[Sitges 2015] Día 3: La obra maestra de John Doe y el stop motion de 'Anomalisa'

La película en stop-motion de Charlie Kaufman y Duke Johnson es una experiencia reveladora y emocional.
[Sitges 2015] Día 3: La obra maestra de John Doe y el stop motion de 'Anomalisa'
[Sitges 2015] Día 3: La obra maestra de John Doe y el stop motion de 'Anomalisa'
[Sitges 2015] Día 3: La obra maestra de John Doe y el stop motion de 'Anomalisa'

¿De qué se habla hoy en Sitges? De la película que da imagen al festival este año, Seven de David Fincher, que se ha recuperado en gloriosos 35mm para un pase especial que no ha decepcionado (¿cabía esa opción?) a los que nos acercamos a verla. Sigue siendo una obra maestra, uno de los films policiacos más importantes de la historia del cine y el escaparate perfecto para que un Kevin Spacey inconmensurable se cepille a bocados a sus compañeros de reparto cada vez que comparte plano con ellos. Una película por la que no ha pasado el tiempo, atmosférica y opresiva. También, de Ana de Armas, que con dos películas proyectadas en un lapso de tiempo de 24 horas se confirma que urge que cambie de agente.

¿Qué hemos visto? Seven de David Fincher, porque era una oferta imposible de rechazar. Como confiamos en que sepáis sobradamente de qué película hablamos, pasaremos a comentar el film de sección oficial que hemos podido visionar hoy mismo: Tag, de Sion Sono. El director de El club del suicidio y Love Exposure arranca su película con cinco minutos en los que se rinde homenaje, buscado o no, a El incidente de M. Night Shyamalan pero dejándose de sutilezas y yendo a saco: unas adolescentes japonesas van en un autobús cuando una fortísima ráfaga de viento lo corta por la mitad y con ello parte en dos a todas las jóvenes menos a una, que sobrevive para su sorpresa. Sangre por doquier, humor alocado y las ganas de pasárselo en grande son las características de este trabajo del realizador.

Sin embargo, Tag parece una película sin un propósito, pues hilvana secuencias alocadas con interludios melodramáticos con la única intención de generar un contraste. Y cuando parece que su juego consiste en crear una serie de universos paralelos en los que concluyen varias versiones del mismo personaje, se saca de la manga un giro final que acerca el invento al Arquitecto de Matrix Reloaded. No se puede decir que Sono se corte en absoluto a la hora de levar al límite sus obsesiones en su intento por ser el Takashi Miike más alocado, pero es un film que valentía al margen, parece algo caprichoso. No convence del todo aunque tiene momentos de éxtasis marca de la casa.

También pudimos ver Anomalisa de Charlie Kauffman y Duke Johnson, film ya proyectado en Venecia y San Sebastián y que merecería estar en todos los festivales que restan este año tan sólo porque su visionado constituye una experiencia reveladora, emocional. Facturado de forma brillante, cuenta la historia de un hombre que no sabe en qué punto de su vida se encuentra y le seguimos durante una noche en la que hace escala en un hotel, previo a una conferencia de prensa. La animación en stop motion es hermosísima pero lo verdaderamente decisivo es la forma en la que los personajes son capaces de hablar a varios niveles, desarrollarse en un espacio de tiempo bastante limitado y sobre todo, que su guión tiene fuerza suficiente como para impactar sobre el espectador sin apenas esfuerzo. Kauffman ya había debutado como realizador con Synecdoche, New York, un film muchísimo más hermético que el presente, y el milagro es que aquí consiga transmitir la misma sabiduría sin complicar tanto las cosas. Una maravilla, de obligado visionado. Y un ejemplo práctico de que el crowfunding puede dar de sí cosas extraordinarias para esos autores que nos encantan y que no encuentran su sitio en el núcleo de la industria.

Hemos obviado en la crónica el que hayamos visto una de las peores películas que se han proyectado jamás en el Festival de Sitges (Anabel, de Antonio Trashorras). Pero tras Anomalisa y Seven, estamos dispuestos a olvidar el mal rato y quedarnos con lo bueno.

¿Qué nos hemos perdido? La turca Baskin, una de las sensaciones gore más comentadas del año, adaptación al largo de un cortometraje turco del mismo nombre. Tampoco se escucha mucho a su favor.

Termómetro: Seguimos en la misma tesitura que ayer, pues la española Vulcania de José Skaf no ha levantado pasiones y Sion Sono, que recibía hoy mismo su máquina del tiempo, no acabó de encandilar con Tag, una película que tiene difícil además encajar con los gustos de todos los miembros del jurado.

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