[SEFF 2018] Alberto San Juan mezcla a Franco y a Willy Toledo en 'El Rey', su versión de la transición española

[SEFF 2018] Alberto San Juan mezcla a Franco y a Willy Toledo en 'El Rey', su versión de la transición española
[SEFF 2018] Alberto San Juan mezcla a Franco y a Willy Toledo en 'El Rey', su versión de la transición española
[SEFF 2018] Alberto San Juan mezcla a Franco y a Willy Toledo en 'El Rey', su versión de la transición española

¡El tiempo! La parte más exigente de esa combinación junto a la tragedia que, según la conocida frase atribuida a tantos padres (desde Lenny Bruce a Woody Allen), permite el nacimiento de la comedia. Precisamente es el tiempo lo que, como sociedad, nos aniquila y nos adormece. Para cuando parece lícito bromear, debatir, expandir los límites de nuestra realidad, habitualmente ya hemos sedimentado una opinión, una historia oficial. Ya suele ser tarde.

El Rey cuenta las últimas horas de un futuro Juan Carlos I, interpretado por Luis Bermejo. Igual que en una fábula de Dickens, se le irán apareciendo personajes clave en la transición española, como un Franco al que da vida Alberto San Juan o su propio padre Juan de Borbón, interpretado por Willy Toledo.

Precisamente, la sensación que destila la obra de Alberto San Juan y Valentín Álvarez es de urgencia. Han pasado cuarenta y tres años desde la muerte de Franco en 1975, pero aún así, El Rey resulta enardecida, intensa y furiosa, exclamada toda ella desde la posición de alguien que, por un lado, tiene que contar algo muy importante y por otro, quiere asegurarse de que le crean. Para calmar este fervor, o para añadirle un dramatismo barroco, la puesta en escena respeta la composición teatral original (El Rey es una adaptación de la obra de teatro homónima) generando un resultado que permite formar todo tipo de situaciones y registros con gran eficacia.

A medida que avanza la película, el espectador participa de esa urgencia. Mucho de lo que en pantalla se propone son, en palabras del propio Alberto San Juan, especulaciones; conspiraciones trazadas al vuelo pero transmitidas de manera honestamente entretenida, que impregnan la cinta de aire de cine de espías y un morbo indiscutible. Sean aceptadas o no, es indudablemente sano que existan. Es positivo que se revuelva una historia reciente de nuestro país dibujada sin ganas en los libros de texto, aunque sea para remover conciencias y generar en el público el ansia por el saber.

Alberto San Juan celebraba hace poco la normalidad con la que El Rey se estaba recibiendo, pues indica que también “ciertas cosas se van poco a poco normalizando”. Esto es algo que nos debe alegrar a todos. Que en tiempos de debate sobre lo que se puede hacer y lo que no, decir y no decir, exista El Rey, debería ser una buena noticia. Lo único que me preocupa es haber tenido que poner a Willy Toledo en el titular para hacerles llegar hasta aquí.

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