[SEMINCI 2016] Día 3: Desenfrenado, prohibido y sublimado (deseo)

Sólo Paskaljevic aguanta el tipo en una jornada menor.
[SEMINCI 2016] Día 3: Desenfrenado, prohibido y sublimado (deseo)
[SEMINCI 2016] Día 3: Desenfrenado, prohibido y sublimado (deseo)
[SEMINCI 2016] Día 3: Desenfrenado, prohibido y sublimado (deseo)

En La academia de las musas, película que ayer felizmente recuperé gracias al ciclo Spanish Cinema, el profesor llama a sus alumnas a transformar el mundo a través de la poesía, sublimando el deseo y la pasión en actividad intelectiva. Dentro ya de la Sección Oficial, Deepha Mehta documenta un execrable caso de violación colectiva a través de la supuesta biografía de sus autores, tropezando en un determinismo expositivo que es precisamente lo que pretende denunciar. También ambientada en la India, pero en una zona rural del Himalaya, la última película de Goran Paskaljevic habla del regreso a casa de un hombre que tuvo que renunciar a la mujer que amaba por la presión familiar y social del sistema de castas.

Lo que hemos visto

Dev bhoomi (Tierra de dioses) es una hermosa película no solo porque convoca la inmensidad de los paisajes del Himalaya, sino también por su concisión narrativa y por la aparente sencillez de su dispositivo formal. En ella, Paskaljevic, como hacían  ayer Gastón Duprat y Mariano Cohn, cuenta el retorno al hogar de un hombre que se está quedando ciego y que no es para nada querido en su comunidad. El motivo: la presunta deshonra que hizo caer sobre su familia al querer casarse con una bailarina (“la que entretiene a los hombres”, según la interpretación local) perteneciente a una casta inferior. Admirador de Tagore, Paskaljevic afirmó en la rueda de prensa posterior que, pese a su lejanía, esta era su película más personal, la más espiritual sin duda. Y en un gesto que le honra, y del que debieran tomar muchos ejemplo, afirmó no estar rodando con las ayudas que convoca su país para no perjudicar el limitado acceso a los medios de producción que allí sufren los jóvenes talentos que quieren hacer cine.

Con conocimiento de causa, Deepa Mehta calificó la película de Paskaljevic como “una declaración de amor a la India”. Más discutible es la estrategia que ella misma sigue para contar la violación y el asesinato de una joven en un autobús por parte de seis jóvenes procedentes del estracto más humilde de la sociedad india, suceso que allá por el 2012 conmocionó al país y provocó determinados cambios legislativos, que no afectaron al número total de violaciones registradas en los últimos años, uno de los más altos del planeta. A raíz de su investigación y del sumario policial, la directora india erige una especie de docudrama naturalista en el que se imagina lo que pudieron ser las vidas anteriores de los agresores. Una película difícil de ver, en la que subterráneamente late el tema del rechazo social y de la lucha de clases también, y que tiene un sobrecogedor final documental, en el que abogado defensor y convicto confeso dejan recaer la responsabilidad sobre la víctima al acusarla de “haber estado allí”.

Con división de opiniones y algún abandono de la sala, fue recibida King of the Belgians, la última película del tandem artístico formado por Peter Brosens y Jessica Woodworth, de quienes aquí se recuerda su anterior filme, La quinta estación. En clave de falso documental grabado por un cameraman inglés que interviene en la narración, se cuenta esta vez el surrealista viaje que emprenden por las carreteras de Europa el rey belga y su séquito, huyendo de un acto diplomático en Turquía una vez que se haya desencadenado en su país una crisis de Estado por la insurrección de la Región Valona (Sur de Bélgica). Sin desmerecer el ingenio y la oportunidad de algunas soluciones de la película, como la “desunión” de facto en la Unión Europea, el francotirador serbio que actúa de guía, o el golpe que en la realidad sobrevino en Turquía (y que otorga otra dimensión al prólogo del filme), los códigos del humor que se manejan resultan un tanto circunspectos y los patrones genéricos y formales son más bien monstruencos en comparación con otras muestras similares, tanto de cine como de televisión.

Lo que nos hubiera gustado y no hemos podido ver

Sin duda, la entrega de la Espiga de Honor del Festival al director vallisoletano Francisco Regueiro, uno de los maestros del Nuevo Cine Español que, desde Madregilda (1993), no precisamente una obra menor, con guión de Ángel Fernández Santos, no ha vuelto a dirigir. Como afirmó Fernando Méndez Leite, la filmografía de Regueiro no es extensa, pero sí muy intensa, y merece ser tenida en cuenta para una futura retrospectiva dentro del Festival.

 

Espigadera: Goran Paskaljevic, el cineasta en activo con más Espigas de Oro en su haber, aspira a su cuarto máximo galardón con su reciente Dev bhoomi (Tierra de dioses).

¿Qué esperamos de la jornada de hoy?: La segunda y última película española a competición, La madre, de Alberto Morais, y otras dos Espigas honoríficas vindicativas: la de Geraldine Chaplin, que además ofrecerá una clase magistral en el Aula Mergelina de la Universidad de Valladolid, y la de Chema Prado, ex director de la Filmoteca Española, quizás la personalidad cultural que más ha hecho por la preservación y la difusión del patrimonio cinematográfico nacional.

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