[SEFF 2019] Joanna Hogg o la remembranza íntima como relato

La obra de la británica protagoniza el foco más importante de esta edición del Festival de Sevilla, que llama la atención sobre la autora de 'The Souvenir'.
[SEFF 2019] Joanna Hogg o la remembranza íntima como relato
[SEFF 2019] Joanna Hogg o la remembranza íntima como relato
[SEFF 2019] Joanna Hogg o la remembranza íntima como relato

Aunque su filmografía aún es corta (cuatro largometrajes), cuando Joanna Hogg comenzó a dirigir películas ya acumulaba una importante experiencia en la realización de vídeos musicales, programas y episodios de series de televisión. Sin embargo, desde su primer título (Unrelated, 2007) hasta el último (The Souvenir, Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance), su propuesta cinematográfica no puede estar más alejada de la estética televisiva ni los valores de producción comercial. El cine de Hogg engarza con mecanismos narrativos y propuestas formales de la tradición moderna del cine europeo para convertirlos en herramientas de rememoración y exploración autobiográfica.

El Festival de Cine Europeo de Sevilla ha dedicado su retrospectiva más importante de este año a la obra de la cineasta británica. Esto permite trazar una línea recta e imperiosa desde unos inicios vinculados al retrato de clase social (adinerada e instruida; es decir, la suya) en la línea de tantos títulos mustios e intercambiables del cine festivalero hasta el estallido absoluto de su mirada propia en la asombrosa The Souvenir. Porque, si bien su segundo largo, Archipiélago (2010), plantea un retrato quirúrgico de una familia burguesa de vacaciones que podría haber firmado un amplio puñado de esos cineastas acostumbrados a la superioridad mural del demiurgo, en el caso de The Souvenir se asiste a la apertura en canal de una experiencia personal, muy profunda e intransferible.

The Souvenir, cuya continuación ya ultima la directora para 2020, cuenta de manera ficcional un episodio real de su propia vida: un romance de juventud con un hombre muchos años mayor que tuvo lugar mientras ella estudiaba en la escuela de cine. El filme recrea los ambientes más exclusivos de Londres a principios de los años 80 como marco para la historia de amor entre la estudiante (Honor Swinton Byrne; el primer papel dramático de la hija de Tilda Swinton demuestra que estamos ante una actriz con un futuro brillante) y el misterioso trabajador del Ministerio de Asuntos Exteriores (Tom Burke) que la fascina y manipula.

Porque esta no es una historia agradable. O, al menos, vista desde la distancia. La relación entre los dos protagonistas de The Souvenir es evidentemente tóxica, con la alter ego de la directora a merced de los discursos paternalistas y los vaivenes temperamentales de su compañero. El desarrollo de la historia acaba desvelando detalles más escabrosos, pero el gran poder de fascinación de la película reside en la manera que tiene de abordar el material dramático. Se trata de una colección de instantes, filtrados por el poso de la memoria, que se engarzan siguiendo los caprichos del recuerdo hasta formar un relato coherente pero cuarteado de donde nunca emerge ningún tipo de juicio moral.

The Souvenir se lee como una rememoración íntima y sincera a lo Mia Hansen-Løve filmada con la sensualidad pictórica de Terence Davies. La fotografía de David Raedeker no puede estar más afinada ni atenta a los cambios de luz o la textura de la ropa de los personajes, mientras se esfuerza en la búsqueda del encuadre perfecto, la simetría ilusoria de quien recuerda momentos importantes de su vida con un distanciamiento propio de la cicatrización.

Puede que la relación representada en The Souvenir tuviera momentos hermosos y terribles; de lo que no hay duda es de que fue importante para su protagonista. La rememora sin esconder su truculencia, pero adoptando una óptica de incontestable belleza. Así abre un camino inesperado e insólito hacia la verdad profunda. Como le dijo en una ocasión su novio, el cine barroco y desbordado de Michael Powell y Emeric Pressburger aunque estaba completamente alejado de la realidad respiraba verdad. The Souvenir es un recuerdo ficcional y estilizado, pero verdadero. Y, como el cuadro de Fragonard de donde toma su título, transmite un halo de misterio romántico que lo hace fascinante.

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