San Sebastián 2013: Brujas y viejos

¿De qué se habla hoy en San Sebastián? De lo bien que le sientan las arrugas a Annette Bening, de su "compromiso con el pelo corto", en palabras de un emocionado Pedro Vallín, de La Vanguardia, tras su encuentro con ella; de los chavales de Zipi y Zape y el club de la canica, que parecen multiplicarse como clones, mires donde mires allí están; y, como el rumor de un aquelarre que se va a acercando en la distancia, de Las Brujas de Zugarramurdi, con Álex de la Iglesia volviendo a jugar en casa, en un festival que se convierte en fiestorro cada vez que viene.

¿Qué has visto? Llegar a San Sebastián, como llegué yo ayer, a mediodía es perderse, ejem, medio día de películas. Así que sólo dos películas: Le Week-End, de Roger Michell (Notting Hill), y Las Brujas de Zugarramurdi, de Álex de la Iglesia. La primera es una versión al borde de la jubilación de la trilogía de Antes del… de Richard Linklater; en este caso un Antes del envejecer, con Jim Broadbent y Lindsay Duncan. De fin de semana romántico en París, esta pareja de profesores típicamente británicos pretenden en dos días resolver todos sus problemas, reavivar la llama de su amor, contarse todas las verdades y disfrutar de la capital gala. No hay tour operador capaz de tanto en tan poco. Sí, es una película pretenciosa, posada y que está constantemente señalando sus referentes francófilos y su deseo de que Mike Leigh venga al rescate en los momentos de intimidad. A algunos puede irritarle, a mí me gusta. Supongo que gran culpa tienen Broadbent y Duncan, dos actores que juntos pueden hacer prácticamente cualquier cosa. Ojo al cameo-aparición de Jeff Goldblum, que se ríe de sí mismo y, ya de paso, de todos los que tiene alrededor, gracias a un papel que explota todo su histrionismo.

De Las Brujas de Zugarramurdi, que viene de triunfar en Toronto, se pueden decir muchísimas cosas buenas. Gran parte de ellas ya las señaló Carlos Marañón en su crítica en CINEMANÍA. Tiene el mejor guión, puesta en escena, interpretaciones y hasta cátering en una película de Álex de la Iglesia desde El día de la bestia. Pero, y ahí viene el problema, vuelve a sucederle lo que a casi todas las películas de este director: hacia el final todo se embarulla, la metáfora pierde sutileza, el argumento se convencionaliza y, horror, se entrega a un tipo de escenas para las que hacen falta algo más que efectos especiales apañaditos. Es una verdadera pena, porque lo que podría haber sido un clímax similar al de El templo maldito en la mina acaba convirtiéndose en algo similar a la rave de Matrix Reloaded.

¿Qué te has perdido? Enemy, de Denis Villeneuve –con el español Javier Gullón firmando el guión–, Pelo Malo, de Mariana Rondón y La vida de Adéle, que se proyectó en un solo pase en la madrugada del viernes.

¿Con quién has hablado? Con Juan José Campanella, el director de maravillas como El hijo de la novia, El secreto de sus ojos o El niño que gritó puta. Ha traído a San Sebastián su película de animación Futbolín, la primera hecha íntegramente por ordenador en Latinoamérica. La entrevista duró apenas 20 minutos, pero no tuvo desperdicio: habló (mal) de la crítica, recordó el idioma "dibujito" -ese español neutro de los doblajes de Disney hasta entrados los 80- y señaló al Tano Pasman como estímulo creativo.

¿Qué esperas de la jornada de mañana? Una confirmación: ¿puede ser Caníbal, de Manuel Martín Cuenca, la gran película española del año? En la tradición de película independiente no necesariamente taquillera y que sin embargo acaba ganando el Goya, San Sebastián estrenó en ediciones anteriores La Soledad, Pa Negre y otras tantas tapadas.

Conchómetro: Enemy se llevará algo, otra cosa es saber qué premio. Si no aparece ninguna actriz deslumbrante, Lindsay Duncan, por Le Week-End sería una ganadora bastante lucidita.