¿Por qué el cine de terror se reinventa todos los años?

Era hora de decirlo alto y claro, NO PUEDE SER que todos los años haya una película que revolucione el cine de terror.
¿Por qué el cine de terror se reinventa todos los años?
¿Por qué el cine de terror se reinventa todos los años?
¿Por qué el cine de terror se reinventa todos los años?

Año 2016: “La bruja es una de las películas de terror más perturbadoras de los últimos tiempos”

Año 2015: “It Follows es una de las películas más aterradoras que he visto nunca”

Año 2014:"Es Babadook una de las mejores y más ambiciosas películas de terror que ha dado el género en años”

Año 2013: “Expediente Warren es uno de los thrillers más inteligentes y más visceralmente eficaces de los últimos tiempos”

Si cada una de estas frases fuera absolutamente cierta, estaríamos ante la mejor década del cine de terror de todos los tiempos, con obras maestras cada año que superan a la del año anterior. Una especie de orgía artística en la que los directores de género han llegado al culmen de la inspiración y luchan entre ellos para crear la obra imperecedera, la que marque a generaciones enteras y la que quede ahí como un hito para futuros espectadores.

Sin embargo, no.

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Expediente Warren: El caso de Enfield es más terrorífica que su predecesora, eso puede ser. Y ha revolucionado el terror por… ¿vigésimo novena vez? Eso ya es más complicado.

A lo largo de la historia muchos directores han conseguido darle la vuelta a un género  que paradójicamente se construye con tópicos y clichés. Y por supuesto hay títulos que pueden presumir de este logro, pero últimamente hay un poco de histeria colectiva con este tema. Hay una especie de burbuja del terror. Es como el cuento de Pedro y el lobo. Nos llevan años vendiendo que la cinta de terror de turno es lo mejor que has visto en tu vida, les hemos creído siempre y siempre hemos pesando que igual alguien había exagerado un poquito. Llegará un momento en el que ser la mejor película de terror de la década no signifique absolutamente nada.

Estas sin embargo, sí que lo fueron:

Nosferatu (1922)

La película de F.W. Murnau, que se basaba en la novela de Bram Stoker, es una obra maestra del expresionismo alemán, tan tétrica, oscura y perturbadora que ninguno de los dráculas posteriores (y ha habido muchos) consigue igualarla. Ni siquiera Coppola. ¿Por qué revolucionó el cine de terror? Sencillamente fue una de las primeras, el lenguaje estaba a estrenar.

La parada de los monstruos  (1932)

La parada de los monstruos da mal rollo de verdad, todos sus personajes son deformes y están atormentados, están marginados por la sociedad y son reales. Una película que muestra de la forma más cruel y perturbadora a una panda de freaks que trabajan en una feria ambulante. La historia es clásica, un par de malas pécoras se quieren aprovechar de una pareja de inocentes. Pero claro, la atmósfera es tan perturbadora que no todo el mundo aguanta su visionado.

La semilla del diablo (1968)

Una mujer se muda a un edificio de Nueva York donde los vecinos son extremadamente raros y un poco pesados. Se queda embarazada y la pesadilla comienza. Roman Polanski, que es un tipo muy retorcido se atreve a convertir el estado de buena esperanza en una anunciación demoniaca. Sí, Mia Farrow está embarazada del mismísimo Satán. Después de verla no querrás jamás tener algo que ver con tus vecinos. Atmósfera desasosegante pero sobre todo  Polanski se inventó la máxima de sugerir y de no mostrar.

El Exorcista (1973)

Fue el nacimiento de un subgénero, las películas de exorcismo. Fue un auténtico fenómeno social. Robert Ebert del Chicago Sun-Times dice: “Si las películas son, entre otras cosas, oportunidades para evadirse, entonces El exorcista es una de las más poderosas que se hayan hecho nunca”. La gente acudió en masa a ver la película de William Friedkin y sus vidas cambiaron para siempre.

Suspiria (1977)

Te puede gustar o no el cine de Dario Argento, pero está claro que este subgénero de asesinatos muy sangrientos y víctimas muy guapas marcó a toda una generación y de hecho fue el culpable de que durante las dos siguientes décadas el cine de terror sólo se convirtiera en un divertimento. Hay que destacar también La Noche de Halloween, John Carpenter asumió el cargo de la versión americana de Argento.

El proyecto de la Bruja de Blair (1999)

Veinte años sin ningún título relevante. Buenas películas de terror, cine palomitero lleno de sustos pero ningún título que aportara algo realmente importante al género. Hasta que llegaron Daniel Myrick y Eduardo Sánchez e hicieron una de las películas más influyentes de los últimos años.  Tres jóvenes entran en un bosque para rodar un documental sobre una leyenda local. No se vuelve a saber nada de ellos. Un año después encuentran la cámara con todo el material que grabaron. Un falso documental sin el que no existirían ni Rec ni Paranormal Activity.

¿Qué pasa con el nuevo milenio?

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James Wan trastocó el género de thriller de terror con Saw, lo hizo con un rompecabezas macabro y gore. Y también con un desenlace de esos que le dejan a uno sin respiración (aunque eso ya lo había inventado M. Night Shyamalan con El sexto sentido). Por tanto no nos vale. 'Déjame entrar' es una revisión del género de vampiros, tan bella y original que pasó a ser una película de culto casi al instante. Perturbadora y fascinante pero no tan terrorífica como para convertirse en un hito y además eso de utilizar niños para dar miedo se llevaba utilizando en el cine japonés unos cuantos años.

Expediente Warren: The Conjuring es realmente aterradora pero no deja de ser un mezcla, fantásticamente elaborada, de lo mejor que ha dado el cine de terror en su historia. Digamos, que James Wan es un intelectual del género y sus obras son puras pero no revolucionarias o renovadoras. Babadook es un cuento gótico como lo es Mama o cualquier película que haya hecho Guillermo del Toro. Y La Bruja es desafiante y compleja, una película que se cocina a fuego lento, que bebe de muchos grandes autores y que habla de brujas y de bosques. Nada que no se haya visto antes.

La única, en todo caso, que impone un nuevo orden narrativo es la enfermiza It Follows que por primera vez utiliza el plano abierto, mostrando espacios abiertos (con el cine de terror suele pasar lo contrario) para contar la historia de una maldición que se pega cuando mantienes relaciones sexuales. Maravillosa metáfora.

El problema de que los críticos eleven estas obras  que son buenas pero que no son hitos a la más alta expresión de arte es culpa de que durante años el género no se tomara en serio. Ahora esto ha cambiado y directores-autores, tipos audaces y con talento han decidido volcarse en el terror, esto provoca que todos los años haya obras tan estimulantes como las nombradas anteriormente. Si van a pasar a la historia como revoluciones del género es, como siempre ocurre, cosa del paso del tiempo. Y aún es pronto, así que dejémonos de venirnos arriba.

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