¿Qué fue del taquillazo español?

El colaborador de CINEMANÍA y crítico de 'El País' JAVIER OCAÑA se hace las preguntas que nadie atreve a hacerse en el cine nacional en este artículo de análisis y opinión.
¿Qué fue del taquillazo español?
¿Qué fue del taquillazo español?
¿Qué fue del taquillazo español?

No hemos llegado ni a mitad de año y ya nos estamos rasgando las vestiduras. Algo muy nuestro, muy español. Menos películas estrenadas que en los años anteriores, muchos menos rodajes de películas que en años anteriores, muchísimo menos dinero (por la rebaja de las subvenciones) para plantear películas para años posteriores. Expuesto lo básico, lo, hasta cierto punto, controlable, queda lo incontrolable: todos los analistas afirman que en estos primeros meses de año había un puñado de películas que hubieran podido ir (muy) bien en taquilla, pero que no han acabado de llamar la atención del público. Unas se han quedado por debajo de lo esperado; otras se han dado un batacazo con todas las letras. Controlable: si hay crisis económica mundial, parece obvio que haya menos rodajes; si hay recortes en el país, en el Ministerio de Cultura, en las subvenciones de cine, parece obvio que haya menos dinero para fabricar películas: o las habrá más baratas, o habrá menos, o no las habrá. Incontrolable: aun habiendo hecho el mejor ejercicio profesional en todas las facetas posibles a la hora de llevar una película hasta el público (buena historia, bien rodada, interpretada, producida, distribuida y anunciada), eso no garantiza el éxito. Lo hemos dicho ya muchas veces, pero lo repetiremos una vez más, por si acaso: NADIE SABE NADA acerca del gran secreto a la hora de vender una película, de que ésta sea un éxito. Así que en este texto, una vez más, estaremos lejos de otorgar respuestas. Sin embargo, también como siempre, no dejaremos de plantearnos preguntas, algo, eso sí, muy poco español.

1) ¿Por qué hay 175.000 personas que siguen los comentarios en Twitter de otra determinada persona, por la que se supone tienen un interés, y luego, cuando hace una película, algo en principio importante comparado con un tweet, no van al cine a verla? ¿Por qué se empeñaron tantas personas, incluidas las productoras, la distribuidora, casi todos los especialistas y los múltiples fans de Nacho Vigalondo, en que Extraterrestre podría ser una película de gran taquilla, si Los cronocrímenes es una película de culto para unos pocos, una película sobrevalorada para otros pocos, y una película desconocida para la mayoría, si su humor es tan esquinado y complicado para el gran público, y si, por ejemplo, La Hora Chanante y los sucesivos productos de humor de la factoría albaceteña, presente en parte en Extraterrestre, y ejemplo de humor esquinado semejante al de la película, siempre han estado del lado de las grandes minorías, véase La 2, cadenas temáticas y foros de Internet? Quizá algunos digan que 125 copias conforman un estreno muy medido, pero el caso es que en apenas unos días se pasó de un optimismo desmedido desde ciertos sectores justo antes del estreno (un twittero llegó a felicitar por adelantado a uno de los productores a través de la red social porque el lunes iba a ser millonario), a diversos artículos en medios de comunicación, ya después del fracaso del primer fin de semana, que se preguntaban por la posibilidad de que se hubiera apostado por estrenar directamente a través de Internet. Puede que ni lo uno ni lo otro. Porque… ¿a qué precio el visionado? ¿A un euro? Imposible. ¿A tres euros? Parece un precio medido. Sí, pero, ¿se ganaría dinero con un estreno por Internet de Extraterrestre a tres euros? ¿Cuántos pagarían por ello? ¿Cuántos la verían al mismo tiempo por esos tres euros? Todo ello teniendo en cuenta que, por ahora, los exhibidores se niegan a un estreno simultáneo en salas y en Internet y presionan para su imposibilidad.

En definitiva, cuando antes del estreno los analistas se preguntaban si conseguiría superar los 2.000 euros por sala, cifra que suele separar a los éxitos (grandes, medianos, pequeños, dependiendo de la distancia de esa cifra, por arriba o por abajo) de los fracasos (idem), la película, de alrededor de un millón de euros de presupuesto (muy por debajo de la media nacional), recaudó 90.000 euros el primer fin de semana, poco más de 700 euros por copia, perdiendo un 72% en su segundo fin de semana (lo que indica que el boca-oreja tampoco fue bueno), sin llegar, en total, a los 200.000 euros de recaudación. ¿Qué se hizo mal? Probablemente nada, o al menos nada reseñable: hubo mucho ruido por Internet, la visibilidad de la película a través de la publicidad parecía buena, y las críticas fueron excelentes en los grandes periódicos y revistas (excepto la de El País), incluido el diario Abc, donde, eso sí, Federico Marín Bellón ya avisaba de la posible hipérbole creada a priori con el posible éxito de una película que “puede tener dificultades para sumar públicos”. Y así fue.

2) ¿Poner como cabeza de reparto, y de la promoción, de una película de indudable calidad a una estrella juvenil va a favor o en contra de la propia cinta? ¿Cuántos de los que fueron el primer fin de semana a ver Grupo 7 lo hicieron atraídos por la presencia de Mario Casas? ¿Cuántos de los que, en principio, hubieran podido ir el primer fin de semana no lo hicieron por la presencia de Mario Casas? ¿Más de los primeros o de los segundos? ¿Por qué tenemos esa tendencia a ningunear a las estrellas juveniles españoles, y lo que pensamos de primeras es que Alberto Rodríguez, director de dos películas tan maduras como 7 vírgenes y After, ha decidido, de pronto, pasarse al banal cine comercial para adolescentes fanáticos, en lugar de pensar que en Casas podía haber un buen actor por descubrir y Rodríguez ha querido buscarlo? ¿Por qué somos siempre tan cenizos? ¿Por qué cuando TODA la prensa nacional ha hecho buenas (o muy buenas) críticas de la película, apenas ha habido entrevistas con su director y sí montones de reportajes con Casas enseñando palmito? ¿No estaremos pidiendo desde la prensa lo que no nos aplicamos ni nosotros mismos?

De todos modos, en este caso no estamos hablando de un fracaso, sino de una relativa decepción porque quizá se esperaba ese taquillazo español del título de nuestro reportaje (basada en la fórmula “muy buena película + estrella de éxito”), y parece que nos vamos a quedar en unas cifras muy dignas, que ojalá engorden en próximas semanas por el buen boca-oreja del público, algo corroborado con el buen mantenimiento de la película durante el segundo fin de semana, al bajar sólo un 25%.

Y sin embargo, aún nos podemos hacer varias preguntas más: ¿por qué hay tanta gente que no hizo la más mínima intención por ir a verla en su primera semana, basándose en el argumento de Mario Casas, si en el cartel también destacaban las frases elogiosas de los grandes periódicos? ¿Confirma esto que la gente está medio ciega o que la influencia de las críticas es, más que residual, irrisoria? ¿O, en cambio, puede que sin esas estupendas críticas las cifras hubiesen sido más decepcionantes? Desde luego, hay un hecho claro: tras la primera semana, con cifras sólo dignas para lo que algunos esperaban, la distribuidora (Warner) dio un giro e hizo desaparecer las frases de los críticos, para dar paso a frases elogiosas… ¡de directores de cine!: Alejandro Amenábar, Santiago Segura y Daniel Monzón, que algo saben de tener éxito. ¿Tienen más influencia entre el público estas opiniones? Probablemente sí.

¿Qué fue del taquillazo español?

3) Existe realmente alguna estrella en el cine español que, por sí solo, lleve al público hasta las salas, haga lo que haga? Uno de esos casos podría ser Mario Casas, pero ya hemos visto cómo el efecto puede ser incluso contraproducente en según qué productos. Otro caso podría ser el de Miguel Ángel Silvestre, pero si se repasa su filmografía desde que Sin tetas no hay paraíso hiciera de él una estrella, sólo se ha apostado por él como secundario de una maltratada película juvenil convertida en fracaso de taquilla: Verbo. Hasta que llegó Lo mejor de Eva: thriller erótico que, por un lado, intentaba aprovechar el tirón de Silvestre, pero por otro olía a película de hace una década. Estrenada la cinta dirigida por Mariano Barroso, efectivamente, era una película a la que le hubiese podido ir bien hace 15 años; tiene todos los tópicos acusadores del cine español: incluidos un par de polvos de más y un par de conversaciones trascendentes de menos. Lo mejor de Eva pasó por poco del medio millón de euros en taquilla, sin llegar a los 100.000 espectadores, cuando salió con 177 copias. Otro fracaso.

Lo paradigmático es que mientras apenas nadie en España es capaz de llevar a la gente a las salas por su propia estrella, hay ciertos actores de Hollywood que llevan años de capa caída que sí lo hacen. Ése podría ser el caso Bruce Willis en una película para estudiar: La fría luz del día, penosa película americana estrenada el mismo fin de semana que Grupo 7, que hizo semejantes cifras que la cinta de Alberto Rodríguez a pesar de las malísimas críticas. Aunque lo que llamaba verdaderamente la atención, combinado con lo anterior, es que se trataba de una película rodada en España (Madrid como territorio de la CIA) y tenía a Verónica Echegui como (casi) segunda protagonista. Sin embargo, ambas cosas se obviaban en el cartel (apenas una banderita mínima que ni se ve) y en el marketing. Como si todo lo que oliese a España apestara para la promoción.

4) ¿Las fórmulas que llevaban hace diez años a una película hasta el éxito siguen estando vigentes? ¿Por qué hay películas que parecen llegar cinco, diez y hasta 15 años tarde? Otro caso añadido al de Lo mejor de Eva, pero en un tono distinto, podría ser el de La montaña rusa, de Emilio Martínez-Lázaro, intento de recuperación de la fórmula de El otro lado de la cama, pero sin bailes, un tipo de comedia en el que Martínez-Lázaro ya tenía experiencia de sobra: Amo tu cama rica, Los peores años de nuestra vida… Y, sin embargo, ha sido un tremebundo fracaso. Aunque, aquí, casi lo más sorprendente no es que fuera un fracaso, sino que lo fuera de tal calibre. Cifras del primer fin de semana: 146 copias, 98.000 euros recaudados, 700 euros por copia, apenas 100 espectadores por cine. Si se divide esto por cuatro sesiones por día, se divisa un panorama desolador en sus tres primeros días. En el segundo fin de semana, la recaudación de la película bajó ¡un 87%! para recaudar 12.000 euros con 144 copias. Ahorraos las cuentas porque son ridículas.

5) En qué momento se agotan las sagas? ¿Necesitábamos realmente un [REC]3 Génesis? Todo ello a la espera, irónicamente, de [REC]4, ésta dirigida por Jaume Balagueró, que ya estaba prevista antes de las frías cifras de la tercera entrega, dirigida en solitario por Paco Plaza. En este caso la pregunta clave sería: ¿si los propios autores eran conscientes del agotamiento de la fórmula de la cámara subjetiva durante toda la película y han decidido cambiarla, por qué no iban a pensar los espectadores que la propia saga estaba agotada? Plaza ha optado por un tono con poco terror y mucha víscera, además de mucho humor referencial. Pero ahora viene otra pregunta: ¿si el referente de esta entrega parecen ser las primeras películas de Sam Raimi y Peter Jackson, de Mal gusto a Posesión infernal, por qué pretendían que gustara a una mayoría si ese tipo de cine siempre ha sido de culto, pero de minorías? Quizá pueda servir este ejemplo: en un cine de Madrid, de barrio, no abarrotado pero sí con bastante público, la inmensa mayoría no joven sino adolescente, el único que se rió con el chiste del inspector de la SGAE fue un servidor. Los chavales ni lo pillaron. Las discretas cifras de [REC]3 Génesis: Casi 800.000 euros en su primer fin de semana, un buen promedio de 2.300 euros por copia, pero, eso sí, lejos de los 2,1 y de los 1,6 millones de euros de sus predecesoras en la saga. En las siguientes semanas, está bajando más de lo deseable.

6) ¿No será que nos obsesionamos demasiado con la posibilidad del taquillazo, cuando en realidad de lo que habría que preocuparse no es de que haya dos exitazos al año, sino de que haya 15 éxitos medianos, del tipo Luces rojas, Grupo 7 o [REC]3, aunque la predisposición hacia las grandes cifras las haya convertido en medianos fracasos? ¿Dónde queda para las películas españolas el boca-oreja que, por ejemplo, hace triunfar a películas como Intocable? ¿Ha habido algún sleeper español en los últimos años? ¿Podría ser el caso, finalmente, de Grupo 7, si se sigue manteniendo en las próximas semanas? Ojalá que sí, lo merece.

Después de todo esto, de las decepciones en taquilla de La chispa de la vida, de Álex de la Iglesia, y, en menor medida, de Luces rojas, de Rodrigo Cortés, de las que se esperaba algo más, y del tradicional fracaso de Gerardo Herrero con Silencio en la nieve, este próximo fin de semana (al cierre de este artículo) llega The Pelayos, entretenimiento a la americana (con Miguel Ángel Silvestre en el reparto). ¿Será ésta el añorado taquillazo español? La solución en próximas entregas.

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