¿Sirve de algo ganar un Goya?

Nos preguntamos para qué es útil poner un 'cabezón' del cine español sobre la repisa. ¿Para ganar más dinero? ¿Para hacerte famoso? ¿O más bien para nada?
¿Sirve de algo ganar un Goya?
¿Sirve de algo ganar un Goya?
¿Sirve de algo ganar un Goya?

En estos meses, durante las constantes conversaciones sobre la temporada de premios, surge una pregunta recurrente: cuánto cuesta y para qué sirve ganar un Oscar. Y la respuesta está muy clara: para casi todo. Incrementos desorbitados en los cachés de los actores, prolongaciones de la vida comercial de un filme y aumentos de la recaudación en progresión geométrica eran la recompensa para el auténtico pastón promocional que hay que dejarse para optar a un premio de la Academia de Hollywood. Ahora, dado que los Premios Goya también están al caer, en CINEMANÍA hemos optado por darle un cariz más ibérico a la pregunta. Porque los Goya van de boca en boca y es inevitable pensar en si ganar uno sirve para algo.

Para empezar, nuestras fuentes nos indican que la diferencia entre nuestros ‘cabezones’ y los ‘hombrecitos’ de la Academia de Hollywood se mide, sobre todo, en términos comerciales. “Hasta donde yo controlo, ganar un Goya sólo aporta prestigio”, nos informa Gregorio Belinchón. El periodista y bloguero de El País indica que, en lo que a taquilla se refiere, la repercusión de los Goya depende sobre todo de “la carrera comercial previa de la película”. Desde la agencia de análisis de taquilla Rentrak, nos responden con palabras muy similares: “En lo que a la taquilla se refiere, no son tan relevantes como los Oscar ni de lejos”. Aun así, puntualiza nuestro interlocutor en la consultora, es posible que un filme experimente un empujón comercial gracias a estos premios, pero sólo en un caso: que las nominaciones sean muchas, y que gane muchos Goya.

“Si una peli está nominada a 11 Goya, y si gana los 11, tendrá una reposición en cines aunque haya pasado sin hacer ruido”, añade nuestro contacto en Rentrak. Gregorio Belinchón, por su parte, nos aporta un ejemplo: “Si Blackthorn [el filme de Mateo Gil nominado, precisamente, a 11 premios] ganase en muchas de sus candidaturas, tendría un empujón comercial”, algo que le vendría muy bien porque este western con sello hispánico sólo ha recaudado 414.253 euros, 146.000 de ellos en su primer fin de semana. Pero, ojo: esto no se aplica a las grandes producciones, con un recorrido largo en taquilla y que arrasan en la noche de los premios: en Rentrak nos aportan el caso de Mar adentro, que ganó 14 galardones en 2005 tras una trayectoria triunfal en cines. “Esa clase de películas, que se estrenaron el año anterior a la gala, ya se han llevado todo lo que se tenían que llevar”, prosigue el analista. “Si se diera el caso de que Torrente fuese nominada a todas las categorías, y se llevase las 28, la puede que la sorpresa sí repercutiera, pero en la mayoría de los casos, los Goya no aportan nada”.

¿Sirven para ganar más dinero?

santos

Sin embargo, los Goya sí que pueden servir para aupar a una clase de filmes: aquellas películas ‘pequeñas’, sin una carrera comercial muy brillante, que adquieren presencia mediática gracias a sus victorias. Todo ello, según nos informan en Rentrak, gracias a las reposiciones en pantalla grande. Eso sí, “sólo si la película en cuestión gana muchos premios”. Según Gregorio Belinchón, “los casos emblemáticos de esto son Tesis, La soledad y El bola”. Respecto al filme de Alejandro Amenábar, que se llevó siete Goya en 1997, Belinchón recuerda que “la película ya estaba fuera de las carteleras, pero sus copias en VHS se agotaron poco después de la gala”. Porque, señala este experto, muchas películas saltan al formato doméstico “con el tiempo calculado para aprovechar los Goya: No habrá paz para los malvados, por ejemplo, llegó a las tiendas la semana pasada”. Se trata, prosigue Belinchón, “de tener el dvd preparado a tiempo”.

Achero Mañas, director de El Bola, no las tiene todas consigo cuando le preguntamos por el apoyo que supusieron los Goya para su filme de 2000. “La película ya había llamado la atención en el Festival de San Sebastian [donde ganó un premio especial ese mismo año] y luego se revalidó en los Goya”, nos comunica desde Berlín. Respecto a La soledad, de Jaime Rosales, que fue la gran sorpresa en los ‘cabezones’ de 2008 (llevándose los premios a la Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor Revelación), disponemos de cifras proporcionadas por su distribuidora Wanda Visión: antes del 3 de febrero, cuando se celebró la gala de ese año, este filme tan difícil había recaudado 228.000 euros con 41.000 espectadores. Después, hasta su retirada definitiva de las carteleras el 10 de julio de ese año, su recaudación se remontó hasta los 660.000 euros. Es decir, que casi duplicó su tirón taquillero, pero recaudó cifras bastante modestas. Según señalan desde Rentrak, “puede que una película saque el doble en taquilla: si esta es pequeña, el total será pequeño, porque el mil por cien de nada sigue siendo nada”.

¿Sirve de algo ganar un Goya?

Pero centrémonos en un caso reciente, que además ocupó varios titulares en CINEMANÍA: el de Pa negre. La cinta de Agustí Villaronga tuvo la friolera de tres reposiciones: la primera, en enero del año pasado, cuando ya la habían visto 150.000 personas y había sido nominada a 14 ‘cabezones’ y 15 Premios Gaudí. Su segundo regreso a la cartelera tuvo lugar en febrero, en 100 salas, tras haber ganado sus 13 premios del cine catalán y sus nueve Goya. Y el tercero, todo un récord, en septiembre tras anunciarse su precandidatura al Oscar. En total, según la productora Massa D’Or, el filme acabó recaudando cerca de tres millones de euros. “Los Gaudí nos ayudaron a remontar taquilla en Cataluña, con los Goya casi doblamos, y con lo del Oscar redondeamos”, nos indica su productora Isona Passola.

“Fíjate que el pan negro es el pan de la miseria, pero Pa negre nació con un pan bajo el brazo”, bromea la empresaria catalana. Passola indica que la subida en cifras de su película sí se hizo notar durante este período (“Llegábamos a la oficina, mirábamos las cifras y era como una fiesta”). Pero señala también que el atractivo del filme no estuvo sólo en los premios, sino también en una temática “que concierne a mucha gente, mayor y joven, porque guerras ha habido siempre”. Aun así, la productora indica otra ventaja importante: la competitividad. “Nuestros trabajos compiten con películas de Hollywood que están, literalmente, en la sala de al lado y con las entradas al mismo precio”, indica. “Recibir nominaciones y premios en los Goya ayuda a que la prensa se fije en ti, y eso te da una promoción que, si llevas una compañía independiente, tú no podrías pagar”.

¿Sirven para crear un 'star system'?

¿Sirve de algo ganar un Goya?

Ya hemos visto que un Goya puede (sólo puede) ayudar a un filme en la taquilla, y no demasiado. Pero, ¿qué pasa con las personas que han hecho esa película? Recordemos que un actor o actriz ganador del Oscar puede incrementar su caché en un 10% tras haberse llevado la estatuilla a casa... Pero un actor español no goza de la misma ventaja. En todo caso, sí recibirá una mayor presencia en los medios, que se traducirá en la llegada de más guiones a su buzón.

Respecto al caso de Juanjo Ballesta (en la foto), ganador del Mejor Actor Revelación por El Bola con tan solo 13 años, Achero Mañas prefiere no hacer cábalas: “Juanjo podría haber llevado otra vida, o haber trabajado en otro tipo de filmes”, comenta el director. Pero, admite, “ganar el premio también condicionó su futuro”.Un vistazo a la lista de los más premiados nos indica que los intérpretes españoles con mayor número de ‘cabezones’ son nombres consagradísimos como Javier Bardem y Carmen Maura, mientras que en las categorías revelación hallamos tanto nombres de ganadores que han trascendido (Fele Martínez, Quim Gutiérrez, Belén Rueda y María Valverde, por ejemplo) junto a otros cuyas carreras no llegaron a despegar.

Isona Passola comenta que una de las grandes satisfacciones de Pa negre fue convertir a un maldito como Villaronga en “un director normal”. Pero, a juzgar por el resto de nuestros testimonios, los cineastas tampoco sacan más partido que el moral al llevarse un ‘cabezón’. “A mí, los Goya no me han cambiado la vida”, comenta David Pinillos, mejor director novel en 2011 por Bon Appetit. “A lo que sí me han ayudado es a presentar proyectos y a recibir algunas ofertas, pero nada de proyectos multimillonarios, ni nada de eso”. Según prosigue, Pinillos continúa trabajando como montador (“Ahora estoy con Invasor, de Daniel Calparsoro”) y su filme no se ha beneficiado de los reestrenos. Achero Mañas, por su parte, comenta que “cuando hice El Bola, estaba cerrado a proyectos que no hubiese escrito yo”. Pero reconoce que sus galardones sí le ayudaron a sacar adelante su Noviembre.

En lo que toca al equipo técnico, Gregorio Belinchón confirma todo lo anterior: “En España”, explica el periodista, “hay grandes profesionales del cine, pero hay los que hay: a un director de fotografía o a un músico no le van a llegar más ofertas por tener un premio”. Aun así, señala, los Goya sí pueden cambiarles la vida a los directores latinoamericanos premiados en la categoría correspondiente. Algo de lo que David Pinillos también se ha percatado: “Para ellos, es como cuando Almodóvar gana un BAFTA: puede ayudarles a abrirse al mercado español, o a hacer más películas en régimen de coproducción”. Pero en lo que al cine patrio respecta, comenta el cineasta, la cosa es menos halagüeña, máxime en una época "en la que cada vez es más difícil sacar adelante un proyecto en España".

¿Sirve de algo ganar un Goya?

Todo lo anterior nos hace pensar si al público español le importan de verdad los Goya. O, al menos, si les importan en un plano más allá de lo anecdótico. Recordemos que hasta su novena edición (1995), cuando Días contados se llevó ocho premios, la Academia española había galardonado cintas tan poco lucidas como Todos a la cárcel, el filme más flojo de Luis García Berlanga (tres Goya en 1994), y que su importancia mediática, salvo con la excepción de títulos como Ay, Carmela, era casi nula. Belinchón es bastante descarnado al explicar que “al principio, los Goya no importaban un carajo: ahora estan al nivel de los David de Donatello en Italia o los César en Francia, con invitados ilustres de la industria internacional”. Y remacha: “Cuando vas a los Oscar, la Academia de Hollywood te da todas las facilidades para informar sobre ellos, pero en nuestra alfombra verde todo son codazos por conseguir un sitio: para que los premios importen, hace falta cobertura mediática, pero ¿cómo la vas a conseguir si no se cuida a los medios?”.

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