junto a él, Samara Weaving destila una enorme presencia y confirma que lo que vimos en Noche de bodas no fue algo casual: ha llegado para quedarse en la industria, como ocurrió en su momento con Emma Stone en Easy A o Margot Robbie en El lobo de Wall Street.

Hay que aplaudir a Radcliffe, que parece sumido en una misión por hacer lo que le da la gana aprovechándose de su buen colchón económico generado por Harry Potter, ha vuelto a apostar por una película diferente, entretenida, perfecta para echar el rato pero que eso sí, tampoco ofrece nada especialmente memorable y que tan pronto como se consume, se olvida. De haber tenido alguna idea un poco más elaborada podríamos hablar de un pequeño clásico de culto pero lo cierto es que aquí, salvo simpatía, no hay ningún atisbo de verdadero músculo. Parece que, al final, no han aprendido tanto como nos habría gustado de los videojuegos.

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