¿Siguen influyendo las críticas de cine?

El oficio de opinar sobre las películas de estreno parece zozobrar entre el auge de internet y la crisis económica. Nuestros expertos nos ayudan a vislumbrar su futuro. Por YAGO GARCÍA
¿Siguen influyendo las críticas de cine?
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¿Siguen influyendo las críticas de cine?

Lo decía Addison DeWitt, el maligno personaje de George Sanders en Eva al desnudo: "Yo no trabajo en esto: yo escribo críticas, y eso es esencial". El contexto en el que se pronunciaban estas palabras era muy diferente del actual, y no sólo porque DeWitt se dedicase al teatro en vez de al cine. Aquel filme, que ganó seis Oscar (uno de ellos para Sanders, y dos para el director y guionista J. L. Mankiewicz), se estrenó en 1950, y en 2013 el aire de temor y reverencia que rodea en él a los opinadores profesionales nos parece casi inconcebible. Máxime tras haber presenciado cómo internet y las redes sociales revolucionan el márketing del séptimo arte, las voces y las firmas se multiplican, y las condiciones laborales de quienes ejercen la crítica como oficio sufren una transformación tan profunda como la perspectiva del público que les lee. Toca, pues, preguntarse si un veredicto en papel, o en una pantalla, sigue siendo importante para una película.

Para empezar, establezcamos una cronología: internet ha conmocionado al mundo de la crítica, vale, pero ¿a partir de qué año empezó a hacerlo? "No puedo decir una fecha exacta: todos empezamos a leer webs y blogs de forma natural, y con el tiempo internet se convirtió en una herramienta de uso diario", dice Jordi Costa. Activo desde hace tres décadas, como poco, este crítico de El País y de Fotogramas (nuestra distinguida competencia) admite, pese a ello, que el acceso a la información online sí que se hizo notar en cosas muy importantes para quienes ejercen el oficio. "Poder consultar datos en IMDb, o leer con regularidad a críticos extranjeros como Roger Ebert", por ejemplo.

Desde el lado de la industria, Cecilia Calvo sí que aporta una fecha, o más bien varias: "Hasta el año 2000 no llegó el ADSL a España, pero el auge de la red entonces no fue tan rápido como el experimentado años después por las redes sociales". Para esta trabajadora de la distribuidora Avalon, la fecha clave habría que situarla en torno a 2008: "Es entonces cuando irrumpe en España Facebook, cuando gracias a los smartphones comienza la democratización masiva de internet, cuando comienza el uso corporativo de las redes sociales y aparecen muchas webs especializadas".

Con cerca de 600.000 usuarios únicos al mes en España, Sensacine es un buen ejemplo de una web especializada. Alejandro G. Calvo, redactor jefe de esta página (perteneciente al grupo francés AlloCine) describe con precisión las que, a su juicio, son las repercusiones de internet en el periodismo cinematográfico: "Dada la dinámica que nos han impuesto la redes sociales, la rapidez a la hora de publicar contenidos resulta crucial", indica. Aunque, comenta acto seguido, esta necesidad es mayor a la hora de publicar noticias que en el caso de las reseñas, "sí que existe cierto interés a la hora de leer las primeras reseñas de títulos punteros: Star Trek: En la oscuridad, El hombre de acero, Only God Forgives…".

Para Pablo Kurt, por último, esta transformación sí que tiene un punto de arranque muy concreto: en 2002, él fue el cofundador de Filmaffinity, seguramente la red social de referencia para el cine en el mundo de habla hispana, con más de un millón de usuarios únicos mensuales. Y que, a diferencia de webs anglosajonas como Rotten Tomatoes, se centra más en el intercambio de opiniones entre usuarios que en los textos de críticos profesionales: "Nada más empezar, pensamos más en un camino enfocado al usuario que en una revista de información", señala. Y prosigue: "Siempre pensé que la mejor forma de recomendarse películas es por afinidad, y con la aparición de internet ese círculo de personas que te pueden recomendar con mayor afinidad crece de forma exponencial. No hace falta que sean expertos ni críticos de cine. Y las matemáticas se encargan de decirte quiénes son más afines a ti".

La industria lee mucho (el público, no tanto)Ahora que sabemos, hasta cierto punto, cuándo empezó todo y algunas de las formas en las que ha influido, podemos entrar en el meollo. Comenzamos por una pregunta complicada: ¿de verdad son las críticas de cine tan influyentes como se dice? Aquí, todos nuestros expertos responden de forma casi unánime: sólo en algunos casos concretos, y siempre de forma muy matizada. Cecilia Calvo nos comenta que Searching for Sugar Man, una película distribuida por Avalon y poco apetecible a priori para la taquilla (por ser un documental, y por centrarse en una figura casi desconocida para el gran público) sí que se ha beneficiado de las reseñas positivas, además de cierta estatuilla dorada. Pero la poca fortuna en taquilla de otras películas "como la maravillosa Take Shelter", el apoyo de los críticos no se traduce en una larga vida comercial.

¿Qué se extrae de esto? Pues que, como afirma Cecilia y confirma Alejandro G. Calvo, las críticas sí pueden ser determinantes... Pero sólo en el caso de distribuidoras independientes, que se benefician así de una mayor exposición mediática. "Fíjate en En otro país, de Hong Sang-Soo, que ha tenido la mejor recaudación por copia después de Fast & Furious 6 gracias a que no ha bajado de cinco estrellas en ningún medio". Pero tanto el redactor jefe de Sensacine como Jordi Costa coinciden en que aquí la economía de escala opera como siempre: "Una buena crítica no convertirá a una película albanesa en un blockbuster", sentencia el crítico catalán, mientras que Alejandro remacha: "Me gustaría ver qué haría una major si tuviese que distribuir En otro país con 350 copias".

Por otra parte, estos dos expertos sí que comentan que quienes suelen tomarse más en serio las reseñas son las propias empresas del ramo, sobre todo las majors, algo que Costa achaca a "una paranoia acerca de las corrientes de opinión, que lleva a medidas como los embargos de críticas". Desde la perspectiva de una distribuidora independiente, Cecilia Calvo sí que admite seguir tanto las opiniones en prensa como las vertidas en Twitter o Facebook: "Es inevitable. Y además creo que no es algo que hagamos en las distribuidoras como deformación profesional. Creo que es un fenómeno en el que han caído los espectadores en general. El tráfico de determinados blogs y webs es una clara muestra de la consulta de este tipo de páginas". Por otra parte, según ella, la utilidad de las redes sociales (especialmente Twitter) es la de "generar ruido rápidamente, averiguar de un modo rápido la opinión de la gente sobre las películas".

"El mito de las críticas haciendo o deshaciendo éxitos no es cierto ahora, y yo no estoy seguro de que fuese verdad nunca", remacha Jordi Costa. Pero, aun así, cita una posible excepción: lo que él llama "muertes por ensañamiento, esos casos de películas que llegan a la cartelera tan envueltas en malas críticas que se convierten en fracasos casi instantáneos". ¿Un ejemplo? Pues, según explica él, el de John Carter. "Antes incluso de su estreno en EE UU, todo el mundo se puso en contra de esa película de tal forma que las expectativas acerca de ella eran nulas, y yo creo que tal vez hubiera merecido mejor suerte", indica.

¿Crisis? ¿Qué crisis? (Hay donde elegir)Si nos ponemos etimológicos, "crisis" y "crítica" tienen la misma raíz: una palabra que, en griego, quiere decir "juicio". Y, según coinciden nuestros expertos, la crítica profesional se sienta hoy en un banquillo frente a dos acusaciones: por un lado, la planteada por una internet donde cualquier hijo de vecino puede sentar cátedra. Por otro, la de un oficio (el periodismo) golpeado con fuerza por la coyuntura económica. "La profesión de crítico nunca ha sido un camino para hacerse rico", apunta Jordi Costa, "y ahora es un flanco débil en esta crisis del periodismo, algo de lo que deberían responder los responsables de los medios por no haber sabido ponerse al día".

Pablo Kurt, de Filmaffinity, coincide en señalar dicha situación de zozobra que se ha traducido en "un espectacular bajón en la remuneración de la crítica". En otras palabras: la ya de por sí magra cantidad que solía cobrarse a cambio de una reseña se ha reducido hoy, en muchos casos, a la pura inanidad. Cecilia Calvo, por su parte, nos da una perspectiva todavía más amenazante: la del dinero que cambia de manos entre las empresas. "La inversión publicitaria en medios impresos es cada vez menor, mientras que la posibilidad de definir exactamente al target al que queremos llegar hace que la inversión en medios como Facebook o YouTube sea mucho más rentable y haya ganado mucho terreno recientemente". Así las cosas, ¿sepultará internet a la figura del crítico 'tradicional', reemplazándola por la de un opinador amateur con un blog o un twitter?

Por una parte, Alejandro G. Calvo considera que este terremoto tiene una consecuencia positiva: abrir canales de transmisión a voces que, en el contexto tradicional, jamás hubieran tenido acceso a una tribuna en letra impresa. "Hace quince años la única forma de entrar como crítico en un semanario cultural era, primero, por enchufe, y (segundo) porque se jubilara el crítico de cabecera, algo poco frecuente porque en esta profesión se muere con las botas puestas y azotado por la esquizofrenia", bromea el responsable de Sensacine. "Ahora ocurre todo lo contrario, cualquier otaku con ADSL puede convertirse en el crítico más leído del mundo sin tener nunca que pisar un cine". Jordi Costa coincide con él: "Por muchos críticos que haya, nunca serán bastantes", afirma.

Costa, a todo esto, no tiene mucha estima por las webs agregadoras: "Por un lado, se basan en las estadísticas y suelen ser muy populistas. Por otro, suponen una mirada muy apresurada sobre la recepción de un filme, como ese último párrafo de Wikipedia que resume las críticas que recibió un estreno". El crítico de El País se muestra más partidario de "matizar y contextualizar: hay películas que el público de EE UU recibe con los brazos abiertos pero no caen tan bien aquí". Como responsable de una de estas webs, Pablo Kurt matiza y contextualiza desde su perspectiva personal: "Sigo bastante fielmente la nota media de las películas en Filmaffinity. También sigo a algunos críticos profesionales muy fielmente, e intento ver todo lo que me recomiendan. En mi caso lógicamente, que sigo tan de cerca la web, también sigo a mis 'almas gemelas', a algunos amigos, y a ciertos usuarios veteranos que escriben críticas muy buenas y cuya opinión me interesa, aunque no les conozca".

Las firmas regresan (O nunca se fueron)Bien para coincidir con ellas, bien para rabiar ante una opinión contraria, muchos cinéfilos experimentan las críticas como un disfrute complementario al que viven en una sala. Y, como dijo un sabio, el hartazgo es la tumba del placer, de ahí que en el panorama actual se dé una opinión más frecuente de lo que parece: como reacción a este exceso de datos, predicen algunos, el público volverá a la fiabilidad que aportan las firmas con prestigio. Para Alejandro G. Calvo, esto es casi seguro: lo importante, puntualiza, es dónde se encontrarán esas firmas. Si bien la obsesión por la inmediatez puede llevar "a que te salga un churro", Alejandro confía en la capacidad del lector para "distinguir el grano de la paja". "Soy positivo, tengo confianza en la gente y estoy convencido de que quién lee a Sergi Sánchez, Quim Casas, Nando Salvà, Manu Yáñez o Daniel de Partearroyo queda atrapado para siempre. Mientras que cuando lees a un mal crítico se te quitan las ganas hasta de volver a leer", remacha.

"Los críticos siguen siendo importantes, aunque de forma diferente", apunta Pablo Kurt. "En algunos casos, puede que su opinión no sea única o imprescindible, pero sí llegan a más personas, y sus opiniones como profesionales siguen teniendo consideración". Recordando que "hace 20 años, uno leía sobre cine, pero no por ello dejaba de fiarse de sus amigos", Kurt considera que es "lógico y obligatorio" que el análisis profesional siga destacando, algo en lo que coincide con Cecilia Calvo.

Jordi Costa, por su parte, nos ofrece una despedida con un hecho innegable: "Los que escribimos de esto", dice, "no debemos olvidar que escribimos para un círculo dentro de otro círculo: nuestro primer público es la gente cinéfila, y, dentro de ese público, la gente que hoy en día sigue perdiendo el tiempo leyendo críticas". Sólo queda esperar a ver si, debido a esta evolución esos círculos se expanden o, por el contrario, se encogen.

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