Por un puñado de entradas fraudulentas

José Frade, acusado de inflar la taquilla de 'Por un puñado de besos'. ¿Es ésta una práctica habitual en el cine español?
Por un puñado de entradas fraudulentas
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Por un puñado de entradas fraudulentas

Es algo de lo que se habla. Y de lo que se habla con frecuencia, además, a poco que uno se mueva en los círculos del cine español. Hablamos de la autocompra de entradas, un sistema mediante el cual algunas productoras garantizarían que sus filmes cumpliesen los mínimos de asistencia y recaudación exigidos para recibir ayudas públicas. Un fraude que algunos dan por habitual, y del que podría haber salido a la luz un claro ejemplo: según ha informado El Confidencial, la empresa del productor José Frade habría adquirido al por mayor boletos de su filme Por un puñado de besos, dirigido por David Menkes y con Martiño Rivas Ana de Armas al frente del reparto.

Dichas compras fraudulentas, que representarían el 90% del taquillaje de la película se habrían realizado, además, mediante el menos sutil de los sistemas posibles: por venta telemática, bien a nombre de uno de los responsables de la productora, bien a nombre de empleados de ésta. Y, además, facilitando un contacto que corresponde con el de la secretaria del propio José Frade. Merced a esta mala práctica, Por un puñado de besos (estrenada el 4 de mayo, y que ocupó en su primer fin de semana el décimo puesto del ránking español de taquilla) estaría experimentando un considerable repunte en unos resultados hasta ahora escuálidos: según Box Office Mojo, la película sólo habría amasado 274.000 euros tras seis semanas de exhibición, con una media de 169 euros por sala. Muy por debajo, cabe suponer, de esos 35.000 espectadores exigidos por el Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales (ICAA) para recibir un aumento en la subvención.

En el caso de Por un puñado de besos, la autocompra es algo que puede suponerse de manera razonable. Ahora bien, ¿es este fraude un mal endémico? El productor y bloguero Pancho Casal opina que no, aunque con matices: "Sí hay momentos en los que ves recaudaciones extrañas, películas que hacen 40.000 euros de golpe en su última semana". Algo que a Casal no le parece sólo reprochable, sino también poco inteligente: "Cuando un productor ve que su película no va a recaudar la taquilla mínima, lo que debería hacer es invertir en promoción y márketing", comenta. Este experto nos recuerda también que "las auditorías del ICAA son tremendamente estrictas: te tienen en cuenta hasta el último viaje en taxi" y que esta clase de fraudes pueden darse "en una o dos películas españolas de cada cien".

Cuando Casal ha mencionado esas "recaudaciones extrañas", puede recordarse el caso de Holmes & Watson: Madrid Days, el filme de José Luis Garci que se ganó titulares en 2012 al experimentar una subida del 5.302,7% en su recaudación durante un fin de semana escaso. Analizando ese épico repunte, la compra fraudulenta de entradas fue algo que sólo se insinuó. Como mucho, las palabras malditas se dejaron leer en los comentarios de las webs que dieron la noticia. ¿Por qué? Según Rubén Romero Santos, profesor universitario y colaborador de CINEMANÍA, por una cuestión de conveniencia e influencia. "En un mundo tan reducido como es el cine, todo depende de los amigos que puedas tener", apunta Romero Santos, quien sí considera la autocompra como algo medianamente habitual. Según opina, la industria y sus aledaños "habrían mantenido al principio una cierta vista gorda, dado que producir películas es una profesión de riesgo, pero esas prácticas acaban enquistándose".

Al revés que Romero Santos, quien se despide de nosotros exigiendo "un ejercicio de ejemplaridad al mundo de la cultura, empezando por el periodismo", el responsable de Cultura de El Mundo y ex director de esta revista Luis Martínez ve la compra fraudulenta de entradas como una práctica, en el mejor de los casos, condenada a la extinción. "El ICAA ha prometido sanciones, las autoridades están empeñadas en cortarlo mediante cambios en el sistema de subvenciones y, como caso concreto, el Cine Luchana de Madrid fue cerrado por incurrir en esa práctica", nos cuenta. Pese a ello, Martínez señala obstáculos para la lucha contra el fraude. El primero de ellos, lo complicado que resulta formular una acusación en firme: "Las cifras de una auditoría privada como Rentrak no sirven para una denuncia", explica, "hacen falta las cifras oficiales de recaudación del ICAA, que salen con un año de retraso". Por otra parte, Martínez recuerda que una auditoría con peso legal es un proceso largo y que, además, "las cifras de taquilla son sólo indicios, no pruebas fehacientes: el caso de Frade es especial, porque las circunstancias de la autocompra son de las de 'blanco y en botella".

A la hora en la que se concluyó este texto, el ICAA no se había pronunciado aún sobre el presunto fraude de Por un puñado de besos. Nosotros, por nuestra parte, nos preguntamos por alguna forma de atajar para siempre la autocompra de entradas, caso de que dicha forma existiese. Mientras Rubén Romero Santos pone en cuestión que las sanciones a "un personaje como Frade" (el hombre, recordemos, que registró a su nombre los títulos de posibles secuelas de Ocho apellidos vascos), Pancho Casal nos recuerda que el Instituto de Cinematografía "no cuenta como válidas las compras en bloque de más de 25 localidades", una medida que en buena parte anula esta clase de fraudes. Luis Martínez, por su parte, opina lo siguiente: "Que se hagan más inspecciones, y que se saque una nueva ley de una puñetera vez". Y se despide con una conclusión inquietante: "¿Cuántas personas podrían estar ocupando cargos de importancia en el cine español tras haber cometido fraudes de taquilla?".

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