"¿Por qué hago películas?": 20 directores se confiesan

Calendarios de rodaje inhumanos. El presupuesto que siempre azuza, y los productores que se meten por medio. El clima, arruinando infinidad de días de rodaje, y esas estrellas, que insisten en hacer lo que les da la gana. Estos son sólo algunos de los sufrimientos a los que se exponen nuestros directores favoritos cada vez que arranca uno de sus rodajes. Entonces, ¿por qué los cineastas más famosos del mundo siguen en la brecha, aun cuando sus éxitos les han forrado el riñón? En esta selección de citas, CINEMANÍA deja que ellos mismos se explayen: así han respondido algunos de nuestros autores favoritos a una sola pregunta, formulada en varios momentos de sus carreras: "¿Por qué sigues haciendo películas?".

Tengo el deseo de contar historias. Y nunca tengo bastante"

"Las películas conmueven nuestros corazones, despiertan nuestra visión y cambian nuestra forma de ver las cosas. Nos transportan a otros lugares, abren puertas y abren mentes. Las películas son los recuerdos de nuestra época. No debemos permitir que mueran".

"Básicamente, haces una película, y otra, y otra. Y, con suerte, te sientes satisfecho de todas ellas. Y dices: 'Vale, mi nombre está en ellas, qué bien'. Pero que nadie se equivoque: eso aún me satisface. Y espero que esa sensación nunca desaparezca".

Creo que vivir de esto es un privilegio. Este es un gran trabajo, el mejor de los trabajos posibles, en realidad: entras en una habitación, dices 'Se me ha ocurrido esto', y te dan millones de dólares para que lo conviertas en realidad. Es un chollo. Tengo ciertos criterios: a veces los cumplo, y a veces no, pero creo que ser un tiquismiquis no es algo positivo en ninguna forma de arte. Lo que sí creo es que hay que prepararse a fondo, trabajar duro, hacer todo lo posible para mejorar la idea original sin salirme del presupuesto ni del calendario, y en que cuando la cosa se ha acabado, se ha acabado, y hay que moverse a otro territorio. Ser un agonías no ayuda. Y resulta difícil ser pretencioso cuando cambias de estilo a toda velocidad".

Tienes que abrirte tu propio camino. Tienes que encontrar ese camino. Y tienes que llevarlo a cabo. Es duro. Es incómodo. Eso es lo que les digo todos los días a mis alumnos cuando les doy clase. Yo he tenido mucha suerte: puede que sea un cabezota, pero no dejo que nadie me diga qué clase de persona tengo que ser, o qué clase de historias tengo que contar. Eso no va conmigo".

"He sido bendecido con la oportunidad de expresar el punto de vista de los negros americanos, un colectivo que no tiene acceso al poder de los medios. Tengo que aprovecharme de ello mientras financiarme siga siendo rentable".

Las películas son mi religión, y Dios es mi jefe. Tengo la suerte de haber llegado a un punto en el que no tengo que rodar para pagarme la hipoteca. Cuando hago una película, pongo toda la carne en el asador: moriría por ello".

"Si tú haces películas para pagar el colegio de tus hijos y la pensión de tres ex esposas, no me vengas diciendo que eres un artista. Eres un trabajador. Pero, para mí, esto no es trabajo: es vocación".

"Nunca me voy a cortar en nada, escribo sobre las cosas que sé, sobre mi versión de la verdad tal y como la conozco. Eso es parte de mi talento: la capacidad de poner por escrito la forma en la que habla la gente de verdad. Mi único deber es para con mis personajes, porque todos ellos han estado en lugares donde también he estado yo".

La adicción más cara del mundo no es la heroína: es el celuloide, y yo necesito una dosis cada dos años".

"Sueño para ganarme la vida. Una vez al mes, o así, el cielo cae sobre mi cabeza, y tengo la visión de una película que quiero hacer. A veces pienso que, en lugar de cerebro, tengo muchas bolitas, como cojinetes, que chocan y resbalan unas con otras todo el tiempo. El problema es que mi imaginación nunca descansa: a veces estoy tan emocionado con una idea que no puedo ni comerme el desayuno".

"Cuanto más viejo me hago, más dado soy a ver las películas como milagros en movimiento. Uno no puede satisfacer al público sólo con efectos especiales, pero sí con una buena historia. El público también es el crítico más duro, porque una historia que funciona en tu mundo puede no ser válida para los espectadores".

"En el caso de que exista una actitud negativa ante las mujeres que dirigimos cine, yo la ignoraré por dos razones: no pienso cambiarme de sexo, y no pienso dejar de dirigir. La identidad del director de una película es irrelevante, sólo importa si esa película te ha hecho sentir algo".

El cine tiene una cualidad muy especial, y esa es la imagen. Hay ocasiones en las que una imagen tiene su propia forma de respirar, su propio ritmo. Tiene que desarrollarse, y tú la dejarás desarrollarse porque, una vez que la hayas encontrado, querrás más de lo mismo. Es algo instintivo: cuando estás delante del monitor de vídeo, lo sabrás, porque a veces te llevará diez o quince tomas conseguir la sensación que quieres. Y luego, en las últimas semanas, llega lo mejor, cuando tomas las imágenes y el sonido y lo juntas todo para hacer una película. Creo que, si sigo dirigiendo, es porque quiero experimentar eso una y otra vez".

No creo en la inspiración como algo caído del cielo: tiene que llegar de tu cuerpo, y de las experiencias que has vivido. Por eso defino mis películas como 'documentales subjetivos'. Cuanto más motivada estoy por aquello que estoy rodando, más objetiva puedo ser".

Creo que puedo hacer una tabla con las sensaciones que voy a experimentar durante un rodaje. Siempre es lo mismo, tanto si la película acaba siendo buena como si no. Creo que, cuando revisas los dailies, el metraje que has rodado durante el día, siempre eres optimista y piensas que todo saldrá bien. Cuando ves el primer montaje, que todavía es un producto sin pulir, quieres irte a casa, llenar la bañera con agua caliente, abrirte las venas y dejarte morir. Y, entonces, si tienes suerte, vuelves a sentirte bien. Si tienes mucha suerte, vuelves a sentirte como al principio".

Como cineasta, me hago preguntas para las cuales no tengo respuesta. El cine es una exploración filosófica. Invito al público a acompañarme en el viaje y a descubrir lo que piensa y lo que siente".

No tengo reglas. Para mí, hacer una película es una experiencia muy completa: lleva mucho tiempo, y quiero llenarlo con la mayor cantidad de cosas posibles. Uno quiere que cada plano tenga su importancia, que signifique algo, y que no se agote cuando lo ves por segunda vez. Es más, quiero que, cuando ves la misma película diez años más tarde, signifique algo completamente distinto, porque tú eres una persona distinta. Lo cual significa que quiero que sea profundo, pero no de una forma pretenciosa, aunque yo sí soy pretencioso en mis aspiraciones. Aspiro a que mis películas provoquen un montón de reacciones complejas".

El cine se ha convertido en mi vida. No en un mundo paralelo, sino en mi vida misma. A veces creo que la vida cotidiana sólo está ahí para proporcionarme material para mis películas".

Cualquier lugar del mundo puede convertirse en tu casa, pero no estás en casa en ninguna parte, y tienes que luchar contra la soledad y la alienación. Soy lo bastante mayor como para darme cuenta de que la soledad es inevitable. Tengo un matrimonio feliz y quiero mucho a mis hijos, pero, al final, con quien tienes que arreglar las cuentas es contigo mismo. Me fío del mundo irreal que creo en mis películas más que de ninguna otra cosa. Es un trabajo que me hace muy feliz".

Dirigiendo una película, puedes obligar al mundo a ser tal y como tú quieres que sea. Mis películas acaban siendo muy parecidas a lo que yo quería hacer en un principio. Tengo opiniones muy, muy fuertes sobre todo lo que me gusta y lo que no me gusta, y siempre consigo lo que quiero".

"Es lo que me gustaría ver. Así es como trabajo: imaginándome las cosas que me gustaría ver".

Me hice director de cine porque no podía ser otra cosa. Yo soñaba con dedicarme a las carreras de motos, porque las motos me encantan. Creo que cualquiera puede dedicarse al cine, sobre todo si le sobra el dinero... Si hay una escala que mida el talento del 1 al 10, una persona de 10 puede hacerse director de cine, pero otra que sólo llegue al 1 también puede, sobre todo si tiene los contactos adecuados. En el mundo de las motos, por el contrario, los ganadores siempre tienen talento".

"Yo no hago las reglas: no estudié lo bastante para eso. Soy demasiado tonto. Me he pasado toda la vida haciendo cine, así que no tengo más remedio que disfrutarlo. Incluso cuando trabajo contrarreloj, siempre es divertido. Y, si la película tiene éxito, es formidable saber que ese éxito se debe a lo bien que me lo he pasado".

Intento no repetirme, pero me repito continuamente en mis películas. No es algo que me salga a caso hecho. Intento hacer películas que sean personales, pero también disfrutables para el público. Los críticos me acusan de darle más importancia al estilo que al contenido, y de dejar que los detalles se impongan a los personajes. Pero cada decisión que tomo tiene por objeto hacer que los personajes evolucionen".

Estamos acostumbrados a ver películas que parecen escritas con taquigrafía. Primero ves el plano del coche moviéndose por la carretera. Vale, ya lo has pillado. Ahora cortamos y pasamos al siguiente plano. Y sólo escuchamos diálogos que tienen que ver con la historia, no con otras cosas más cotidianas, como ir al dentista. En las clases de Literatura se nos enseña que no hay que escribir sobre ir al dentista. Pero tal vez es importante ver cómo el coche se mueve por la carretera, y verlo de verdad, como si el coche te importara".

Mis sueños no son sólo míos, yo creo que mis sueños también son tuyos. La única diferencia entre tú y yo es que yo sé cómo expresarlos. Y el cine, la literatura o la poesía van de eso: así de simple. Hago películas porque no he aprendido a hacer otra cosa, y porque sé que puedo hacerlas bien, hasta cierto punto. Y es mi deber, porque eso podría ser la crónica interior de lo que somos. Tenemos que expresar lo que sentimos: de lo contrario, seríamos como las vacas en el prado".

Las películas son algo subjetivo: hay cosas que te gustan, y cosas que no te gustan. Pero la idea que le da sentido a todo para mí es que, cada vez que voy al cine, pago mi entrada, me siento y veo la película, quiero creer que la gente que ha hecho esa película piensa que es la mejor película del mundo, que han puesto todo lo que son en esa película, y que les encanta. Esté de acuerdo o no con lo que han hecho, quiero sentir ese esfuerzo. Quiero sinceridad. Y, cuando no lo siento, entonces es el único momento en el que creo que he malgastado el tiempo yendo al cine".

Sé por qué hago películas: en parte, porque quiero describir la vergüenza que sufren las mujeres, pero también porque el cine te permite describir todos los detalles de una cosa, incluyendo también los de su opuesto. Hay cosas que no puedes cuantificar mentalmente, pero que existen y que se yuxtaponen. Eso puede ser muy contradictorio. El cine te permite registrar esas contradicciones".

Estoy convencido de que todos somos voyeurs. Es como una historia de detectives: queremos descubrir secretos y enterarnos de lo que pasa al otro lado de las ventanas de la casa de al lado. Y no es que queramos saberlo para hacerle daño a nadie. En parte es para divertirnos, y también para responder a preguntas como '¿qué hacen los seres humanos? ¿hacen las mismas cosas que yo?'. Se trata de adquirir cierta clase de conocimiento".

"La gente dice que mis películas son oscuras. Pero, al igual que la luz, esa oscuridad es un reflejo del mundo. Lo importante es que a veces me enamoro de algunas ideas que tengo. Y una buena idea para una película se parece mucho a esa chica que te gusta, pero a la que no te llevarías a casa porque tus padres hacen cosas muy raras y muy inquietantes".

"Me gusta hacer películas porque me gusta ir a otros mundos. Me gusta perderme en otros mundos. Y, para mí, el cine es un medio mágico que te hace soñar, que te permite soñar en la oscuridad. Perderte en el mundo de las películas es algo fantástico".