[San Sebastián 2018] 'Mirai, mi hermana pequeña' es un anime con sabor a Erice

Mamoru Hosoda ('Summer Wars', 'El niño y la bestia') profundiza en las relaciones entre hermanos con el ojo puesto en 'El espíritu de la colmena' en su nueva gema animada.
[San Sebastián 2018] 'Mirai, mi hermana pequeña' es un anime con sabor a Erice
[San Sebastián 2018] 'Mirai, mi hermana pequeña' es un anime con sabor a Erice
[San Sebastián 2018] 'Mirai, mi hermana pequeña' es un anime con sabor a Erice

Las películas de Mamoru Hosoda son una cuestión de familia. Desde que el cineasta japonés fundó su recoleto estudio de animación, el pulcro Studio Chizu, esa cuestión ya presente en La chica que saltaba a través del tiempo (2006) o Summer Wars (2009) se acentuó decididamente. Primero con la maternidad en Wolf Children (2012), luego con la paternidad en El niño y la bestia (2015) y ahora le ha llegado el turno a las relaciones entre hermanos con Mirai, mi hermana pequeña. Una fábula familiar donde la cotidianeidad se tiñe de fantasía y que, tras estrenarse en la Quincena de Realizadores de Cannes, ha llegado al Festival de San Sebastián a través de la sección Perlas.

Mirai es la hermana recién nacida de Kun, el héroe trágico de esta historia. Trágico porque tiene cuatro años y, hasta entonces, ha sido el centro de toda preocupación, atenciones y cariño de sus padres. Eso cambia en cuanto nace su hermana, y el príncipe destronado tendrá que aprender a convivir, compartir afectos, repartir cuidados y trenzar unos lazos de unión emocional que para hijos únicos de manual como yo siguen cubiertos de un enigmático halo de misterio fruto de la imposible identificación. Por lo tanto, el primer logro que consigue Hosoda es saltar esa barrera y que hasta los hijos únicos entendamos perfectamente la situación de cambio, transición y transformación definitiva que tiene lugar en la vida de Kun y su lugar en el mundo.

Esto es una película de Hosoda, así que los elementos fantásticos no tardan en aparecer con esa habilidad tan suya para incrustarlos en el centro mismo de un relato naturalista. Cuando peor lo está pasando Kun, recibe la visita de una adolescente que dice ser su misma hermana, llegada desde el futuro. Esta visita de Mirai podría resultar chocante, pero es que Kun ya ha estado hablando de forma mágica con el perro de la familia, primera víctima de la reducción de afectos precisamente cuando nació el chaval. La visita intertemporal propicia que, a través de vivencias espectrales a lo Cuento de Navidad de Dickens, Kun conozca la historia de otros miembros de su familia, incluido su tatarabuelo en la Segunda Guerra Mundial.

Todo abuelo o padre ha sido niño alguna vez, y la película de Hosoda busca plasmar ese tránsito de categorías en busca de la universalidad. Puede que Mirai, mi hermana pequeña se resienta por un exceso de amplitud de miras que no se ve correspondido por la ejecución o la emotividad del desarrollo –da la sensación de que un enfoque más concreto, centrado en la pareja de hermanos habría funcionado ya de por sí a las mil maravillas–, pero eso no resta un ápice de emoción a sus mejores momentos, demostrando el lugar de su autor entre los grandes de la animación actual.

Igual que él nos ha demostrado su conocimiento profundo de la obra de Víctor Erice, en cuya El espíritu de la colmena se fijó en más de una ocasión para escribir la relación entre sus dos hermanos protagonistas. Que te cuenten con absoluta precisión, en suave entonación japonesa, las diferencias en la naturaleza de los personajes de Ana Torrent Isabel Tellería es una experiencia donde la fantasía vuelve a reclamar su lugar en lo cotidiano. Puro Hosoda.

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