Renovarse o morir, este es el principio que Robert Pattinson prosigue desde hace años, y es que liberarse de la pesada losa de un personaje icónico como Edward Cullen no es fácil. La saga Crepúsculo, basada en las novelas de Stephenie Meyer, lanzó al estrellato al actor británico. Sin embargo, este ya era muy reconocido por gran parte de los espectadores tras su papel de Cedric Diggory en Harry Potter y el cáliz de fuego. Aunque este tampoco fue su primer papel en la gran pantalla...
Un inicio repleto de éxitos
Antes de ser aceptado en Hufflepuff, Pattinson ya hacía sus primeros pinitos en la cinematografía en el telefilme El reino del anillo. Este sería su primer papel después de ser recortado del montaje final de La feria de las vanidades (2004), de Mira Nair. En el título de Uli Edel interpretaba a Giselher, uno de los personajes de la prima hermana cutre de El señor de los anillos.
Su llegada al universo de Harry Potter y su papel relevante entre los vampiros en Crespúsculo, Luna nueva, Eclipse, Amanecer- Parte 1 y Amanecer- Parte 2 harían que el actor se convirtiera en uno de los más admirados por el público joven. Algo que también aupó su tormentosa relación con la coprotagonista de la franquicia de chupasangres: Kristen Stewart.
En el lapso de espera entre estrenos de las adaptaciones literarias de Meyer, Pattinson también comenzó a granjearse una carrera en el género romántico con Recuérdame o Agua para elefantes. Además, este también se introducía en la piel de Salvador Dalí en Little Ashes e interpretaba al personaje de la novela del galo Guy de Maupassant en Bel Ami, historia de un seductor. Su trayectoria como sex symbol de Hollywood ya era una realidad.
Pattinson y el cine indie
El acercamiento al cine independiente llegaba tras el desenlace de la última cinta de Crepúsculo, borrando el vestigio de los Cullen en la carrera de Pattinson. De esta forma aparecería en destacables títulos como Maps to the stars (2014), de David Cronenberg; Life (2015), de Anton Corbijn o High Life (2018), de Claire Denis. Estas colaboraciones han provocado que este sea en actualidad uno de los intérpretes más interesantes. Una carrera meteórica a la que hace justicia después de haber visitado el espacio en la gran pantalla.
En blanco y negro, o a color, Pattinson continúa atrapando a la audiencia. Uno de sus últimos papeles en El faro, de Robert Eggers, consagraba a este en 2019 con una de las mejores actuaciones de su carrera. Su demente interpretación junto a Willem Dafoe y su valentía para retratar momentos sórdidos, capturaba así la mirada de todos.
Netflix y la llegada de grandes oportunidades
En 2019, su participación en la fallida The King hacía que se abriera al mundo de las plataformas de la mano de Netflix. Meses después llegaría de nuevo a la gran pantalla con Tenet (2020), de Christopher Nolan. El actor se convertía en uno de los puntos fuertes de la película, pese a que esta no conseguía alcanzar el estatus de salvadora de la taquilla que se había prometido meses antes de su lanzamiento.
El gran papel de su carrera podría haber llegado con la oportunidad de interpretar al superhéroe de DC Batman. Lo suyo parece que va de murciélagos. El anuncio llegaba envuelto entre multitud de críticas, algo que no ha amedrentado a Pattinson y es que el británico sabe lo cuesta el precio del éxito. The Batman llegará a las salas de cine en 2022.
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